Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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viernes, 11 de abril de 2014

El labrador, el tigre y los cazadores .365

Resulta de que estaba un labrador arando, era un hombre pobre, con sus dos bueyes, una tarde, a la hora de la siesta. Cuando de golpe se le presenta el tigre, y le quiere dar el zarpazo. Y el hombre, ¡ay!, asustado, pega un grito, ¿no? Y entonces el tigre le dice:
-Mirá, si no querés que te coma a vos, dame los bueyes.
Y el hombre le dice:
-¡Ay!, pero, mire, es lo único que tengo -le dice. ¿Cómo me vas hacer esto?
-No sé, si vos no querés que te coma a vos, dame los bueyes.
-¡Ay!, yo te voy a pedir un favor, que me dejés terminar di arar mi rastrojo, y entonces ya llevatelós a los bueyes. Porque si no me vas a perjudicar. Mi familia va quedar sin nada.
-Bueno -dice, pero yo no me voy a mover de aquí. Vos terminás de arar y me entregás los bueyes porque si no te como a vos.
Y el hombre empezó apenado. Seguía arando y arando, y el tigre áhi quieto. En eso el labrador empezó a escuchar unos tiros a la distancia. Y para él fue un sosiego, porque dijo:
-Viene alguien para que me ayude.
Y cada vez los tiros más cerca, más cerca. Y el tigre le dice:
-¡No te vas a mover de aquí! ¡No te vas a mover de aquí!
Y este hombre rezaba a todos los santos, de que esta gente se acercara. Y en efecto, no pasó mucho tiempo, se acercaron.
-¡Buenas tardes!
-¡Buenas tardes!
-¿Qué anda haciendo? -le dice.
-Ando arando, señor.
-No vas a querer hablar -le dice el tigre.
-'Toy arando, señor, mi rastrojo.
Dice:
-¿No nos darías permiso para cruzar hasta el otro lado?
-No se te ocurra dar permiso -dice el tigre.
-Ay, señor, si pasan por acá, la tierra 'tá recién ablandada, me lo van echar a perder.
Dice:
-Por l'orillita aunque sea pasaremos.
-No se te ocurra -le decía el tigre por lo bajo.
-No, señor -dice; yo tengo miedo, algo puede ocurrir.
-¿Qué es eso overo que se ve allá? -le dice uno de los cazadores.
-Decile que son porotos -le dice el tigre.
-Son porotos, señor, eso es lo que estoy por sembrar.
-¿Porotos? ¿Y por qué no los ponés en una bolsa, no ves que se te van a desparramar todos?
-No tengo bolsa, señor.
-Mirá, yo te voy a prestar una. Y el tigre le contesta de abajo:
-Hacete que me vas a meter en la bolsa, pero no se te ocurra meterme.
Bueno. Viene el hombre, recibe la bolsa y lo mete no más al tigre.
-Atala bien -le dicen los hombres.
Entonces el tigre le dice:
-Vos hacete que me vas atar, pero no me atés nada.
El hombre lo mete dentro la bolsa y lu ata bien.
Y le dice:
-Mirá, ahora para que les salga la cáscara dura, pegale con el ojo el hacha. Eso es lo mejor.
-No se te ocurra -dice el tigre. Hacete el que me vas a pegar, pero no me pegués a mí.
Y agarra el hombre el hacha y le pega el hachazo al tigre en la cabeza y lo mata y así se pudo salvar, pues, él y sus bueyes.

Lía Escobar de Saravia, 70 años. Macapito. Anta. Salta, 1952.

Narrado en Salta por Delia Corvacho de Saravia, 1970.

Es una variante del cuento tradicional.

Cuento 365. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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