Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 1 de diciembre de 2013

El tigre y el mono .225

El tigre y el mono eran compadres, pero el mono hacía tiempo que había notado que el compadre tigre quería comerle. Para evitar que el día menos pensado le pegase el zarpazo, buscó el mono el medio de salvarse de la mala intención del compadre subiendosé a las ramas de un árbol donde alzó su ollita, su pavita, y allí se pasaba el tiempo cocinando, comiendo y mateando tranquilamente.
Un día, el tigre que lo merodeaba siempre, se sentó bajo ese árbol y mirandolé, le dijo:
-¿Por qué no se baja, compadre, para tomar junto el mate?
-¿Y por qué no se sube usté, compadre? Aquí es muy lindo tomar mate, y muy fresco.
-¿Y cómo podré subir? -preguntó el tigre.
-Pongasé, compadre -le enseñó el mono- con la cabeza para abajo y la cola para arriba y así le será fácil subir.
Así lo hizo el tigre, haciendo grandes esfuerzos por treparse al árbol, cuando, ¡zas!, el mono le había derramado en el culo un chorro de agua caliente. Entonces se enfureció tanto el tigre, que con todas sus fuerzas se prendió al tronco y le sacudió hasta que consiguió que el mono se cayera y le engulló. Lo tragó entero.
Una vez atrapado, el mono se acordó que llevaba un cortapluma en el bolsillo, con el que le partió la panza al tigre, consiguiendo salir sano y salvo. El tigre cayó muerto, y el mono se puso a pelar al compadre con mucho cuidado. Con el cuero del tigre se tapó el mono y empezó a andar por la orilla de un río, llamando la atención de las lavanderas que áhi estaban lavando. Al verse admirado, el mono, se puso a hacer piruetas en las ramas de un yuquerí490, cuando por desgracia las espinas se le ensartaron en los párpados, y así quedó colgado, bamboleandosé en el aire.
Un carancho que volaba a poca distancia y altura, decía: ¡curá! ¡curá!, creyendo ver en ese bulto una presa segura, pero al acercarse, el mono le dijo:
-Hagame, señor carancho, el gran servicio de sacarme de aquí y yo te llevaré adonde hay gordo para comer.
El crédulo carancho le salvó de su situación difícil al mono, pero el mono ingrato le armó una patraña, diciendolé:
-Mire, don carancho, allá, del otro lado del río parece que está viniendo una cuadrilla de perro. Yo te aviso para que no vaye a bajá.
Y cuando el carancho fijó su atención allá lejo, el mono se metió en una cueva.
El carancho, sin asunto, remontó el vuelo balanceando, diciendo:
-¡Crá!.. ¡Crá!..
Y así le embromó el mono al tigre y al carancho.

Rosa E. Gelardi de Schlomer. Ita-Ibaté. General Paz. Corrientes. 1950.

La narradora es directora de escuela, pero a pesar de cuidar la pronunciación, suprime muchas eses finales de palabra y aspira otras.
En este y en otros cuentos del nordeste argentino, el mono reemplaza al zorro en sus aventuras con el tigre.

Cuento 225. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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