Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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viernes, 6 de diciembre de 2013

El zorro y el tigre .134

Juan del Campo se llamaba el zorro y Ildefonso se llamaba el tigre. Juan era sobrino de don Ildefonso. Don Ildefonso era mezquino con el sobrino, pero Juan era pícaro, y le hacía al tío las piores diabluras. Todos los días li hacía una , así que el tigre lo empezó a perseguir para matarlo, pero Juan era tan vivo, que no lo podía agarrar nunca.
Un día jueron juntos a buscar un animal pa carniar. Se pusieron en una aguada y Juan del Campo tenía que devisar los animales y decir cuando llegaban pa que Ildefonso cazara:
-Tío, vienen unos burros -que le dice Juan.
-No me gustan. Dejá esos orejudos como vos -que le contesta el tío.
Al rato que dice Juan:
-Tío, vienen llegando unas ovejas gordas.
-Dejalas a esas lanudas como vos.
Al rato vuelve a decir Juan:
-Tío, vienen unas vacas con unos terneros muy gordos.
-Ésos me gustan, echamelós pa este lau -que dice el tigre y áhi no más saltó sobre el ternero más gordo y lo descogotó.
El tío carniaba y el sobrino li ayudaba. Ildefonso iba comiendo los pedacitos más lindos de la res y a Juan no le daba nada. Entó le comenzó a pedir:
-Deme, tío, un pedacito de la degolladura.
-No, esa achura es pa asau de tu tía tigra -que le dice el tigre.
-Deme, tío, un ocotito.
-No, ésos son pa bombía de tu tía tigra.
-Deme, tío, anque sea la bostita.
-No, ésa es pa yerba de tu tía tigra.
-Deme, entó, la vejía.
Güeno, se la dio.
El tigre si hartó de comer y le dijo a Juan que cuide, que no venga naide, que él va a dormir un rato, y que después lo va mandar pa que lleve un costillar a la tía pa que lo espere con asau, a la noche.
Juan empezó a soplar la vejía y lo que venían moscas a la presa, la empezó a llenar de moscas a la vejía. Cuando ya la tuvo llenecita de moscas, despacito jue y se la ató en la punta de la cola al tigre. Medio se subió a un árbol, y áhi lo dispertó al tigre:
-¡Tío, tío, viene la polecía! ¡Dispare! Ya 'tá llegando.
Áhí el tigre medio dormido salió disparando. Y más disparaba lo que oyeba esta bulla de las moscas y créiba que era la autoridá.
Juan comió un poco, levantó un costillar y se jue a la casa de la tigra. Llegó y le dijo qui ase esa carne pa comer y que después se tenían qui acostar, qui así era la orden del tigre. La tigra del miedo al tigre, que tiene mal genio, ha hecho todo eso.
Al alba, ya se oyeban los rugidos del tigre que venía furioso. Ya se li había roto la vejía y si había dau cuenta de la picardía del zorro. Mas, el zorro salió disparando y se perdió en los montes. De ese día el tigre lu anda buscando pa matarlo a Juan del Monte por la farsa que li ha hecho. Pero Juan es tan ardiloso que se salva de todas.
Un día lu ha esperau en l' agua y el zorro ha preguntau:
-Agüita, ¿te podré beber?
-Sí, bebeme -que li ha dicho el tigre con la voz cambiada.
Y áhi el zorro ha salíu huyendo, y que decía:
-Agüita qui habla no bebo yo.
Otro día si ha hecho el muerto el tigre y lu han llamau a Juan, al velorio, como pariente.
Juan ha llegau y ha preguntau si no si ha peido el muerto, porque todo muerto se pei. Áhi el tigre si ha peido y Juan ha salíu huyendo, y que decía:
-Muerto que se pei no velo yo.
Y así el tigre lu ha seguíu buscando pa matarlo al zorro y lu andará buscando hasta la vez.

Ambrosio del Carmen Soria, 71 años. San Agustín. Valle Fértil. San Juan, 1957.

El narrador ha sido siempre trabajador rural. En la actualidad vive en este viejo pueblo de costumbres patriarcales.

Cuento 134. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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