Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 6 de agosto de 2012

Por qué la liebre tiene el labio leporino


Un viejo tigre, ya ciego, atrapó una vez a una liebre.
-Déjame vivir -le suplicó la liebre, y te llevaré a un lugar donde sé que hay un rebaño de ovejas pastando.
El tigre liberó a la liebre, quien lo condujo muy serena, no al encuentro de las ovejas, sino a la parte más alta de una roca, des­de donde el tigre se precipitó y murió.
La liebre se fue corriendo y se encontró con un cazador que llevaba tres zorras recién muertas.
-Cazador -le dijo, ¿ves aquella roca? Si miras hacia abajo, verás al tigre muerto y podrás quitarle sin peligro la piel. Mien­tras tanto, si quieres, yo me ocuparé de tus zorras.
El cazador dejó sus presas en el suelo y fue a despellejar al tigre.
La liebre se fue corriendo y se encontró con un pastor que conducía a su rebaño.
-Pastor -le dijo, ¿ves aquel sendero? Justo después del re­codo, hay tres zorras muertas. Si quieres ir a cogerlas, yo me en­cargaré, mientras tanto, de tu rebaño.
El pastor se dio prisa en salir en busca de las zorras. La libre se fue corriendo y, al llegar al bosque, vio a una loba que cuida­ba a sus lobeznos.
-Loba -le dijo, ¿ves aquel valle? Hay un rebaño de ovejas y nadie las cuida, porque el pastor se ha ido. Ve a buscar una ove­ja, si quieres, mientras go me ocupo de tus hijos.
La loba corrió a buscar una oveja, y la liebre prosiguió su ca­mino. Llegó a una cabaña y, frente a ella, vio a un viejo que tras­quilaba el pelo de su camello.
-Viejo -le dijo, ¿ves aquel bosque? Allí hay unos lobeznos abandonados; quién sabe adónde se ha ido su madre. Si quieres cogerlos, yo me ocuparé de cuidar del pelo de tu camello, para que no se lo lleve el viento.
El viejo fue a coger a los lobeznos, y la liebre llamó al viento para que, con su soplo, se llevase el pelo del camello.
¡Imaginaos qué confusión! El cazador volvió con la piel del tigre y comenzó a perseguir al pastor que se había llevado sus tres zorras, el pastor perseguía a la loba que le había robado una oveja; la loba perseguía al viejo que le había quitado a sus lo­beznos; y el viejo intentaba desesperadamente recoger el pelo del camello que había dispersado el viento.
Ante aquel espectáculo, la liebre no pudo contener la risa. Estaba tan tentada de risa que se sostenía la panza, y tanto se rió que se le hendió el labio superior. Desde aquel día, la liebre tie­ne el labio hendido.

136. anonimo (uzbekistan)

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