Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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miércoles, 4 de diciembre de 2013

El zorro y el gallo .54

Había un gallo que vivía apartado de la casa, en un árbol que él acostumbraba ir a dormir ahí. Y resulta que don Juan, el Zorro, lu había bichado, porque nu hallaba cómo hacerlo bajar pa comerlo -carne preferida de don Juan-. Y nu hallaba de qué artimaña valerse para hacerlo bajar. Una vez halla un pedazo de diario y se lo llevó abajo 'el árbol. Por cierto, don Gallo 'taba arriba acomodado pa dormir. Como tan temprano buscan sus locales pa dormir. Y... llegó don Juan con el diario.
-¡Ah! ¡Pero qué bien el decreto del gobierno! Este decreto dice (y lo leía):
«Los zorros no comer a los gallos, ni a las gallinas, ni a las aves. Y los perros no correr a los zorros».
¡Pero qué bien está este decreto del gobierno! Para mí esto merece aplauso.
Mientras tanto el gallo lo 'taba sintiendo di arriba 'el árbol, pero no se confiaba porque lo conocía que don Juan tenía tantas mañas.
-Venga, don Gallo. ¿No sabía el nuevo decreto del gobierno?
-¡No! -dice el gallo.
-Fijesé el decreto. Que nosotros no comemos a los gallos ni a las gallinas, ni a las aves. Ni los perros tampoco los corren a los zorros.
-¡Está bien! -le dice don Gallo di arriba.
-Pórque no se baja, así charlamos un rato.
-No, ya es tarde. Ya es hora de que yo busco donde acomodarme. Yo ya no me puedo bajar.
Mientras tanto el gallo 'taba mirando y vio que venían unos arrieros y traiban unos perros.
-¡Don Juan!
-¿Qué hay?
-Allá vienen unos arrieros con unos perros.
-¿Di adónde vienen?
-Del lau del norte -dice.
Y en realidá venían del lau del sú.
-Sabe que por precaución, no vaya ser que estos perros no conocen el decreto del gobierno y me vayan a querer correr, es mejor que me vaya.
Y salió el zorro trotando, creendo que él nu iba en realidá para donde venía el arriero con los perros. En lo que iba trotando, agachado él, pensando ponerse a salvo, cuando mira que de ese lado venían los perros con el arriero. Y dio la vuelta don Juan y ha agarrau... ¡sálvate patitas, que nadie te salva! Cuando venía abajo 'el árbol ya los perros lo traían cerquita, y como el gallo lo 'taba viendo di áhi, le gritaba:
-¡Leeles el diario!... ¡Leeles el diario!...
En esa emergencia hasta el diario había perdido el zorro, en la carrera que tráia disparando...

Isidro Segundo Páez, 53 años. Los Sarmientos. Chilecito. La Rioja, 1968.

Cuento 54. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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