Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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viernes, 31 de agosto de 2012

Una familia con ingenio

Cierto campesino que era ya anciano, llamó un día a sus tres hijos y les dijo:
-Creo que voy a morir pronto porque tengo muchos años. Y moriré en la po­breza, como he vivido. Nada puedo da­ros, salvo un consejo.
Y entregó a sus hijos una guadaña, un gallo y un gato, recomendándoles que se fueran por el mundo en busca de fortuna.
El mayor, que había heredado el gato, viajó muy lejos y pasó grandes fatigas hasta encontrar el país soñado: una isla plagada de ratones donde la gente no po­día vivir.
El muchacho visitó al gobernador po­niéndose a su servicio al objeto de aca­bar con los ratones. Gracias a su gato, lo logró en pocos días. El gobernador le re­compensó con un saco lleno de monedas de oro.
Y sucedió que el segundo de los her­manos también se puso en camino, con su guadaña al hombro y llegó a un lejano país donde recogían las cosechas que­mando la paja, con lo que, a veces, que­maban también las espigas.
El muchacho les enseñó a cortar el tri­go con su guadaña y las gentes quisie­ron poseerla. Y se la compraron dándole un baúl lleno de oro.

999. Anonimo

Una esposa tonta

Un campesino trabajador se casó con una muchacha muy bonita pero muy tonta.
Una vez en casa de su marido, la muchacha preguntó a éste:
-¿Qué puedo hacer con la harina del granero?
-¡Cuidado que eres ignorante! Cómetela a cucharadas -respondió.
-¿Dónde puedo poner los chorizos y jamones de la despensa?
-En el campo, claro está.
-Y dime, ¿qué contiene la vasija de cobre qué está en la alacena?
-Semillas de calabaza. Se la daremos al cacharrero a cambio de una nueva - contestó el marido.
Pero la vasija contenía en realidad monedas de oro, sus ahorros de varios años de duro trabajo.
Al día siguiente, en su ausencia, pasó el cacharrero y la mujer le cambió la vasija de cobre por otra mayor. El cacharrero ya vio lo que contenía y se la llevó pensando no volver más.
Después de la faena, la muchacha llevó los jamones y los chorizos al campo y, naturalmente, se los comieron los perros.
¡La que se armó cuando el marido regresó a su casa! Y su tonta y bonita mujer le contó lo que había hecho. Con gran esfuerzo pudo sujetar su mano. Después de todo, era tan hermosa y obediente...

999. Anonimo

Una buena leccion

Pero no crea nadie que el Burrito perezoso había escarmentado. ¡No!
Aquella noche, al ver a la familia Micifuz a la puerta de su casa, enarboló el pistolón exigiendo:
-¡Entreguen su dinero, caballeros!
¡Ay!; no tuvo tiempo de más. En el mismo instante llegó el Perro Policía, le atrapó por el cuello y lo metió en la cárcel.
Y, en la soledad de su mazmorra, el Burrito se lamentaba así:
-Estoy dolorido, lleno de arañazos y tan pobre como siempre. ¡Me lo tengo merecido, por desear ser rico sin trabajar!
Oyendo esto desde el otro lado de la puerta, pues el Perro Policía tenía buen oído, decidió que el escarmiento ya era suficiente para el Burrito, así que le dejó en libertad.
Y el perezoso burrito dejó de serlo, volvió a su casita, labró su huerto y vivió honradamente el resto de sus días.

999. Anonimo

Un viaje increíble

Esta es la historia de antonio, un ratón que vivía en la punta de un cerro.
Antonio, trabajaba día y noche para limpiar de polvo una bota que hace años atrás le había regalado su amigo el viejito pascuero. Ya era costumbre para el pasar las navidades con esa bota y como faltaba poco debía terminar luego.
Un día, antonio escucho que golpeaban su puerta. ¡Era su amigo ramiro que venia del pueblo!... se veía muy cansado.
Antonio le dijo a ramiro que se sentara a descansar.
Ramiro había subido caminando hasta la punta del cerro para invitar a antonio a pasar la navidad en su casa, el pensaba que su amigo se sentiría solo en navidad.
Ramiro había tardado en su viaje más de lo que debía, sabia que para subir a la punta del cerro tenia que caminar nueve días, pero... debido a lo resbaloso del pasto había demorado el doble.
Ramiro se encontraba cansado y triste porque faltaban solo tres días para navidad, sabia que era imposible estar de vuelta con su familia para ese día.
Antonio preocupado pensaba y pensaba ¡Como poder ayudar a su amigo!
¡Y planeo un viaje increible!...
Es así que con voluntad y amistad antonio y ramiro celebran juntos la navidad. Antonio con su bota y ramiro con su familia.

999. Anonimo

Un sabio

...Cuenta una leyenda que había dos niños patinando sobre una laguna congelada.
Era una tarde nublada y fría, pero los niños jugaban sin preocupación; cuando, de pronto, el hielo se rompió y uno cayó al agua.
El otro niño viendo que su amiguito se ahogaba debajo del hielo, tomó una piedra y empezó a golpear con todas sus fuerzas hasta que logró quebrarlo y así salvar a su amigo.
Cuando llegaron los bomberos y vieron lo que había sucedido, se preguntaron:
-¿Cómo lo hizo? ¡¡¡¡El hielo está muy grueso, es imposible que lo haya podido quebrar, con esa piedra y sus manos tan pequeñas!!!!
En ese instante apareció un anciano sabio y dijo:
-Yo sé cómo lo hizo.
-¿Cómo? - Le preguntaron al anciano.
Y él contestó:
-No había nadie a su alrededor que le dijera que no se podía hacer.
Como dijo ALBERT EINSTEIN: "Si lo puedes imaginar, lo puedes lograr"

999. Anonimo

Un regalo para el topo

Érase un topo bondadoso que un día se encontró con un par de gusanos.
Estos experimentaron algún recelo. ¿Sería el topo capaz de engullirlos? ¡No! Se limitó a largarles unos suaves topetazos de reconocimiento, porque los topos no ven, y luego les saludó alegremente:
-¡Hola; hola! Presiento que estáis hambrientos. Os conduciré a mi despensa.
Los gusanitos dudaron entre su hambre y su temor. Venció el primero y siguieron al topo por galerías subterráneas hasta llegar a la despensa del topo, donde se hartaron de comer.
Cuando se despidieron se habían hecho muy amigos y prometieron volver a verse.
Resultó que, al regresar a las raíces de su árbol, descubrieron las gafas que un sabio había olvidado allí, luego de estar leyendo.
-¡Será un buen regalo para el topo! -se dijeron.
Y con grandes esfuerzos, pues las gafas eran como una montaña para ellos, consiguieron introducirlas por las galerías y llevar el regalo a su nuevo amigo.
El topo se emocionó al principio, se alegró después y cantó por último y en lugar de montarse las gafas sobre la nariz, se las puso como sombrero y se fue a pasear delante de sus amigos y parientes.

999. Anonimo

Un regalo del cielo

Aquella mañana de sábado, Carlos se levantó temprano, su padre le había prometido ir a comprarle una cometa y estaba emocionado, llevaba tiempo soñando con ir al parque Juan Carlos I a volarla como hacían los mayores.
Eran las 7 y normalmente no había nadie levantado a esas horas, pero aquel día no era así, escuchó murmullos que venían de la cocina y se acercó a ver quien se le podía haber adelantado.
Papá y mamá estaban en la cocina, agachados alrededor de la mesa, y parecía que contemplaban algo.
-¿Qué pasa mamá...?  preguntó Carlos inocentemente.
-Nada cariño, vuelve a la cama -intentó disuadirle su madre.
-¿Qué estáis mirando....? -insistió el pequeño ya con tono de preocupación al observar que su perro estaba allí tapadito con una manta.
Se trata de Trosky hijo, hace un rato le hemos oído quejarse y nos hemos levantado para ver que le pasaba.
-¡Seguro que quiere ir a la calle a hacer pis o algo parecido! -dijo Carlos convencido de que su amigo intentaba adelantar la hora del paseo matutino.
-Papá lo ha intentado - dijo su madre pesarosa -pero no ha querido salir.
-¿Entonces qué le pasa mamá? -continuó Carlos con lágrimas en los ojos.
-No lo sabemos cariño, parece estar enfermo, papá le va a llevar al veterinario - respondió tranquilamente intentado no asustar a Carlos.
-¡Quiero ir con ellos! -insistió el niño.
- Es mejor que no vayas -intervino por fin su padre, que parecía estar muy afectado por la situación -yo iré en un momentito para que le den alguna medicina.
- No puedo dejarle solo, soy su mejor amigo y quiero estar con él.
-Deberías hacer caso a papá, nosotros nos iremos a comprar la cometa, y cuando volvamos ya estarán aquí los dos y el susto habrá pasado.
Carlos insistió, pero sus padres lograron convencerle de que papá debía ir solo al veterinario.
Trosky se encontraba muy mal, respiraba con dificultad y parecía haber perdido las fuerzas, ni siquiera era capaz de levantarse; papá lo envolvió en la manta, lo cogió en brazos y se lo llevó.
El pequeño le dio un beso y le despidió diciendo:
-¡Hasta luego viejo amigo!, tomate todo lo que te digan que mañana tenemos que ir al parque juntos y volar mi cometa.
Trosky era un cocker dorado precioso, con sus largas orejas y su cara de bonachón, llevaba en la familia 13 años y había sido la alegría de todos, además del mejor amigo y compañero desde que nació Carlos hacía 6 años.
-El niño se quedó llorando, a pesar de los ánimos que le intentaba infundir su madre el casi presentía que algo no iba a salir bien.
Papá se marchó a las 7:30 y se escuchó el ruido de las llaves en la puerta cuando aún no eran las 9; había tardado muy poco.
Carlos salió corriendo hacia la puerta, y cuando vio que su padre no traía a Trosky, se quedó parado en seco y preguntó:
-¿Se ha quedado en el hospital de los perros papá....?
-No cariño -contestó su padre no pudiendo reprimir las lágrimas -el corazón de Trosky dejó de latir al llegar al veterinario.
-¿Se ha muerto......? -preguntó de nuevo el niño con cara de sorpresa y dolor a la vez.
-Lo siento cariño, pero era su hora de marcharse, ya era muy viejo.
-¡Eso no es verdad! -protestó Carlos enfadado y con los ajos anegados en lágrimas -solo tenía 6 años como yo.
-No cariño -intentó consolarle su madre -Trosky llevaba ya muchos años con nosotros cuando tu naciste.
-¡Me da igual! -balbuceó el pequeño sin alcanzar a comprender.
Carlos dio media vuelta y se marchó corriendo y llorando a su habitación; cogió una foto de su amigo y se tumbó en la cama.
-¿Cómo has podido marcharte así Trosky, eres mi mejor amigo y te quiero mucho...? -decía el niño como si la foto fuera el fiel reflejo de su viejo compañero al que había tenido a su lado hasta la noche anterior.
Su madre pensó que era mejor dejarle un rato solo, y al cabo de media hora se acercó a verle con un vaso de leche con cacao en la mano y le dijo:
-¡Hola cariño!, ¿cómo estás?
-¡Me siento muy mal mamá! Es como si me doliera aquí, en el pecho, y no puedo dejar de llorar, no sé donde está Trosky y le echo de menos.
-Lo comprendo hijo, a mí también me duele como a ti, y te diré que eso es el corazón; querías tanto a tu perro que ahora que no está es como si te hubieran arrancado un pedacito, pero no debes preocuparte, lo que nos ocurre es normal, se llama cariño.
-¿Y a dónde se ha marchado mamá?, si no está con nosotros -preguntó Carlos desesperadamente intentando buscar una respuesta que le hiciera al menos sentirse mejor.
-En el cielo cariño -respondió su madre cariñosamente.
-¿Los perros también van al cielo? -preguntó de nuevo un tanto extrañado.
-¡Claro hijo! Igual que iba al parque y comía y dormía en tu cuarto; el está ahora allí corriendo y saltando.
-¡Eso espero! -terminó diciendo el niño tristemente.
Carlos pasó el fin de semana pensando en su amigo, no tenía ganas de jugar, ni de comer, aunque decidió que debía hacerlo para no ponerse enfermo, y por supuesto no tuvo ninguna gana de ir a comprar la cometa con la que tan ilusionado estaba.
Sus padres intentaban consolarle, pero no podían hacer nada, tan solo esperar a que con el tiempo Trosky se convirtiera en un recuerdo, incluso pensaron en comprar otro cachorro que hiciera al niño volver a sonreír al tener un nuevo amigo, pero decidieron que ningún otro perrito sería capaz de reemplazar a su amigo.
El siguiente sábado por la mañana, Carlos seguía triste, aunque poco a poco se iba acostumbrando a la ausencia de su perro, y salieron de comprar a un gran almacén.
Casualmente pasaron por el departamento de cometas y su padre le animó a que eligiera la que mas le gustaba.
Carlos no tenía muchas ganas, pero al final accedió y eligió una de color azul brillante que simulaba una mariposa de grandes alas con unos ojos que parecían hablar.
Esa misma tarde salieron a probarla al parque, sin Trosky claro, pero el niño parecía estar algo mas animado.
Tras seguir las instrucciones de montaje con sumo cuidado, la cometa estaba lista para echar a volar, y así lo hicieron, primero papá la probó y después fue Carlos quien tomó el mando.
-¡Vamos hijo! -decía animosamente su papá -suéltala y déjala volar.
-¡Mira como sube! -decía Carlos sonriendo por fin.
Sus padres se miraron con satisfacción, tan solo era una cometa, pero al menos veían sonreír a su hijo después de una semana.
La brisa llevaba la cometa de un lado para otro en lo alto del cielo azul; hacía una tarde espléndida que invitaba a disfrutar de la naturaleza, y así lo hicieron, Carlos se puso una gorra para protegerse del sol y sus padres se sentaron debajo de un olmo a tomar un refresco.
Viendo como volaba la cometa, Carlos se sentó en la hierba a contemplarla, miraba al cielo, del que le había hablado su madre el sábado anterior y empezó a recordar a su viejo amigo; seguramente le estaría viendo jugar desde lo más alto.
De repente, llevado por la cegadora luz del sol, creyó ver algo en el cielo, un pájaro o un avión que volaba muy alto, Carlos se bajó un poco la visera de la gorra para poder verlo mejor, y divisó algo que no le pareció ser real, alguien le saludaba desde lo lejos y le llamaba por su nombre.
-¡Hola Carlos!, ¿cómo estás?
-¡Hola! - saludo el niño tímidamente -¿quién eres?
-No te asustes, soy un ángel.
-¿Un ángel del cielo..... un ángel de verdad?
-¡Pues claro! -afirmó -¿sorprendido....?
-Creí que solo se podían ver cuando te mueres y vas al cielo.
-Normalmente es así -contestó el ángel -pero a veces, la fuerza del corazón nos hace llegar hasta las personas que están pasando un mal rato.
-¿Cómo sabes tu que yo estoy triste?
-Porque un amigo tuyo me lo ha dicho
-¿Un amigo mío...? -dijo Carlos muy asombrado.
-Sí, tu perro Trosky.
-¿Está el aquí contigo..... estoy yo en el cielo?
-Tú no estás en el cielo pequeño, tan solo estás sentado en la hierba de un parque y sin darte cuenta has dejado volar tu imaginación.
-¡Pero si tu vives en el cielo...!
-Los ángeles podemos llegar hasta la imaginación de las personas bondadosas y tú eres una de ellas; ahora deja de hacer preguntas y acom-páñame.
-¿Al cielo...?
No Carlos, no te preocupes, dentro de un rato te irás a tu casa con tus padres y tan solo recordarás que algo maravilloso ha pasado por tu cabeza. Ahora cierra fuerte los ojos.
Carlos estaba tan sorprendido que no se atrevió a preguntar más e hizo lo que el ángel le decía, cerró los ojos con fuerza y sintió que la brisa se convertía en un viento débil que rozaba su cara y su cuerpo suavemente.
-¡Ya puedes abrir los ojos! -escuchó decir al ángel.
Carlos no lo podía creer, no sabía como, y tampoco estaba interesado en descubrirlo, pero cuando miró, se encontró en un maravilloso jardín lleno de árboles y praderas de hierba inmensas con fuentes y pequeños lagos, bancos de madera de tonos pasteles y caminos de guijarros de colores marrones claros, era como los cuadros que había visto en el museo cuando fue de excursión con el colegio, había pajarillos revoloteando por todas partes, mariposas de mil colores, ardilla trepando en los árboles, topos que asomaban en la hierba, pequeñas cascadas que relucían con el reflejo del arco iris, y paseando por todo el jardín, vio varios gatos, perros, conejos, hámster, ponys, patos y por supuesto ángeles.
-¡Esto es maravilloso! -exclamó Carlos.
-¡Hola! -saludó una voz a su espalda.
El niño se dio la vuelta y encontró a quien buscaba.
-¡Trosky, Trosky! -decía entre lágrimas - ¡te echaba mucho de menos!
-Yo también a ti Carlos, y le pedí a mi amigo Federico que me diera la oportunidad de despedirme de ti.
-¿Puedes hablar.... es increíble?
-Aquí las cosas son muy diferentes, todo es alegría, bondad y no existen las penas, cuando llegas estás un poco triste, recuerda que yo también me quedé solo, pero todos estos amigos me han hecho que me sienta muy feliz.
-¡Entonces no puedes volver conmigo! -afirmó el niño adivinando que tan solo estaba de visita.
-¡No!, tan solo quería verte para decirte que fui muy feliz a tu lado y que te doy las gracias por cuidarme y quererme cada día, pero cada uno tiene su tiempo de nacer, crecer, y después llegar hasta aquí.
-¿Yo también vendré aquí algún día?
-Probablemente, pero para eso falta mucho tiempo, algún día nos encontra-remos y no volveremos a separarnos jamás, pero ahora quiero que entiendas que tu sitio está en el mundo real, con tus padres, tus amigos, tu familia y que tienes muchas cosas por hacer y mucha gente a la que hacer feliz.
-Ya lo sé Trosky, pero me dio tanta pena que te marcharas que....
-Lo sé, pero piensa que ahí abajo, tienes una larga vida por delante y que no debes estar triste porque con ello solo consigues preocupar a los demás; piensa que yo aquí soy muy feliz y que aunque te recordaré siempre, quiero que tú también seas feliz. Guárdame con cariño en tu recuerdo y en tu corazón, con todo el cariño que me diste cuando estábamos juntos, ese es el mejor regalo que me puedes dar, y prométeme que serás capaz de ofrecer ese mismo cariño a quien te lo pida o lo pueda necesitar.
Te lo prometo Trosky - contestó el niño
-¡Ahora juguemos con tu cometa! - insistió el perro.
Federico el ángel, Trosky y Carlos, corrieron por las praderas sujetando fuerte el hilo y haciendo volar la cometa elegantemente, los tres reían y se divertían.
Pasaron un rato jugando, hasta que al saltar un pequeño arroyo, a Carlos se le soltó el hilo de la cometa y corrió solo a rescatarla.
-¡Esperad ahí! -ordenó el niño -ahora mismo la traigo de nuevo.
Pero cuando se volvió a sonreír a sus amigos, tan solo pudo ver a Trosky que le decía adiós con una de sus patas, alejándose poco a poco, y desapareciendo el maravilloso jardín que había acogido su encuentro.
Carlos comprendió entonces que el sueño, la imaginación o lo que hubiera sido aquello, había terminado, no volvería a ver a su amigo, pero estaba contento por todas las cosas que le había dicho.
Volvía a estar en el parque, sus padres continuaban debajo del árbol, se le había caído la gorra y la cometa también se le había escapado, como cuando estaba con sus amigos.
Corrió a rescatarla, tuvo que bajar una pequeña pendiente que iba a parar a un arroyuelo muy pequeño detrás de unos setos, la cometa había finalizado su caída allí; estaba mojada y sucia y Carlos se enfadó, el primer día y ya parecía un jersey recién salido de la lavadora. ¡Menudo plan!, no le había durado ni dos horas.
Bueno, ya le comprarían otra, ahora quería volver junto a sus padres y decirles que ya no estaba tan triste y que le gustaría que para su cumpleaños le regalaran otro perrito; pero cuando se iba a marchar escuchó un pequeño ruidito tras el.
-¿Hay alguien ahí? - preguntó expectante, se había alejado mucho y sintió un poco de miedo.
-Ummmmm! Ummmmm! -se escuchó un leve gemido.
Carlos estaba dispuesto a echar a correr, pero antes de que se pusiera en marcha, un pequeño cachorrito de color marrón y rabito enroscado, apareció de detrás de un gran seto.
-¡Chiquitín!...ven -dijo Carlos al pequeño animalito que se le acercaba temeroso -no te haré daño.
El perrito se acercó despacio, estaba algo sucio y parecía tener hambre y frío, Carlos lo abrazó y le dio calor y besos por todas partes.
-¿Te has perdido?, ¿está tu dueño por aquí?... -preguntaba el niño con lágrimas en los ojos.
Al ver que Carlos no estaba volando su cometa, sus padres se acercaron a buscarle y le encontraron abrazado al pequeño cachorrito.
También un guarda del parque se acercó al pensar que el niño se había caído y estaba herido y necesitaba ayuda.
-¿Cariño estás bien? -preguntó su madre.
-Sí mami -contestó Carlos emocionado -y mira lo que me he encontrado.
-¡Oh Dios mío! pero si es un cachorrito -gritó emocionada su madre- ¿de quién es...? -quiso saber.
No creo que sea de nadie, -interrumpió el guarda, hace un par de días que vaga por aquí, seguramente algún desaprensivo lo habrá abandonado, había pensado llamar al ayuntamiento para que vinieran a recogerlo.
-No hará falta -dijo el padre de Carlos- ya tiene un lugar a donde ir, nos lo llevamos a casa con nosotros.
-¿De verdad papá... de verdad mamá...? -lloraba, reía y saltaba Carlos al oírlo.
-Claro que de verdad hijo, tan solo tienes que pensar en un nombre para ponerle, porque tendrás que enseñarle muchas cosas.
-¡Trosky papá, se llamará Trosky! -afirmó Carlos con pleno convencimiento.
-Muy bien, dijo su madre, y ahora vamos a casa, que a este pequeñajo le hace falta un buen baño, una buena comida y mucho cariño.
-Gracias papá, gracias mamá - decía Carlos que aún lloraba de emoción -no os parece como si esto fuera un regalo del cielo.

999. Anonimo

Un problema gatuno...


Allá por los Andes venezolanos, mas concretamente en la población de Mucuchíes, en donde junto a mis padres nos hospedamos en una confortable posada para turistas, gozando de la apacible tranquilidad del lugar y de un frío paramero, conocí a un hermoso gato color de nieve, el cual muy pronto se hizo amigo mío y al inspirarle confianza me confió la siguiente historia de su vida:
Hace poco mas de un año vine al mundo, protegido por los cuidados y cariño de mi madre, la cual tuve la desgracia de perder poco después, con la inmensa suerte de que en esos mismos días una linda perra llamada Clavel dio a luz cinco bellos cachorros y haciendo gala de su instinto maternal no tuvo inconveniente de adoptarme como hijo suyo y junto a su prole vine creciendo, compartiendo con ellos sus juegos y travesuras, como la de espantar a las gallinas, corretear a las ovejas, perseguir a los ciclistas y otras tantas de nuestra edad juvenil.
En otras ocasiones y para burlarme de ellos me trepaba de un salto en un árbol que hay en el corral o me paseaba orondo por arriba del tejado, ante sus miradas que denotaban su confusión y envidia de no poder hacer lo mismo, pero sin romper con ello el cariño y hermandad que nos unía o compartir en el mismo plato los alimentos que nuestros dueños nos suministraban a diario.
El problema que me atormenta actualmente es el de no saber a ciencia cierta si verdaderamente soy un gato o por el contrario pertenecer a la raza canina, por cuanto a mi manera de ver las cosas y analizar mi conducta en ciertas ocasiones, creo tener doble personalidad que no deja de preocuparme, pues recientemente mis amos con el propósito de librarse de unos ratones que saqueaban la bodega, me encerraron una noche allí y fue tanto el miedo que me dio al verlos que salí despavorido, circunstancia que me induce a tener que consultar lo mas pronto posible, por no decir de urgencia con un psicólogo allá en la ciudad de Mérida en donde he sabido que hay muy buenos facultos que con absoluta seguridad van a resolver mi grave problema que con toda confianza te he dado a conocer y que por ningún motivo debes divulgar en descrédito de mi noble reputación.

999. Anonimo

Un principe en su trono

Besalu, descontento por haber perdido la segunda partida, dio una palmada y aparecieron unas danzarinas. Mientras su contrincante las miraba, el rajá cambió los dados y lanzó su jugada. Antes de que cayeran, el gatito blanco jugueteó con ellos.
-¡Quita de ahí ese bicho! -ordenó el rajá.
El encanto había surtido efecto y Salim ganó también aquella partida.
-¡He ganado en buena lid al rajá! -dijo Salim, dirigiéndose a los altos dignatarios.
-¿Se puede saber quién va a gobernar en mi lugar? -gritó Besalu.
-Tu propio hermano, al que heriste a traición y tiene más derecho que tú a ocupar el trono -le contestó el joven príncipe, que ordenó: ¡Ministros, llevad a prisión al traidor!
Al momento Salim salió de la ciudad, pero regresaba poco después llevando a la grupa al hermano de Besalu, al que todos aclamaron.
Y Salim pudo regresar al palacio de sus padres con los magníficos regalos que el agradecido príncipe repuesto en el trono le había entregado. Pero no se separaron y fueron siempre como hermanos. Con su ayuda mutua, engran-decieron sus respectivos reinos, cumpliéndose así el anuncio de los mendigos adivinadores.

999. Anonimo,

Un negro castigo

La madrastra y Sarah se llevaron una colosal sorpresa al ver aparecer sana y salva a la muchacha.
-Creímos que te habías caído al pozo y ahogado.
La muchachita contó su aventura y mostró el saquillo lleno de monedas de oro que el Hada le entregara.
La envidia sugirió un infeliz plan a la madrastra.
-Hija mía, vete al pozo y tírate, pues ya sabemos que no va a sucederte nada malo y llévate este saco grande para que lo llenes de oro.
Ni corta ni perezosa, Sarah obedeció. Pero cayó sobre piedra y quedó llena de moraduras y bastante fea. Pronto se acercó a saludarla el Hada del Pozo.
-Os haré compañía y os ayudaré -prometió Sarah. Supongo que luego me entregaréis una buena recompensa.
-Sí, sí -contestaba el Hada con ojillos que chispeaban de malicia.
Y como nada le daba, Sarah buscaba por todos los rincones el tesoro del Hada, sin hallarlo. En vista de su fracaso, dijo que deseaba regresar a su casa.
El Hada accedió y entregó a la muchacha un saquito. Sarah, se sirvió de la cuerda del brocal para subir a la superficie y luego, muerta de curiosidad, desató el saquito, hundió en él las manos y, sacándolas pegajosas, se las pasó por la cara.
-¡Qué asco! ¡Es pez!
De improviso, el Hada surgió a su lado.
-No te preocupes, no se te quedará siempre en la cara. Se te quitará cuando seas buena.
El cuento no dice si Sarah fue buena alguna vez y si se le borraron las huellas de pez.

999. Anonimo

Un mundo mágico


Cuando niña, siempre fantaseaba con un mundo lleno de grandes emociones. Gracias a las locas historia de mi abuelo. Mis padres siempre lo recriminaban por que me llenaba la cabeza de tonterías, según ellos. Pero un día, cuando apenas contaba con tan solo diez años, mi abuelo me contó una historia realmente increíble, y algo complicada para mi edad, pero puse toda la atención posible a una de las nuevas fantasías de mi abuelo.
En un bosque muy lejos de aquí, cerca de cinco lunas, existía un mundo paralelo al nuestro, lleno de grandes magos, duendes, hadas, en sí todo a lo que se puede llamar mágico. Pero para llegar a él tienes que pasar por una serie de riesgos y, lo más importante, creer en su existencia. En realidad era toda una odisea.
Mientras crecía, bueno en realidad no fue mucho, ya con mis diecisiete inviernos decidí corroborar la historia de mi tan fantasioso pariente. Además era una buena excusa para salir del pueblo. Cuando les comente a mis padres que me iría pusieron el grito en el cielo, y casi matan a mi abuelo sino se encontrase ya muerto, pues no les cayó bien mi idea. En realidad apenas enterados de mi decisión me encerraron en mi habitación, creyendo que así impedirían mi tan anhelado viaje. Ya bien entrada la noche decidí escaparme no sin antes dejarles una nota en la cual les explicaba que: Mi mundo no era vivir comúnmente como lo estuve haciendo todo ese tiempo. Que quería explorar la tierra, y averiguar si más allá había un mundo diferente, lleno de magia y fantasía. Un mundo que anhelaba conocer.
Para poder emprender el viaje sin ningún contratiempo, tuve que cortar mi hermoso cabello rubio, ponerme pantalones y una camisa para poder simular a un varón. Esto lo pude conseguir gracias a las ropas de mi padre, que afortunadamente era de mi estatura. Así comencé mi viaje en mi caballo Tasus, y con lo suficiente para poder sobrevivir a mi travesía. Tuve que viajar cerca de dos días para poner cierta distancia entre mi pueblo, y por que no decir mi padre, quien me buscaría. Afortunadamente no tuve contratiempos en todo el camino. Así que decidí descansar en un pequeño claro que había encontrado. Prepare una fogata, y tuve que cazar un conejito para comer lo cual no me hizo ninguna gracia ya que nunca lo había hecho. En realidad fue muy difícil, pero tenía que alimentarme sino quería morir. Ya saciada mi hambre, decidí dormir un poco ya que tenía mucho camino por recorrer para encontrar lo que me había empeñado en buscar.
 El día llego, con pesadumbre me levante cuando el sol ya me cubría el rostro impidiendo mi sueño. Me propuse a bañar en tan exquisito lago, luego desayune algo de té con pan de nuez y queso de cabra. Cuando terminé, levante mi improvisado campamento. Tomando las riendas de Tasus me propuse caminar, pues ya estaba bastante cansada de montar, y así nueva-mente emprendí el viaje.
A medida que me apartaba más al norte hubo momentos en que me hospede en posadas, después de haber regateado por una habitación claro esta. Se preguntaran con qué dinero, pues con mis ahorros. Mi abuelo siempre me enseño a ahorrar “para sacarme de apuros” siempre decía. Además que por el camino tuve que narrar historias para poder conseguir el tan preciado metal. Mientras más avanzaba más sitios conocía, eran increíbles cada uno de ellos. Hasta que por fin llegue al bosque, era como me había dicho mi abuelo, con grandes árboles que podían tocar el mismo cielo de cuyas copas salía un extraño y tenebroso sonido, que si no fuera por lo que había tenido que hacer para llegar aquí no ingresaría. Lo que lamente fue dejar a Tasus ya que la espeses de los frondosos matorrales podrían herirlo. Pero lo curioso fue qué a medida que me intentaba adentrar al bosque, aquel sonido cambiaba inexplicablemente a uno más calido y hermoso, que me llenaba de una paz interior que ni siquiera pueden imaginar. Era espléndida la belleza del bosque con flores gigantes que nunca había visto jamás. Incluso me acerque a tratar de olerlas pero una voz me sorprendió muy cerca de mi oído:
–Yo de ti no haría eso. 
–Me dijo.  
Era como una pequeña mariposa pero ésta tenía cuerpo humano, y un lindo vestidito rosa. Volaba alrededor de mi cabeza mientras hablábamos.
–¿Por qué? 
–Le pregunté.
–A veces las apariencias engañan, es carnívora.
–Pero no lo parece.
–Ya te dije, nunca confíes en lo que no conoces.
–Entonces tampoco debo confiar en ti.  
–Jajaja… Aprendes rápido, pero no te preocupes yo no muerdo soy vegetariana jajaja… 
–Dijo sin dejar de reír.
–Eres un hada ¿verdad?
–¿Cómo lo sabes?, espera yo lo adivino, por mi magnifica belleza y mis hermosas alitas, no. 
–Dijo toda presuntuosa.
–Eres bastante modesta para ser tan pequeña, en realidad mi abuelo siempre me contaba historias sobre ustedes, y muchas otras cosas. 
–Le dije orgullosa por mis conocimientos.  
–Mira quién habla de pequeñas, pero es muy interesante lo que dices, hay muy pocas personas que conocen nuestra apariencia. Siempre divagan cuando hablan del mundo mágico. 
–Somos interrumpidas cuando otra voz que no pude escuchar, aclama la presencia de la hada. 
–Lo siento pero me tengo que ir. 
–Terminó, emprendiendo el vuelo lejos de mí.
–¡Espera por favor, puedo ir contigo! 
–Me apresure a decir, pero era muy tarde.
El hada se va rápidamente volando sin escuchar mis palabras, así que decidí correr tras ella. Corrí mucho sin saber hacia dónde, hasta que llegue a un extraño río con el agua más cristalina, permitiendo ver a peces de diferentes colores y tamaños, nadando libremente. Que con sólo mirarlos recordé el hambre que tenía, así que decidí pescar uno para comerlo. Cuando ya tenía un hermoso pez dorado en mis manos el pez hablo y tuve que rápidamente soltarlo, cayendo de traste y empapando mi ropa.
–Pero que haces niña, a nosotros no nos puedes comer. 
–Dijo el dorado pez.
–Pero… pero, es que…Tengo mucha hambre… -lo siento. 
–Trate de decir con la cabeza gacha por la vergüenza.
–No te preocupes, sígueme.
Vi como el pez saltaba en el agua, y corrí tras el hasta que se detuvo antes de llegar a una parte profunda del río, y me dijo: Que de aquí podría sacar cuantos peces quisiera y comerlos. Le agradecí pero le pregunte si estos peces hablaban, porque no quería comer algo que hable. El pez tan solo se rió de mí, y se alejó como lo había hecho antes. Entonces pesque un gran pez, y lo cocine, comiéndomelo en tan sólo unos minutos mostrándome cuan hambrienta había estado. Después de esto me entró un sueño al que no pude resistirme, y me recosté bajo un árbol ya que estaba anocheciendo. Caí en un sueño tan profundo hasta que sentí unos lametones en mi rostro, y poco a poco abrí mis ojos sorprendiéndome al abrirlos cuando un hermoso león blanco me observaba tranquilamente. Pensé que hasta aquí llegaba mi travesía, y este hermoso espécimen me comería. Me arrincone más al árbol sin saber que hacer cerrando fuertemente mis ojos a medida que el animal se acercaba más a mi, y mi sorpresa fue grande cuando éste me lamió, nuevamente, abrí con temor uno de mis ojos, y observe una sonrisa que se dibujaba en los labios del león, y me hablo:
–No temas Desslie, no pienso hacerte daño, sólo vine a ayudarte.
Hasta ese momento ya no me sorprendía que también pudiera hablar, pero mi nombre ¿cómo lo sabía?
–¿Cómo sabes que me llamo así? 
–Pregunté curiosa.
–En este mundo se sabe todo, mi nombre es Zangar. Como te dije, te vine a ayudar.
–¿Ayudar?, ayudar ¿en qué?
–A llegar al mundo mágico.
–¿Qué… acaso ya no estoy aquí? 
–Pregunté, ahora sí, más que sorprendida.
–No pequeña, esto es sólo parte de él, te falta mucho para llegar, ven súbete en mi lomo yo te llevare, no debemos demorar demasiado.
Decidí no preguntar más, solo por el momento. Subiéndome en su lomo con lo poco de mis pertenencias cruzamos un pantano espantoso, que a medida que avanzábamos pude observar que sobre la superficie comenzaban a salir algo que no sabía qué era. A mí me parecían serpientes. Estaba muy atenta y asustada, hasta que uno de ellos trato de hacernos caer al fangoso lago, fue así como los pude ver de cerca, sus extremidades inferiores se parecían a las de un caimán, la superior humana pero llena de escamas, y con cabeza de serpiente. Pero gracias a las fuertes garras de Zangar logramos salir de allí con largos saltos que nos alejaron rápidamente de tan horrible lugar. Me alegró mucho contar con la ayuda del león, porque al parecer esto era por lo que tenía que pasar después del hermoso bosque, y estoy segura que no lo hubiera logrado. Después de dos arduos días sin descanso cruzamos ese horrible pantano. Llegando a un hermoso claro muy parecido al que había dejado días atrás.
–Aquí estarás a salvo mi pequeña amiga. Será mejor que descanses, mañana podrás emprender nuevamente el viaje. 
–Dijo Zangar. Cuando ya me había bajado de su segura montura.  
–¡Gracias!, sino hubieras estado conmigo no hubiera llegado hasta aquí. 
–Con estas palabras abrase al gran león.
–Estoy seguro que te las hubieras ingeniado muy bien sin mi, pequeña.
–Oh, no lo creo, pero gracias. 
–Dejando de abrazar ya al león.  
–Descansa, y será mejor que comas algo. Mira ves esos árboles frutales qué están allá, de allí puedes comer algo, y en el lago hay muchos peces si quieres comer.
–Oh, gracias, pero ésos no hablan ¿verdad? 
–Pregunté rápidamente.
–Jajaja… Eres muy graciosa, lo sabías, no te preocupes puedes comerlos tranquila, ésos no hablan jajaja… 
–Dijo Zangar riéndose por la pregunta.
Avergonzada por mis palabras baje la cabeza, y le dije casi en un susurro:
–De todas maneras no tengo mucha fuerza para buscar algunas ramas y encender una fogata, creo que me conformare con la fruta, gracias.
–Como quieras pequeña, nos veremos luego. 
–Dijo pretendiendo marcharse.  
–¿Te marchas? – Dije algo apenada por la partida de mi amigo.
–Sí, pero no te preocupes te aseguro que nos volveremos a ver. 
–Dijo mientras se acercaba, y lamía mis lágrimas.
–Gracias, pero, ¿cómo voy a saber hacia dónde ir? 
–Atiné a decir entre sollozos mientras abrazaba nuevamente al hermoso león blanco.
–No te preocupes, tú instinto te lo dirá. Adiós. 
–Con estas últimas palabras Zangar desapareció de mi vista.
Después de comer y descansar decidí explorar el sitio un poco, a medida que me adentraba más allá del río, divisé un hermoso purasangre azabache con un cuerno en la testa y unas bellas alas del mismo color que bebía la dulce agua del río. Me acerque lo más despacio posible para no espantarlo, extendí mi mano temblorosa para frotar su crin, y me asombro que se dejara acariciar. Al voltear su hocico, y recibir mi caricia pude ver que tenía unos fastuosos ojos azules. Mi estupor fue interrumpido cuando nuestros oídos captaron un silbido que requería a tal estupendo animal, éste troto apartán-dose de la orilla, y desplegando sus grandes alas voló hacia su llamado. Yo, con la boca abierta al ver volar a tal animal, corrí en la dirección en la que se alejo. Mayor fue mi sorpresa cuando un hombre se subía en el caballo, y se alejaban sin escuchar mi llamado. 
Al ver partir a tal preciado animal, con quien al parecer era su dueño, decidí seguir apreciando tan hermoso lugar, llegando pronto a la fuente del río en el cual me dispuse a darme un baño. Allí, me sorprendió una Xanas, ninfa propia de los ríos de España, la cual era aún una niña y, siempre, le gustaba ir a la fuente para jugar.
–Hola extraña, ¿quieres jugar conmigo? 
–Preguntó la Xanas.
–Oh, lo siento, no te había visto. 
–Dije algo sobresaltada.
–Descuida, ¿quieres jugar?
–¿A qué quieres jugar?
–A zambullirnos, ¿quieres?, me encanta ese juego. 
–Me dijo contenta.  
–Claro.
Y así, comenzamos a zambullirnos. En realidad el juego consistía en ver quien resistía más en el agua, ella siempre me ganaba, ya que era una ninfa acuática. Jugamos así mucho rato, hasta que me di cuenta que mi piel, estaba arrugada por el largo tiempo que había pasado en el agua, así que decidí parar el juego.
–¡Eh!, no sé como te llames, pero creo, que ya basta de juegos por hoy.
–Ah, que pena, me llamo Sally-anne, y ¿tú?
–Desslie, fue un placer jugar contigo, Sally-anne. 
–Le decía mientras me disponía a salir del agua para vestirme 
–Ya es muy tarde, no crees que debes ir a casa, tu madre te debe estar buscando.
–Sí, ya es tarde, ¿podremos jugar mañana? 
–Me dijo Sally-anne.
–No lo creo, mañana, tengo que emprender el viaje nuevamente, lo siento.
–Descuida, tal vez, nos volvamos a ver, te diriges al castillo verdad.
–Me dijo más afirmando, que preguntando.
–¿Castillo? 
–Pregunté aturdida.  
–Adiós, nos veremos luego.
–¡Hey, espera! 
–Vi como la Xanas se alejaba, adentrándose rápidamente a las profundi-dades del río.   
Esa misma noche, tuve un extraño sueño, en el qué aparecía un hombre con orejas puntiagudas, alto, muy guapo, pero exótico a la vez, y me llamaba su princesa. Me levante sobresaltada, ante aquel inexplicable sueño, y me propuse seguir mi viaje, sin saber, qué me depararía el futuro.
 Después de caminar casi toda la mañana, llegue a un camino, que estaba indicado con piedras de distintos colores, avance no más de cinco metros, cuando de pronto, escuche el relincho de un caballo. Así qué me dispongo a buscarlo, dándome con la sorpresa que tal caballo, era el que había visto días atrás. Nuevamente me acerque, como lo había hecho antes, cuando de pronto, una voz me sorprendió detrás de mí:
–Es hermoso, ¿verdad? 
–Rápidamente volteo, y lo que vi me sorprendió aún más, cuando el hombre de mi sueño se presentaba ante mí 
–Se llama Alphard, y, yo soy Shegab, ¿tú eres?
–Desslie, me llamo Desslie. 
–Me apresure a decir, sorprendida. 
Aquel hombre estaba vestido: con una especie de túnica blanca sujeta por un cinto marrón, con largos cabellos, de un inexplicable color que no era negro, rubio ni rojo. Sus ojos fueron lo que más atención me dio, al igual que su cabello, sin color definido, ni azules, ni negros, ni verdes. Pero a pesar de eso era un ser encantador.
–Un placer Desslie. 
–Dijo Shegab. Hasta Alphard relincho moviendo la cabeza en forma de saludo 
–Parece que también le agradas.
Los dos sonreímos, y fue así que pude ver su sonrisa dulce y angelical. Acariciando tiernamente al animal dije:
–En realidad, ya nos conocemos, pero no sabía que se llamara así, bonito nombre.
–Entonces, te gustaría dar un paseo en el.
–Claro, me encantaría. 
–Sin disimular mucho mi alegría, que casi doy brincos por la emoción, pero afortunadamente me contuve.
Él ya estaba montado en Alphard, y me ayudo a subir al corcel tendiéndome la mano para depositarme sobre los cuartos traseros de Alphard. Sujetándome muy fuerte de su cintura emprendimos el vuelo.              
Desde el cielo la vista del bosque era hermosísima, sobrevolamos por bellos lugares hasta un río que tenía una gran cascada, en la cual decidimos detener nuestro viaje para descansar.
–Fue muy lindo y emocionante, gracias. 
–Dije.
–Me alegro que te halla gustado. ¿Deseas comer algo? 
–Dijo él.
–Sí, pero no tengo nada.    
–No te preocupes, espérame un momento, ya vuelvo. 
–Apartándose de mí.
Después de unos cuantos minutos retorna con una liebre muerta.
–¡Oh, la has matado! 
–Exclamé acercándome rápidamente a él.
–Pues sí, no me dijiste que tenías hambre, ¿no te gusta? 
–Me decía mientras me mostraba la presa que había capturado para comer.
–No es eso, sólo que me da mucha pena ver a un animalito muerto.  
–Ah, lo siento, ¿qué has estado comiendo entonces?
–Bueno, en realidad si los como…, ah, olvídalo.  
Él sólo se echó a reír, y se dispuso a prepararlo. Me sorprendió mucho más cuando, después de juntar las ramas secas que nos servirían para la fogata, con solo un chasquido de sus dedos encendió las ramas. Sabes, creo que en este mundo ya no me debería sorprender tales cosas, pero no pude evitar hacerlo. Mientras comíamos le comencé a contar por todo lo que había pasado para llegar aquí. Incluso me enteré que los seres que nos habían atacado a zangar y a mí en el lago, se les llamaba Masientrix. Eran una especie de guardianes, y cuando le conté de mis padres no puede evitar entristecerme, haciendo que él lo notara y quisiera consolarme abrazándome, lo peor de todo es que no pude rehusar llorar. Después que logré sosegarme, ya era demasiado tarde, así que me dijo:
–Será mejor que nos vallamos, ya está anocheciendo.
–Sí claro, siento mucho haberme puesto a llorar pero… 
–No pude seguir cuando sentí un nudo en la garganta, queriendo nueva-mente llorar.
–No te preocupes, tal vez los vuelvas a ver. 
–Abrazándome nuevamente esta vez evitando que vuelva a llorar 
–¡Eh, que te parece, si vamos a mi casa! 
–Exclamó para sacarme de mi tristeza.
–Gracias, pero no quisiera molestar.
–No es molestia, vamos sube. 
–Ya montado en Alphard.
Al igual que la vez anterior me subí en Alphard, y junto a Shegab emprendimos nuevamente el vuelo. El viaje no duro mucho, llegamos a un gran y hermoso castillo. A medida que sobrevolábamos el castillo pude ver a muchas personas las cuales desde lo alto se veían muy pequeñas, y grande fue mi sorpresa cuando los pude ver de cerca, ya que eran enanos, incluso yo era más alta que ellos. Alphard fue llevado a las caballerizas, y nosotros entramos en el castillo. Ya dentro Shegab me lleva ante sus padres, y me presenta:
–Padres, les presento a Desslie.
–Mucho gusto Desslie, yo soy Trevers y ella es Mandy. 
–Dijo su padre amablemente, quien era vivo retrato de Shegab, solo que más viejo, y su madre igual de alta, pero de cabello rubio rojizo, además de ser muy bella.
–El gusto, es mío. 
–Dije con una sonrisa.
–Shegab hijo, instala a Desslie en una de las habitaciones, seguramente desea descansar.
–Sí madre.
–Desslie, nuevamente es un gusto conocerte, ojalá te sientas cómoda en nuestras instalaciones. 
–Dijo amablemente su madre con una hermosa sonrisa, igual a la de Shegab. 
–Descuide, estoy segura que son muy cómodas. 
–Dije igualmente con una sonrisa.      
Fui conducida por Shegab a través de largos pasillos que conducían a la estancia en la que me instalaría. Al entrar en ella no pude evitar quedar estupefacta con ver lo grande que era, tenía una enorme cama en el centro cubierta con finas sábanas de seda, y sobre ella ropa de cama lista para estrenar. Al lado de la misma había una mesa y sobre ella una lámpara finamente diseñada, una butaca se encontraba cerca de una de las grandes ventanas de cristales emplomados, el piso era de mármol blanco. También había un armario al cual corrí a abrir dándome con la sorpresa que se encontraba lleno de hermosos vestidos refinadamente diseñados, y justo de mi talla. También pude notar otra puerta la cual daba al baño. Después de darme un buen baño, y ponerme la sedosa pijama me dispuse a dormir.
Al siguiente día recibí la noticia de qué se llevaría a cabo una ceremonia a la cual estaba cordialmente invitada. Como faltaba mucho para la fiesta decidí ir a las caballerizas para ver a Alphard, pero lamentablemente no lo encontré. Pero me dio mucho gusto al ver a mi caballo Tasus, el cual también me recibió alegremente con sus relinchos. Pase gran parte del tiempo con mi caballo, y explorando la cuidad que circundaba al castillo, a cada sitio qué entraba era recibida con una reverencia incluso recibí muchos obsequios.
No sólo había enanos en la ciudad, también había centauros, duendes, brujas, magos, ninfas de bosque, minotauros, elfos y hadas. Incluso me encontré a Dita que era como se llamaba el hada que conocí la primera vez que llegue al bosque.
 Ya en la fiesta, todos vestían elegantemente. El traje que había decidido ponerme era un elegante vestido largo de color verde claro, el cual se me ajustaba perfectamente de la cintura para arriba. Iba del brazo de Shegab, que llevaba una túnica de cuello alto con un cinturón, de color negro, con pantalones oscuros y unas botas negras de interior.
Baile la mayoría de las piezas con Shegab, y otras con su padre. En realidad durante toda la fiesta me encontraba muy nerviosa, primeramente porque nunca había asistido a una fiesta como ésta, y mucho menos bailado, afortunadamente Shegab siempre estuvo a mi lado. La noche transcurrió. Terminada la hermosa fiesta, me dispuse a retirarme a mis aposentos a los cuales gustoso Shegab se dispuso acompañarme. Y cuando ya nos encontrábamos en la puerta de mi cuarto:
 
–Me gustaría mucho, que aceptaras acompañarme a un bello lugar mañana, Desslie.
–Me encantaría Shegab. ¿Acaso aún hay bellos lugares en este mundo mágico qué me falta conocer? 
–Pregunté sorprendida y alagada por su invitación.
–Ah, mi bella Desslie, claro, pero ninguno se compara a tu belleza 
–Sus palabras hicieron que me sonrojara y bajara la cabeza creyendo que así evitaría que se diera cuenta. Sentí como él tomaba mi mano, y tomándola entre las suyas me dijo 
–Siento haberte apenado mi bella Desslie, pero no puedo evitar decir la verdad.
Levante levemente el rostro aún apenada y sonreí.
–Gracias. 
–Me atreví sólo a decir.
Él, beso mi mano delicadamente sin dejar de ver mis ojos, incorporándose luego, y regalándome una de sus hermosas sonrisas.
–Ahora descansa, mi bella Desslie.
Él espero que entrara al cuarto, y después se marcho.
El amanecer llego tan lindo como tantos en este mágico lugar, a pesar de llevar tan poco tiempo en el. Después de desayunar con sus padres, al no encontrar a Shegab, su madre me dijo que me estaba esperando en la caballeriza. Corrí, y lo encontré preparando a dos caballos: uno de ellos era mi adorable Tasus y el otro era un hermoso lipizano blanco. Al no ver a Alphard por ningún lado le pregunte por el, diciéndome que donde íbamos no era necesario llevarlo, además quería que descansara un poco. Partimos, cada uno en nuestros respectivos caballos. En todo el camino íbamos hablando de la fiesta, y de los alrededores. No pude evitar preguntarle nuevamente ¿dónde quedaba ese sitio tan especial?, a lo que sólo me respondía que: “la paciencia es una virtud, mi adorable Desslie”. Después de varias horas de camino lleno de prados, llegamos al pie de una gran montaña en donde desmontamos. Y Shegab emite un suave sonido con una especie de flauta cuya forma consistía en un tubo de unos diez centímetros, mitad madera y metal, con tan sólo dos orificios. Al emitir el dulce y suave sonido produjo que la montaña comience a temblar, y que poco a poco de sus faldas se abra una pequeña puerta. Encendiendo una antorcha que se encontraba en la entrada, nos disponemos a entrar, entré de su mano mientras él con la otra sostenía la antorcha. Nos acercamos a una fuente de agua, de un insólito color azul, que era llenada por una pequeña abertura en la parte alta de la misma fuente. Shegab, deja la antorcha en un antorchero cerca de la fuente y me dice:
–Ven, Desslie, acércate. 
–Dijo dándome su mano.
 Me acerque, colocando mis manos en el borde de la fuente.
–Es muy lindo, a pesar de estar en un sitio bastante tenebroso.  
–Cuando me contaste de tu familia, te pusiste muy triste, y quería que los vieras. Pero para eso, te voy a pedir que cierres tus ojos y pienses en ellos. Los abrirás cuando yo te lo diga. 
–Hice lo que me pidió, aún, sin entender lo que iba a suceder –ahora, Desslie, ábrelos.
 Muy lentamente, abrí los ojos, y la escena que observe me puso a llorar. Mi madre, estaba muy feliz, cantando una canción de cuna, cuando de pronto aparece mi padre, y sonríe abrasando a mi madre.
 
-Es preciosa, ¿verdad? 
–Escucho decir a mi madre.
-Sí, es muy bella. 
–Dice mi padre.
-Me recuerda a nuestra Desslie.
 
Veo a mi madre llorar, y a mi padre abrazarla. Poco a poco la imagen se va alejando, mostrándome la escena completa: mis padres y un bebe en una cuna.
–¡¿Quién es?! 
–Exclamo la Pregunta confundida a Shegab. Sin dejar de ver la imagen.
–Es tu hermanita.
–¡¿Hermanita?! pero no puede ser, yo soy hija única, además ella apenas es una bebe.– Dejando a un lado la imagen, para ver fijamente a los extraños ojos de Shegab.   
–Cuando te marchaste, tu madre estaba encinta. Tu padre, te busco sin saber que rumbo habías tomado. Pero una vez, llego a una villa, en la cual le dijeron que una mujer con tus características fue hallada muerta en el bosque, como nadie reclamaba el cuerpo lo enterraron en el pueblo. Tu padre, al principio, no lo creyó pero al no tener nunca noticias tuyas se resigno, y al regresar a casa se dio con la agradable noticia que era padre de una hermosa bebe, a la que llamaron Hope.
Yo escuchaba atenta, a Shegab, mientras veía la imagen de mis padres junto a mi hermana. Con mucho pesar dije:
–Creo que es mejor así. Quiero mucho a mis padres, pero la vida que me esperaba en ese mundo no la quería, por lo menos tengo el consuelo de que no están solos 
–Después de un largo silencio observando la bella imagen de mi familia 
–Gracias. 
–Fue lo único que dije finalmente mientras la imagen se disipaba por completo.
 Un año paso desde que llegue al mágico lugar, cada día aprendía muchas cosas nuevas. Me entere que Zangar, era rey de todos los animales del bosque, y uno de los consejeros reales del reino. Mandy, madre de Shegab, me enseñó el arte de leer las estrellas, y Shegab a parte de mostrarme innumerables lugares me enseñó tiro con arco, que era una de sus habilidades. Me enteré que Tasus había sido traído por un mago del pueblo y buen amigo de Shegab, fue por eso que encontré a Dita la primera vez que llegue al bosque, ya que ella era la asistente del mago. No sólo aprendí, y conocí muchas cosas, si no que me iba enamorando más de Shegab.
 
En plena fiesta de celebración de mi cumpleaños, numero veinte, Shegab me sorprendió pidiéndome que me casara con él, a lo cual acepté dichosa. Y es así como me convierto en la princesa de éste majestuoso y mágico lugar. Pero como yo no pertenecía a este mundo por ser humana, no duraría por siempre, así que Shegab me ofreció pasar nuestras vidas por siempre juntos convirtiéndome en un elfo. No sé cómo paso, tan solo recuerdo que un día, me levante, y al mirarme al espejo observe mis orejas puntiagudas.
Es así como encontré, y ahora pertenezco a este mundo lleno de fantasía, ilusión, magia y por que no amor. Tan solo les digo que nunca dejen a un lado sus sueños, traten siempre de hacerlos realidad, y recuerden que dependen de ti para que se cumplan.     

999. Anonimo