Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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martes, 3 de diciembre de 2013

El tigre, el zorro y el conejo .217

Resulta que el tigre es tío del zorro. Pero este tío anda siempre a la acechanza de comerseló al sobrino. Y el zorro, un día, le ve llegar y dice:
-¡Ah!, éste me está por comer, pero yo me voy hacer el enfermo, le voy a decir que tengo un mal incurable, para que él se asute y me deje tranquilo.
Se acerca el tigre y le dice:
-¿Qué tal sobrino? ¿Cómo te va? ¿Qué estás haciendo?
-Aquí 'toy, tío. 'Toy enfermo. 'Toy achacoso. Cochambroso, 'toy.
-Pero ¿qué ti anda pasando, hijo?
-No sé -dice-, 'toy con mal de las espaldas -dice-, muy enfermo, y no tengo nada para comer -dice. No sé qui hacer. No puedo salir al monte tampoco a buscar nada.
-Bueno hijo, yo tampoco -dice. También ando hambriau. No sé qué podemos hacer.
Y dice:
-¿Por qué no se va hasta la casa del conejo? -dice. A usté no le hai tener tanto miedo como a mí. A mí me ve y escapa, no lo puedo pillar. Llusquita no más se me pierde. A usté no le hai tener tanto miedo.
-Bueno -le dice el tigre.
Le da todas las señales donde vive el conejo y el tigre se va.
-Yo voy a 'star en la cama -dice. Usté digalé que venga a visitarme. Que yo necesito urgente que venga para acá.
Bueno, llega el tigre a la casa del conejo y le golpea la puerta. Y el conejo, de adentro no más, contesta:
-¿Quién es?
-Soy yo, el tigre, el tío del zorro...
-¡Ah! -dice. ¿Qué anda diciendo?
Dice:
-Le vengo a avisar que el zorro si ha muerto -dice. Y tenimos que ir. Lo vengo a invitar para que vaya al velorio. Hay que rezar bas-tante. Esta tarde, a la tardecita, a la hora 'e la siesta lo vamos a enterrar.
-¡Ah!, bueno -dice. ¡Muchas gracias! Yo voy a terminar di hacer todos mis quihaceres y voy a ir para allá.
Pero el conejo se queda pensando.
-¡Qué raro -dice- que se ha muerto el zorro! Pero de todas maneras voy a ir.
Había ido el conejo, había alzau su rosario. Si ha ido cantando, camino para la casa del zorro.
Y había 'tau el tigre espiando por la ventana. Y le dice el zorro, dice:
-Cuando ya 'té cerquita, vos escondete tras la puerta, de manera que cuando él abra la puerta -dice- le das el zarpazo y comemos los dos.
Bueno...
Llega el conejo. Todo cerrada encuentra la casa. Y empieza a mirar... 'Taba divisando por el ahujerito de la llave y no sé cómo ve que el zorro mueve l'oreja, y dice:
-¡Ah, este pícaro jullero! Ya me ha querido embromar otra vez. Pero ya va ver él.
Entonces grita el conejo de afuera:
-¡Zorro que mueve l'oreja nu es muerto!
Y el zorro si había quedau quietito. No movía nada.
-Cuando 'tá bien muerto, mueve la pata di atrás -le dice.
Y el zorro comienza a mover urgente la pata di atrás.
Y el conejo, por supuesto, patitas pa qué te quiero, salió corriendo a su casa y no se dejó pillar con ninguno de los dos.

Delia Corvacho de Saravia, 46 años. Humahuaca. Jujuy, 1970.

La narradora es maestra de escuela. Oyó el cuento a la abuela, en la infancia, en Maimará, otro pueblo de la Quebrada de Humahuaca.
Es una variante del cuento tradicional, en el que entra un nuevo personaje: el conejito de la tierra.

Cuento 217. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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