Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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viernes, 6 de diciembre de 2013

El zorro y el tigre .213

El zorro le había hecho una diablura al tigre.
El zorro andaba buscando comida para la madre de él. La madre andaba renga y el hijo cazaba para ella. Un día se encuentra con el tigre y le dice:
-¡Hola, Juan! ¡Qué andás haciendo, Juancito?
Y él le contesta:
-Ando buscando comida para mi vieja, que anda renga. Ando buscando un cordero para carniar.
Entonce le dijo el tigre:
-Dejate de esos lanudos como vos. Andá, ve aquellas yeguas que se ven allá. Pasalas para acá, que yo voy a cazar una. Escondido entre las matas yo voy a cazar un animal a la cruzada.
Entonce el zorro se jue y despacito arrió las yeguas. Los animales se asustaban un poco por el zorro, pero el zorro se arreglaba para llevarlos rumbiando ande 'taba el tigre escondido. Y al pasar por el lau del tigre, saltó al animal más grande y lo agarró del hocico y lo descogotó áhi no más. Era un potro gordo y grande.
En seguida el tigre comenzó a carniar el animal y a ir comiendo lo que a él le gustaba más, pero al zorro no le daba nada. Entonce el zorro, viendo que no le convidaba nada le dice:
-Tío, deme algo pa comer.
-Primero voy a comer y después te voy a dar algo.
-Tío, ¿no me da los vasos siquiera?
-No, hijo, esto es para mate de tu tía.
Entonce le dice:
-Deme la tela, tío.
La tela es el sebo que tiene envuelta la panza. Y le dice el tigre:
-No, hijo, tampoco. Eso es pa sábana de tu tía.
Entonce, viendo que no le daba nada, le dice:
-Tío, ¿por qué no me regala la vejiga, siquiera?
Y entonce le dice:
-Bueno, llevatelá -y se la dio.
Entonce el zorro la infló a la vejiga. Le puso un poco de azúcar adentro, y le puso unos palitos, porque quedando la boca abierta de la vejiga, las moscas se metían para comer l'azúcar. Y una vez que tuvo la vejiga llena de moscas, la dejó secar. Las moscas hacían un bochinche, un bullicio tremendo, adentro de la vejiga.
En tanto el tigre que había comido hasta llenarse, le dijo:
-Mirá, Juan, yo voy a dormir la siesta. Vos subite a ese árbol y cuidá que no venga la polecía o alguien que viniera con perros.
El tigre, lleno, se durmió en seguida. Cuando Juan vio que 'taba dormido el tigre, se bajó despacito y le ató la vejiga a la cola. Y es de calcular el bochinche que hacían las moscas. El zorro se subió al árbol, y de arriba del árbol empezó a contar:
-Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho nueve, diez, once, doce, trece con el oficial.
Y cada vez repetía más fuerte lo mismo, hasta que el tigre entre sueños escuchó lo que el zorro decía y se sentó de golpe, y le dice:
-¿Qué 'tás diciendo, Juan?
-¡Que viene la polecía! ¿No siente la bulla?
Y el tigre se despertó bien y oyó el ruido de las moscas en la vejiga, la bulla que parecía de gente que 'taba cerca. Y entonce el tigre se levantó y disparó. Y disparaba, y la bulla lo seguía siempre. Y claro, él créiba que lo iban alcanzando, y más disparaba. Y siguió disparando por las montañas hasta que se cansó. Y entonce, al cansarse, se dio vuelta y sintió que 'taba áhi la bulla. Y miró para todos lados y se vio la cola con la vejiga llena de moscas y se dio cuenta de la mala jugada que le había hecho el zorro.
El tigre había preparado del potro, para llevarselá a la tigra, la parte preferida, el pecho. El grano del pecho es lo que más le gusta al tigre, de los animales. Y mientras el tigre asustado iba corriendo, iba ya lejo, el zorro que ya había pensado la picardía que le iba hacer, alzó el pecho, y se lo llevó a la tía. Llegó, saludó y le dijo:
-Tome, tía, este pecho. Dijo el tío que lo comiéramos y nos acos-táramos juntos, a siestiar. Es una orden del tío y hay que cumplirla.
La tía dijo:
-Bueno. Tenemos que hacer lo que dice el tío.
Claro, la tía no sospechó nada lo que este bandido tenía pensado.
Comieron el pecho y después de comer la tigra se acostó. Entonce el zorro dijo:
-Bueno, tía yo me acuesto al lado suyo.
-No, al lado mío no, acostate a los pies.
-No, tía, entonce todos me van a llamar pie.
-Bueno, entonce, acostate a la cabeza.
-No, tía, entonce todos me van a llamar cabeza.
Bueno, entonce acostate arriba de las cobijas, al costado.
-No, tía, entonce me van a llamar costado. Yo tengo que dormir junto con usté, ésa es la orden de mi tío.
Entonce la tigra no acedió. Viendo el zorro que erró el golpe, salió disimuladamente para afuera y cavó una cueva con dos bocas; entraba por una y salía por otra. Con la boca de entrada más grande que la salida. Entonce volvió ande 'taba la tigra y la empezó a retarla y a insultarla, que no le hacía caso al tigre. Entonce la tigra se enfureció. Y entonce el zorro salió corriendo afuera y entró reculando en la cueva, y se entró en la cueva. Entonce la tigra furiosa para agarrarlo al zorro se metió en la cueva, se zampó en la cueva ciega de rabia, y áhi se encajó y no podía salir. Y el zorro salió por la otra puerta y lo que 'taba trancada la tigra en la cueva, el zorro se aprovechó de ella, y le dijo que le contara al tigre que había hecho lo que él le mandó. Y la tigra quedó áhi encajada.
Y el zorro, despué que se aprovechó, se fue a dormir la siesta en un pajonal.
Y entonce ya el tigre venía de vuelta a la casa y al pasar por el pajonal lo encontró al zorro dormido. Y entonce, ante de matarlo, para hacerle una diablura, agarró una pajita y le pasaba por la nariz. El zorro dormido decía:
-Éstas son las moscas que se le escaparon a mi tío de la vejiga que le até en la cola. ¡Malditas moscas!
Y el tigre que le volvía a pasar la pajita, y que el zorro seguía durmiendo y decía:
-¡Ah!, ¡que no me dejan dormir estas moscas y pensar que no dormí nada por dormir con mi tía tigra!
Y áhi lo iba a saltar el tigre, y el zorro abrió los ojos y pegó un tiro y el tigre se sorprendió, y se aprovechó el zorro y se disparó. El tigre no lo pudo alcanzar y se volvió y se fue a su casa. Cuando la tigra le contó todo, más furioso se puso el tigre y dijo que de alguna forma lo iba a matar.
Entonce el zorro en sus andanzas iba por allí y se encontró un par de riendas y un par de espuelas y las llevó, las alzó y siguió. Y por allí encontró un avestruz que 'taba durmiendo. Entonce lo apretó y le puso las riendas, y él se puso las espuelas, y ya subió a caballo en el avestruz. Y entonce dice:
-Ahora sí que me voy a réir de mi tío tigre. Me voy a pasar por el lado de él y no me va a poder alcanzar.
Así lo hizo. Y había agarrao de costumbre el zorro de pasar por la casa del tigre al trote del avestruz. ¡Y que lo iba a alcanzar el tigre!
Entonce, viendosé burlado el tigre, carnió varios animales y invitó a varios a comer. Y muchos perros cimarrones fueron a comer. Y entonce los juntó y los habló el tigre, y entonce les dijo:
-Todos los días pasa por acá Juan en un avestruz haciendomé burla. Miren, ustedes, van a hacer una cosa. Ustedes se ponen en este jagüel, unos cuantos, y otros más allá, y otros más allá y le hacen el avance, lo van a cazar. Yo les voy a dar todos los días animales carniados pa comer.
Y se comprometieron los perros cimarrones a matar al zorro. Al otro día pasa el zorro montado en el avestruz compadriando. Y lo encararon los perros y él salió corriendo en el avestruz y al primer lote de perros lo dejó atrás. Y áhi le salió el otro lote, y lo seguía, y lo llevaba muy cerca. Entonce el zorro le decía al avestruz.
-Metele, corré más, sinó te voy a clavar las espuelas.
Entonce le dice el avestruz:
-No me vas a hincar porque entonce yo te voy a tirar al suelo.
Pero le salió el otro lote de perros y ya lo llevaba muy cerquita. Entonce el zorro le clavó las espuelas al avestruz. Al sentirse picado con las espuelas, el avestruz pegó una sentada, y lo despidió al zorro. Entonce los perros, como el encargue era agarrar al zorro, no hacían caso del avestruz, y todos los perros lo avanzaron al zorro. Veinte perros que lo tenían apretado al zorro, hecho todos un montón.
En ese momento pasaba un chimango volando y al ver en el estado que lo tenían al zorro, le preguntó el chimango:
-Che, Juancito, veo que te encontrás en gran peligro y que va a ser difícil que te salvés.
Y le contestó el zorro:
-No te aflijás, hermano, que cuando hay vida hay esperanza.
Y qué esperanza ni esperanza, lo mataron los perros cimarrones y así fue el final del zorro.

Baldomero Terraza, 73 años. Rawson. Chubut, 1959.

Trabajador de campo y gran narrador, oyó contar este cuento en los puestos del Chubut y también a un hacendado, León Melo, que murió hace algunos años. Es oriundo de la provincia de Buenos Aires, pero hace sesenta años que se radicó en el Chubut.

Curiosamente en este cuento aparece el motivo muy antiguo de la tigre (en este caso) que el zorro hace encajar en una estrechura para hacerle violencia y ofender a su enemigo. En el cuento europeo es la loba.

Cuento 213. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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