Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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viernes, 6 de diciembre de 2013

El zorro y el tigre .180

Dice que una güelta el tigre hizo una gran fiesta. La intención era pa cazarlo al sobrino Juan, el zorro, porque no lo podía agarrar de ninguna forma. Y claro, invitó a todos los animales.
Ya se hizo la fiesta y empezaron a llegar los invitados. Todos muy arreglados. Al último jue llegando Juan.
Güeno... Ya llegó Juan y lo invitaron a pasar adentro. Juan tenía desconfianza, pero bandió el patio y pasó pa adentro. En cuanto entró, el tigre le dio un chirlo a la vela y quedó todo en oscuridá. Y áhi lo manotió al zorro y lu agarró de la pata.
¡La mierda! ¡El susto que se llevaron todos los invitados!
Y echaron a correr. El zorro prisionero no podía disparar, y áhi le dice al tío:
-Tire, tire mi tío Simón, que por agarrarme la pata me agarró el bastón.
Y el tigre creyendo que era cierto lo largó y el zorro salió corriendo. Y lo que iba corriendo decía:
-La pucha que había sido zonzo mi tío. Ya lo jodí otra vez.
Entonce el tío lo sacó corriendo. En eso el zorro pasó por encima de una guitarra que habían perdido los músicos, y sonó la guitarra. El zorro, más muerto que vivo, dice:
-¡Como pa música 'toy yo!
Ya lo llevaba cerca el tigre y se le metió en una cueva, el zorro. Áhi tuvo un largo rato, el tigre, y viendo que no lo podía sacar al zorro dice:
-Éste me ha jodío otra vez. Me voy a buscar una pala pa sacarlo.
Y da la casualidá que iba pasando un carancho, y lo llama. Le encarga que lo cuide a Juan, que él va a buscar una pala. Y lo dejó de centinela, y él se jue.
El zorro pensaba cómo podía hacer para librarse del carancho, y se acordó que el carancho andaba muy pobre y que le gustaba jugar por dinero. Entonce le dice:
-Mirá, compañero, vos andás muy pobre y te podés hacer rico con poco trabajo, y en un momento.
-¿Cómo es eso? -le dice el carancho.
-Mirá, acá tengo una onza de oro y te la juego a quién abre más grandes los ojos.
Áhi no más el carancho entró en el juego. El zorro se vino a la puerta de la cueva y empezaron a jugar. Cuando el carancho abrió grandes los ojos, el zorro se los tapó con un puñado de tierra, le dio un empujón, y salió corriendo y no lo vieron más.
El carancho se quedó restregando los ojos, ciego. Ya cuando pudo ver un poquito se voló y se jue lejos porque si lo encontraba áhi el tigre lo mata por zonzo.
Y el zorro anda todavía haciendo sus picardías.

Juan Ríos, 50 años. Sauce de Luna. Villaguay. Entre Ríos, 1959.

Es un buen narrador; carpintero del lugar.

Cuento 180. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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