Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 1 de diciembre de 2013

El tigre y el zorro .144

Había una zorra que andaba siguiendo al tigre pa comer lo que dejaba. La zorra andaba por parir. Entonce el tigre dijo que l'iba a comer porque lo seguía. Entonce que le dijo la zorra:
-No me coma, señor Tigre, que el niñito que tenga se lo guá dar para ahijado.
-Güeno -que le dijo el tigre.
Y cuando nació el zorrito se lo llevó a la casa de la señora del tigre. Que ellos jueron los padrinos y le pusieron Juan García, y se quedó en la casa de ahijau y de sobrino.
Y que se crió áhi el Juancito. Y un día que le dijo el tigre:
-Juan, vamos a la represa a trair carne.
Y llegaron a la represa. Y que se subió Juan arriba di un monte a devisar qué animales venían al agua. Que el tigre 'taba escondíu pa cazar.
Al rato que el zorro le dice al tigre:
-Allá viene una majada de chivas. Viene un chivato gordo, que se le mueve la capadura.
Y que le dice el tigre:
-Dejalos no más, no me gusta la carne con aspas.
Y los dejaron pasar. Tomaron agua y se jueron.
-Allá viene una majada di ovejas -dijo el zorro. Viene un carnero gordo que se le mueve la capadura.
Y que le dice el tigre:
-No, a mí no me gusta la carne con lana.
Y los dejaron pasar. Tomaron agua y se jueron.
Y que dice el zorro:
-Allá viene una manada de yeguas. Viene un potro grande que se le mueve la capadura.
-Dejalo no más que se venga que ése me gusta.
Y cuando llegó el potro al agua le tiró el salto y lo mató. Y áhi no más se puso a carniarlo y iba comiendo. Y que di arriba del monte le principió a pedir Juan:
-Deme un chiquito de carne, tío.
-No, es carne pa tu tía tigra.
Y que le dice:
-Déme esas uñitas pa rumiarlas.
-No, son pa zapatos de tu tía tigra.
Y que le dice:
-Deme esas tripitas con caquita amarga.
-No, es yerba pa tu tía tigra.
Bueno, que le dice el tigre:
-Bajá y andá llevale esta carne a tu tía tigra.
Y que llega allá y que le dice:
-Tía tigra, esta carne se la manda mi tío tigre. Que la haga de comer y me dé a mí. Y que después durmamos los dos.
Y que comieron la carne asada y que 'taban durmiendo juntos, y que venía bramando el tigre. Y que le dice el zorro a la tigra:
-Voy a cuidarle la carne a mi tío tigre, que se la van a comer otros.
Y que se jue.
Y ya se enteró de todo el tigre y lo salió a buscar. Y que después de mucho andar lu encontró durmiendo en un pajonal.
Y que antes de matarlo lo quería hacer sufrir. Y que agarra una pajita y se la pasa por la boca. Y que decía el zorro, durmiendo:
-Estas moscas me 'stán jodiendo, dejante que casi no dormí anoche por dormir con mi tía tigra.
Y que lo saltó el tigre y le dice:
-Agora te voy a comer.
Y que le dice el zorro:
-No, no me coma aquí, tío, comamé en aquella playita.
Eran unas vizcacheras y áhi podía meterse en una cueva. Y que estaba pasando por la playita y se metió el zorro en una cueva. El tigre lu alcanzó a agarrar de la cola y áhi lo tenía.
Y que le dice el zorro:
-Tío tigre, por agarrarme de la cola, agarró una ráiz. ¡Tire, tire tío tigre!
Y que el tigre se creyó, y lo largó.
-Era mi cola -que le dice. ¡Había síu zonzo mi tío!
Y se quedó el tigre esperando que salga para matarlo. Y que 'taba el pájaro arriba di un monte, áhi y que el tigre le dice:
-Venga, joven a cuidarmeló a Juan. Voy a tráir una herramienta pa sacarlo de la cueva.
Y se quedó el pájaro cuidandoló a Juan. Y que si asoma Juan y le dice:
-Abrí los ojos grandes, grandes, que me voy a disparar.
Y que abrió los ojos grandes el pájaro y que el zorro le achó un puñau di ají y salió disparando.
Y que vino el tigre y que le pregunta al pájaro:
-¿Pórque llora, amigo?
-Lloro porque mi hi acordau de mi madre.
Y güeno, se enteró el tigre de lo ocurrido y salió a buscar al zorro. Y después de muchos días lo encontró descuidado y lu agarró. Y que le dice:
-Agora sí te guá comer.
Y el zorro cuando se vio perdíu le pidió perdón, pero el tío tigre le dijo que ya no lo perdonaba más.
-Güeno, tío, en aquella playita me come.
-No, acá no más te guá comer -y que se lo tragó entero.
Que el zorro tenía una cortapluma en el bolsillo y que pensó él:
-Si salgo por la boca, me va mascar. Si salgo por la nariz me va ventiar. Si salgo por los óidos me va sentir. Si salgo por los ojos me va ver. Si salgo por las manos me va a manotiar. Si salgo por las patas me va patiar. Si salgo por el ocote me va cagar.
Y que l'hizo un tajito en la panza y sacó una patita. Y que l'hizo un tajo grande y que se cayó y salió disparando Juan. Y que se paró a ver si lo corría el tigre. Y el tigre áhi 'taba herido, que no se movía. Y que se jue a las casas de él, adonde 'taba la madre, y que llega y saluda.
-¡Cómo le va, mama! ¡La bendición!
-Dios te bendiga, m'hijo. ¿Quí anda haciendo puaquí?
-Vamos, mama, a la represa a ver si carniamos.
Y que jueron. Y que subió Juan al monte. Y en eso venían unos potros. Y se tiró Juan sobre un potro. Y salió disparando el potro con él arriba. Y que la madre asustada le gritaba:
-¡Juan García, dejate de esa porfía!
-¡Juan García, dejate de esa porfía!
Y que se bajó enojau y que le dice:
-Páque me llamastes. ¿No vís que lu iba voltiando? A ver qué carne vas a tener agora.
Y áhi se quedó el zorro crendo que él era tan capaz como el tigre de matar animales. Claro, comu es tan palangana el zorro, y con la picardía lu había vencíu al tigre, ya si ha créido de más.

Servando Palacio, 14 años. Los Algarrobos Blancos. La Capital. San Luis, 1940.

El narrador oyó contar este cuento muchas veces a la abuelita, Otilia Albornoz, de 80 años de edad. Caso raro entre los niños y los adolescentes, este muchacho demuestra sobresalientes condiciones de narrador.
Los Algarrobos Blancos: caserío disperso.

Cuento 144. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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El tigre y el zorro .143

Una vez andaban el tigre y el zorro, y salieron a cazar. Se fueron a una aguada donde bajaban animales a beber. El tigre se escondió en un hueco de barranca, por donde tenían que bajar los animales. El zorro 'taba encima de la barranca, mirando lo que iban a cazar.
Primero venía una majada de ovejas. Entonce le grita el zorro:
-Tío tigre, ¡viene una majada de ovejas al agua!
-¡No, no como carne con lana!
En seguida vino una majada de cabras y gritó el zorro:
-Tío tigre, ¡viene una majada de cabras al agua! -¡No, no como carne con pelo!
Al rato viene una tropa de vacas y le grita:
-Tío tigre, ¡viene una tropa de vacas!
-¡No, no como carne con aspas!
Después viene una manada de yeguas, y le grita:
-Tío tigre, ¡viene una manada de yeguas, y viene un potro muy gordo, adelante!
El tigre le dijo:
-Ése me gusta. Echameló para acá.
El zorro lu arrió para ese lado y el tigre le saltó encima y lo mató. Y empezó a desollarlo, a sacarle el cuero. El tigre iba carniando y comiendo algunas partes y al zorro no le daba nada. Entonce el zorro le dice:
-¿Me da una sangrecita, tío tigre?
-No -le dice el tigre, es para morcilla de tu tía tigra.
-¿Me da una tripita, tío tigre?
-No, es para bombilla de tu tía tigra.
-¿Me da el guano de la panza?
-No -le dice el tigre-, es para yerba de tu tía tigra.
Y ya cuando se llenó el tigre, lo mandó al zorro que llevara la carne que quedaba, a la tía tigra, y él se acostó a dormir la siesta áhi.
Cuando se levantó el tigre de dormir, se fue a su casa y se encontró con que el zorro no había llevado nada, que se había comido toda la carne. Entonces salió el tigre a buscarlo para matarlo.
El zorro estaba muy lleno y se había acostau a dormir en un pajonal. Y el tigre lo encontró redormido. Y antes de matarlo, para réirse de él, agarró una pajita y le empezó a pasar por la boca al zorro. Entonces, creyendo que era una mosca, decía el zorro:
-¡Pucha las moscas que son molestas, que no me dejan dormir!
Cuando se dio cuenta que era el tigre, se llevó un gran susto, pero disimuló. Se siguió haciendo el dormido, y en un momento de descuido disparó y se metió en una cueva que 'taba cerca. La cueva era poco honda y quedó la cola del zorro medio cerca de la puerta. El tigre metió la mano y agarró la cola del zorro. El zorro se vio perdido y empezó a decir:
-¡Pucha, qué zonzo es mi tío! ¡Se cré que es mi cola y agarró una ráiz!
Entonce el tigre, creyendo que era una ráiz, la largó. Y de esa forma se salvó el zorro.
El tigre lo siguió buscando al zorro. Pasó mucho tiempo y no lo podía agarrar. Entonces hizo correr la voz, entre los animales, que había muerto.
Mientras tanto, el zorro había conseguido, con sus picardías, agarrar un avestruz, y andaba montado, amansando al pingo. Cuando le avisaron que el tigre estaba muerto, que se va, y llega al lugar ande lo estaban velando, a caballo en el avestruz. Era de noche y había muchos animales en el velorio. Todos los animales lo invitaban al zorro que pasara adelante. El zorro se bajó, pero teniendo de las riendas al avestruz, porque desconfiaba de que eso fuera cierto. En esa posición quedó un rato largo.
El tigre estaba muy incómodo, y en eso no podía más, se mueve y se larga una ventosidá, y que el zorro dice:
-¡No está muerto el que respira... tan hediondo...!
Y montó en el avestruz y salió huyendo.
El tigre se levantó y lo sacó corriendo, pero, ¡qué lo iba a alcanzar en el caballo tan ligero que montaba el jinete!

Humberto Silvera, 32 años. El Morro. Pedernera. San Luis, 1951.

Director de escuela con aptitudes de buen narrador. A éste y a otros cuentos del tigre y el zorro los ha oído con frecuencia en el lugar.

Cuento 143. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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El tigre y el zorro .135

Es que una vez un tigre andaba con hambre y salió a cazar. Lo llevó al zorro, su sobrino, pa que lo ayude. Llegaron a una aguada y el tigre lo mandó al zorro:
-Subite, Juan, a ese algarrobo y devisá cuando vengan los animales.
Al rato no más pegó el grito Juan:
-Tío, allá viene una majada di ovejas con un capón regordo de puntero.
-Ésa es carne con lana, no me gusta. Dejalas pasar.
Al rato no más vido que venían otros animales y vuelve a decir:
-Tío, allá viene una majada de cabras con un chivato en la punta, regordo.
-Ésa es carne hedionda, no me gusta. Dejalas pasar.
-Tío, allá viene una tropilla de yeguas con un padrillo lustroso de gordo a la cabeza.
-Ésa es carne dura, no me gusta. Dejalas pasar. Ésa es carne di indio, dura y hedionda.
-Tío, allá viene una tropa 'e vacas con un toro de pella, en la punta.
-Ésa es carne con aspas, no me gusta. Dejalas pasar.
-Tío, tío, allá viene al trote una tropillita de vaquillonas gordas como pa rajarla con l' uña.
-Ésa carne me gusta. Bajate y echalas pa este lau, despacito, que ne me vean y no se vayan a disparar.
Ya se bajó Juan y jue a atajar las vaquillonas. El tigre eligió la mejor y la saltó. La mató, la descogotó en un santiamén.
Áhi nomás empezó a carniar el tigre. Iba carniando y iba comiendo despacito, de lo mejor. El zorro li ayudaba, pero el tío no lo dejaba comer nada. Entós el zorro comenzó a pedir lo pior de la res a ver si le daba algo, el tío mezquino, avariento:
-Deme la panza que naide la quere.
-No, ésa es pa mate de tu tía tigra.
-Deme unos ocotitos.
-No, ésos son pa bombilla de tu tía tigra.
-Deme el guano, que es porquería.
-No, ése es pa yerba del mate de tu tía tigra.
-Déme, entós, los cachitos.
-No, ésos son pa peinetas de tu tía tigra.
-Deme, entós, la vejía, ante que la bote.
-Güeno, ésa es pa tabaquera de tu tía tigra, pero te la guá dar.
Ya el zorro que no podía más di hambre 'taba juntando rabia y empezó a pensar cómo se podía vengar del tigre.
 El tigre le dijo que iban a descansar un rato.
-Vos te subís al árbol a devisar que no venga el dueño del animal u alguna comisión, y yo me voy a tirar un ratito a dormir aquí. Cuando descansemos, le vas a llevar este costillar a tu tía y le decís que lu ase y me espere a cenar. Yo voy a terminar di alzar la carne.
El zorro se subió al árbol y empezó a soplar la vejía y a jugar, como juegan los chicos con la vejía. Al pobre no le quedaba otra cosa qui hacer.
Al ratito no más empezó a roncar el tigre, lleno, claro, mientras el zorro se desvelaba di hambre. Era un día de calor, de verano, y en seguida no más se secó la vejía. Áhi el zorro aprovechó y empezó a cazar moscardones y a echarlos en la vejía. Ya la tenía comu a la mitada de moscardones. ¡Hijué pucha!, los moscardones hacían adentro un ruido como si hablara gente. Entós se bajó en puntas di uñas y se la ató al tigre en las cerdas de la cola. Se volvió a subir y empezó a decir juerte, pa despertarlo al tigre que 'taba dormidazo:
-Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete y ocho con el campero...
El tigre se despertó del todo y lo ve a Juan que devisaba Tejo y seguía contando:
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve y diez con el tigrero...
-¡Juan, por favor, por vidita tuya, decime que 'tás contando! -es que le decía el tigre.
-¡Tío, tío, ya viene llegando un tigrero con una tropilla 'e perros!
-¿Déque lau vienen?
-Di aquél -es que le dice el zorro. Apuresé que lo van a acorralar en seguida. Peguelé hasta que le pierdan el rastro.
¡Jué pucha! El tigre salió que se las pelaba, alzau, qu' iba saltando churquis. Y áhi no más, cuando se le pasó un poco el susto siente este barullo de los moscardones de la vejía, como si hablaran muchos, cerquita. Y claro, él se créiba que eran los cazadores que ya lo pillaban, y más corría. Disparó sin sangre toda esa tarde, y ya a la entrada 'e la noche, ya no daba más, y entós dice:
-Que si haga lo que Dios quera -y se guastó entre unos yuyos que encontró.
Al tirarse el tigre se rompió la vejía de la cola y salieron los moscardones. Entós recién se dio cuenta de la picardía que li había hecho el zorro. Descansó un rato y se volvió bramando de rabia. Le pegó la güelta pa las casas.
Para esto el zorro había cargau con lo mejor de la carne, con el pecho y si había ido, y li había dicho a la tigra:
-Aquí le manda mi tío pa que ase este pecho. Dice que cuando esté lo comamos y nos acostemos.
-Pero, Juan, no me mintáis, cómo va a decir eso tu tío.
-Güeno, lo crea u no lo crea, así lu ha dicho y usté sabrá si va cumplir u no las órdenes.
Y claro, como el tigre es tan malo, la tigra tuvo miedo, y no hubo más remedio que cumplir. Asó el pecho que 'taba gordísimo, y después que comieron se acostaron.
A eso de la madrugada va llegando el tigre a las casas. Ya sintió el zorro el bramido, y muy despacito salió de la cama y se disparó y se metió en un pajonal. Áhi se puso a dormir muy tranquilo.
Llegó el tigre a la casa y se enteró de todo, claro, y más furioso salió a buscar al zorro pa matarlo por pícaro y traicionero.
Güé... Ya lo saca al rastro el tigre al zorro y al poco rato no más lo devisa durmiendo, dormidazo entre las pajas. Si allegó en puntas di uñas y pa darle un güen julepe ante de matarlo, agarra unas pajitas y le empieza a pasar por el hocico. Entós el zorro si hace el ademán de correrse las moscas, y empieza a decir:
-¡Moscas pesadas que no me dejan! Dejante qui anoche por 'tar con mi tía nu hi dormíu, no me dejan dormir agora.
Y áhi abre los ojos y lo ve al tigre. Cuasi si orinó del julepe, pero no se perdió. Miró pa todos lados y salió corriendo pal lau qui había una cueva. Y llegó y se zampó en la cueva. Y lo sacó corriendo el tigre y metió la mano en la cueva y lu alcanzó a agarrar de la cola al zorro. Y áhi le grita el zorro:
-¡Tire, tire, tío tigre, que 'ta tirando una ráiz de tala! ¡Haga juerza que ya saca la ráiz!
El tigre se creyó, y lo largó entós. Áhi el zorro se metió al fondo, y se empezó a réir y a decirle:
-Pucha, qui había síu zonzo mi tío, se creyó que era ráiz, pero era mi cola la qui agarró. ¡Ja! ¡Ja!...
El tigre no sabía cómo hacer pa sacar a este bandido de la cueva, cuando ¡justo! va pasando un carancho, y lo llama:
-Vení, vos, pacá, haceme de vigilante con este preso. Cuidá la puerta y no te vais a dejar engañar porque te voy a matar a vos tamén en cuanto te discuidís.
Al rato no más lu ha comenzau a hablar el zorro al carancho, con voz muy fina y amable:
-Yo no sé si ti acordáis cuando éramos amigo, pero lo mesmo me podís entretener un rato, antes que venga el tigre y me mate. Me podís hacer ese favor, ya que voy a morir. Ya cuasi no soy d'este mundo.
El carancho no lu atendía, pero tanto lu habló el zorro que le dio lástima y al fin le dijo:
-¿Qué se ti ofrece? Pero, ¡nada de salir!, porque te voy a matar.
-No, no, yo no te voy a comprometer porque soy tu amigo, pero, mirá, podimos jugar un rato. Podimos jugar a ver quén es capaz de 'tar más tiempo con los ojos bien abiertos. Aquí tengo un patacón326 que me encontré en el camino, y yo páque lo quero, si dentro di un rato voy a ser finau. Yo te voy a dar a vos pa que suplás tus necesidades.
El carancho qui andaba escaso 'e plata le aceutó el juego. A él le tocó primero, y en cuantito se puso duro, con los ojos bien abiertos, le tiró el zorro un puñau de tierra que le tapó la cabeza, y él salió disparando.
El carancho quedó ciego, pero al rato, cuando se compuso, se voló, se jue de miedo al tigre porque lu iba a matar.
Cuando vino el tigre nu encontró ni preso ni vigilante. Lo empezó a seguir al zorro. Lu había embromau el zorro otra vez.

Juan Lucero, 65 años. El Durazno. Pringles, San Luis, 1950.

Narrador de aptitudes extraordinarias, famoso en la comarca. Es analfabeto. Quedó ciego a los veinte años y recuperó parte de la visión a los 68. En los últimos años de su ceguera me narró un gran número de cuentos tradicionales.

Cuento 135. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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El tigre y el zorro .132

Un día el tigre y el zorro se jueron onde la hacienda tomaba agua. El tigre estaba acomodado para cazar las presas y el zorro estaba en una lomita mirando la hacienda que llegaba. Le dice el zorro al tigre:
-Tío, vienen unos burros orinando grasita.
Y le dice el tigre:
-Si para qué sirven esos orejudos como vos.
Después venían toros y le avisa el zorro que venían unos toros orinando grasita.
Y el tigre le dice:
Si para qué sirven esos astudos.
Luego venían unas ovejas y el zorro le vuelve a avisar, pero esta vez también el tigre le contesta:
-Si para qué sirven esos lanudos como vos.
Por fin el zorro le avisa que venían unos potros y entre la tropilla que venía uno orinando grasita.
Entonces el tigre dice:
-Callate, Juancito, callate, Juancito.
Y al pasar por onde estaba el tigre esperando la tropilla, cazó uno. Una vez cazado el potro, el tigre se puso a comerlo él solo sin hacerle parte al zorro. Una vez que terminó de comer invitó al zorro a tomar agua, pero como el agua estaba profunda, el tigre agarró de la cola al zorro y colgado, bebió éste. Después le tocó el turno al tigre y el zorro procedió a su vez a agarrarlo de la cola para que se colgara y alcanzara el agua. Pero, el zorro lo largó, y el tigre se jue al fondo del pozo. Entonces el zorro volvió onde estaba la presa y se puso a comer hasta llenarse. Luego eligió un pedazo de lo mejor para llevarseló a la tía tigra, diciendolé que esa achura le mandaba el tío tigre para que comiera y luego duerman los dos.
Al alba se lo sentía bramar al tigre, que había conseguido salirse del pozo. Entonces el zorro se dispara. Pero el tigre llegó hasta su casa y luego lo sigue al zorro por el rastro.
Ya era el sol alto y el zorro se durmió en el solcito, porque había pasado mala noche. Y así lo encontró el tigre. Y cortó unos palitos y le entraba en la nariz del zorro. Y éste no abría los ojos y decía:
-¡Qué mosquitos tan molestos! ¡Tan lindo que dormí anoche con mi tía!
Entonces se despertó y vio al tigre y se quiso disparar, pero el tigre no le dio tiempo y se lo comió, pero sin mascarlo, sino que se lo tragó entero.
El zorro estando en la panza del tigre, se puso a pensar en lo que podía hacer. Y al momento se acordó que llevaba un cuchillo. Lo estaba afilando dentro mismo, en las costillas del tigre, quien al darse cuenta le pregunta:
-¿Qué estás haciendo, Juancito? Y éste responde:
-Me estoy rascando.
Pero en seguida lo partió al tigre desde el pecho hasta la verija, y se salió disparando y se fue a vivir tranquilo con su tía tigra.
Y se acabó el cuento y el que no cuente otro comerá con cuchara de palo.

Juan A. Páez, 86 años. Los Tambillos. General Lavalle. La Rioja, 1950.

Lugareño inteligente, que conserva una gran memoria.
Los Tambillos: caserío.

Cuento 132. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 030 

El tigre y el zorro .128

Dice que 'bía una vez un tigre y un zorro. Y que el tigre se 'bía echao a dormir cerca di un ojo di agua y le 'bía dicho al zorro:
-Fíjate vos, Juan, cuando caiga hacienda al agua pa cazar pa que comamos.
Y dice que al rato 'bían caído al agua unas vacas y que el zorro le 'bía dicho al tigre:
-Tío, tío, áhi han caido unas vacas.
Y que el tigre le 'bía dicho:
-¡Bah! esas son muy duras, han de estar flacas -y 'bía seguío durmiendo.
'Bía pasan un rato y ya 'bían caido al agua unas ovejas. Entonces que el zorro le 'bía dicho al tigre:
-Tío, tío, áhi han caido unas ovejas.
Y que el tigre le 'bía dicho:
-¡Ba!, esas son muy lanudas y han de estar muy flacas -y 'bía sequío durmiendo.
Dice que 'bía pasao otro rato y ya 'bía caido al agua un potro. Entonces dice que el zorro le 'bía dicho al tigre:
-Tío tío, áhi ha caido al agua un potro.
Entonces dice que el tigre 'bía pegan un salto y ya lo 'bía cazao al potro. Y que lo 'bía empezao a comer solito y que no le convidaba nada al zorro. Dice que el zorro tenía muy mucho hambre y que se estaba lambiendo el hocico de ganas. Entonces que le 'bía dicho:
-Tío, tío, ¿que no me va convidar un pedacito?
Y dice que el tigre se hacía el sordo y que seguía comiendo.
Al rato dice que el tigre le 'bía dicho al zorro:
-Mirá, Juan, andate corriendo y llevale este pechito gordo pa tu tía, pero cuidao con ir a chapliar.
Y dice que se 'bía ido el zorro y cuando 'bía llegao a la casa de la tigra, le 'bía dicho:
-Mire, tía, aquí li ha mandao este pechito gordo mi tío y dice que comamos los dos.
Entonces, que la tigra 'bía dicho:
-Y güeno, si así ha dicho tu tío, vení comamos.
Cuando 'bían acabao de comer, dice que el zorro se 'bía echao a dormir bajo unos montes y se 'bía dormío. Y dice que al rato se 'bía despertao y se lo 'bía visto al tigre que ya lo estaba por saltar, y 'bía echao a disparar. Dice que ya lo iba pillando el tigre, cuando 'bía llegao a la cueva y se 'bía perdío. Pero dice que el tigre lo 'bía alcanzao a pillar de la punta de la cola y que lo 'bía empezao a tirar. Entonces dice que el zorro 'bía dicho:
-¡Bah! ¡Bah!, mi tío, ¡cré que ha agarrao mi cola y ha agarrao un raigón!
Entonces que lo 'bía largao el tigre y se 'bía ido corriendo pa la casa a trair una pala, pero cuando 'bía güelto a cavar ya se 'bía mandao a mudar el zorro. Y más que se 'bía enojao el tigre, y que decía que en cuantito lo pille lo iba a matar. Pero que se 'bía cansao de buscarlo y no lo 'bía podío hallar, hasta que se le 'bía hecho noche y 'bía perdío el rastro. Dice que el zorro andaba asustao y se pasaba escondido no más porque tenía miedo que lo vaya a pillar descuidao.

Presentación Aguaisol, 35 años. Toroyaco. Santa María. Catamarca, 1959.

Pastora analfabeta, nativa de esta región montañosa situada a 3.000 m de altura.

Cuento 128. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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El tigre y el zorro .122

Dice que una vez andaba el zorro, flaco. Nu había conseguío qué comer porque ya, dice, que todo el barrio había preparau los perros y las trampas y lo corrían. Si había disparado para un cerro y dice qui había encontrau al tigre. Que le dice:
-¡Ay, tío -dice, pórque no vamos allá! 'Ta una tamberita gorda, dice. Y pórque no la pillamos. Yo la guá asustar di allá hasta que usté la gatié.
-Bueno.
Había ido el zorro por más astuto, la había topau de adelante. Y el tigre si había ido gatiandolá, dice, ramiandosé. Cuando menos había acordau la ha saltado y la ha tumbado. Una vez que la ha muerto, la había ramiado, porque la levanta el tigre a la presa, la levanta y la esconde en la parte más oscura, más reparo para comerla. Ha ido el zorro, y ha queríu comer siquiera un pedacito, y dice que le dice:
-¡No, che, vos no!
-Y cómo -dice- si yo ti ayudau.
-Qué vas ayudar -dice- retirate. Vos trascendés muy fiero.
Había comíu el tigre, dice, y el zorro tragaba la saliva sentau, así, en un altito.
Y ya que si había llenau el tigre. Y dicen que el tigre como el león son animales que abren con la uña maestra que se llama la del costado, abren la panza y primeramente sacan la panza y todas las tripas con la mano, con el mayor cuidado, la botan, así, lejos. Había sacau la vejiga y li había dau al zorro. El zorro, dice, la había tomau a la vejiga, dice, y li había comido las carnecitas que tenía y ya se li había iluminado, dice, la inteligencia. Y si había ido disparando, si había acordau qui había visto una guanquerada295. Había inflado la vejiga y los había hurgau con un palo a los guanqueros, que tienen una sola boquita. Y al salir los guanqueros los había embolsado, dice, en la vejiga, dice. Y li había cerrado la boca y había disparado. El tigre 'taba durmiendo, llena la panza, así. Le corta una cerda de la cola de la vaca y li había atau la boca a la vejiga. Y todos los guanqueros, ¡uuuj!...  qui hacían. Si había arrimau con el mayor cuidado y li había atau la vejiga a la cola al tigre. Si había retirado un trecho, y di allá, dice, qui había tirau unas piedras para una zanja, y le dice:
-¡Levante, tío tigre!, dice. Áhi viene, dice, el comandante con el cuerpo de ejército, y con banda 'i música. A más, aparte, dice, saben qui has hecho un perjuicio en la ciudá, dice.
Y así, dice, que al lado 'el tigre, dice: ¡uuuy!... como ruido de sables y clarines, y había disparau, dice, como loco. Y cuando más disparaba más fuerte sonaba la música. Así que si había ido, dice, donde ni noticia tenían de él, y el zorro había quedado dueño de la presa.

Y entra por un zapato roto,
qui ustedes cuenten otro.

Perfecto Bazán, 49 años. Belén. Catamarca, 1968.

Tiene condiciones extraordinarias de narrador. Aprendió los numerosos cuentos que relató para esta colección, de la madre, que tenía fama de gran narradora en Belén.

Cuento 122. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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El tigre y el zorro .121

Que han ido a una aguada el tigre y el zorro. Y han hecho carne. Que le ha dicho el tigre al zorro que cuide qué animales caen al agua, mientras él duerme, y se tiró en el suelo. Que primero caeron unos chivatos al agua.
-¡Ay!, tío, ve los chivatos tan lindos pa que carnie.
El tigre se enderezó y dijo:
-¡Ay!, son muy astudos aquellos animales pa carniá.
Después vienen los corderos capones y lo dispertó otra vez.
Y entonce se enderezó y miró, y dijo:
-¡Ah!, esos animales son muy lanudos, dan mucho trabajo pa desollarlos -y se volvió a dormir.
Después caeron una manada de animales, unos potros.
-¡Ah!, mire, tío, estos potros tan lindos, carniemos uno.
El tigre se enderezó, los miró y dijo:
-¡Ah!, esos animales son hediondos y patiadores. No los quiero carniar.
Bueno, caeron unas vacas al agua.
Rápido le dice el zorro al tigre:
-¡Tío, tío, áhi vienen unas vacas!
Y entón recién ha tomau atención el tigre y ha dicho:
-¡Ah!, ya las veo. Aquella vaquillona 'ta linda, la voy a carniar -y esperó.
Y recién que le dice:
-Cuando yo la agarre a la vaquillona del cogote vos te vas a prender de la cola, pa voltiarla.
¡Qué pucha!, tenía tanto hambre el zorro que ante que el tigre la agarre a la vaquillona ya se le había prendíu de la cola. Claro, de una patada lo tiró lejo. Y quedó descompuesto el zorro. Y bueno, hasta que se ha enderezado y se ha compuesto el zorro, el tío ya había carniau la vaca. Y que le dice:
-¿Qué te pasó, hombre? Mirá como yo con poca facilidar la hi carniau solo -le dice el tigre renegozo ya.
El zorro ha ayudau no más a tener.
Y bueno, ha almorzau el tigre, y no le a dau nada al zorro, y el zorro le ha comenzau a pedir, que 'taba muerto de hambre:
-Deme el hígado, tío -que le dice.
-¡Cómo!, ése es l' azúcar de tu tía -contestó el tigre.
-¡Una tripita!
-Ése es pa bombilla de tu tía.
-¡El pusno!
-No, ése es la yerba de tu tía.
Después le ha pedido la vejiga. Y ése se lo ha dado. Y bueno, el tigre ha comíu y si ha acostau a dormir y lo ha puesto al zorro que cuide la carne, no vaya a venir algún cuervo a comer. Y bueno, que el zorro ha soplau la vejiga y se ha puesto a pillar moscas y la ha llenau con moscas. Ya 'taba el bramerío de las moscas en la vejiga. Y con el mayor cuidau lo ha atau a la vejiga a la cola del tigre. Y lo despierta, y es que le dice:
-¡Tío, tío, ya vienen los dueños de la vaca con muchos perros!
Y claro, el tigre durmiendo se ha dispertau sorprendido y oye el bramido de las moscas, y dice:
-¡Cierto! -y ha salíu disparando.
Y bueno, el zorro ha disparau un trecho corto no más y se ha escondíu, y se ha vuelto a comer. Y el tigre dele disparar no más. Y como dos o tres ocasiones se paraba y se oyeba, y salía disparando, creendo que ya lo venían alcanzando. Hasta que ha ido muy lejos recién se ha parau y se ha mirau la vejiga en la cola.
-¡Ah!, ¡lo que me ha hecho Juan! -ha dicho. ¡Va a ver! ¡Ya me la va a pagar!
Y mientra eso, el zorro se ha vuelto a almorzar. Y áhi corta el pecho y se ha ido a la casa del tigre y le dice a la tigra:
-Vea, tía, aquí le ha mandau el tío tigre el pecho, y me ha dicho que le diga que ase el pecho, lo comamos y que durmamos los dos.
-¡Ah!, ¡qué va a decir eso tu tío!
-Sí, por eso me ha dau el pecho y me ha dicho que tenimos que dormir los dos.
Bueno, ha comíu y han dormíu los dos.
Y bueno, al otro día le dice el zorro a la tigra:
-Tengo que ir temprano -le han contau ande han carniau- tengo que ayudarle a mi tío a trair la carne.
En cuanto se ha ido el zorro ha llegado el tigre. Entón le dice la tigra, le cuenta lo que li ha dicho el zorro, la picardía que les ha hecho. Y áhi ha salíu el tigre siguiendoló al rastro para alcanzarlo. Y áhi es ande va y lo halla durmiendo. Y áhi ande agarra una pajita y le hurga la nariz. Claro, el zorro mal dormido que dice:
-Estas moscas de mierda no me dejan dormir. Y tengo tanto sueño, dispués que hi comíu el pecho gordo asado y hi dormíu con mi tía.
Y claro, como tres ocasiones dijo lo mismo, y áhi se ha dispertau el zorro, y lu ha visto, y éste ha estau en la puerta de una cueva, y se perdió en la cueva. Y áhi es ande el tigre lo agarró de la cola pa sacarlo. Y entón que el zorro le decía:
-Y, mi tío, que es zonzo, por agarrarme la cola que ha agarrau un raigún! ¡Tire, tire!
Y tanto le dijo el zorro que era un raigón que lo soltó el tigre, que ya le arrancaba la cola.
Y despué ha visto un caranchi que pasaba y entón lo llamó. Y se bajó el caranchi y que le dice:
-Aquí me lo vas a cuidar al zorro hasta que yo traiga una pala pa sacarlo.
Y entón, calculando que el tigre iba lejo, que se allega el zorro juntito a la puerta de la cueva y le dice:
-¡Ah, amigo!, ¿qué hace áhi?
-Acá 'stoy cuidandoté, que me ha dejau cuidandoté el tigre.
Y se pasiaba en la puerta de la cueva el caranchi. Y se allega más el zorro y que le dice:
-Abrí las alas que yo voy a salir.
Claro, el caranchi se puso de alas abiertas.
Y se alejó y le dice:
-Abrí bien los ojos que yo voy a salir no más.
Y entón que el caranchi ha abierto grandes los ojos. Entón que el zorro le tiró un puñau de tierra en los ojos, lo dejó ciego, y se mandó a ir. Y lo ha dejau al caranchi ciego, hasta que se ha compuesto, y claro, ande andaría ya el zorro.
Y cuando ya ha vuelto el tigre, lo encontró al caranchi y le ha dicho todo. Y áhi ha dicho:
-Bueno, este Juan me ha vuelto a joder.

Clemente Eraso, 46 años. San Antonio del Cajón. Santa María. Catamarca, 1951.

Campesino inteligente. Gran narrador. San Antonio del Cajón es un pueblo rural.

Cuento 121. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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