Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 6 de agosto de 2012

Pelón y sus hermanos envidiosos


Había una vez un campesino que tenía siete hijos: seis eran men­tecatos y envidiosos, el séptimo era alegre y muy inteligente. Tanta era su inteligencia que hasta se le habían caído los pelos de su cabeza. Era completamente calvo y todos lo llamaban Pe­lón. Poco antes de morir, el viejo campesino dejó a cada uno de sus hijos una ternera y les advirtió:
-Cuidad bien de vuestra ternera y llevadla a pastar. Crece­rá, llegará a ser una vaca y así tendréis de qué vivir.
Cada uno de los hermanos se ocupó de cuidar a su ternera y solían llevarla a pastar, tal como les había aconsejado su padre. Un día, Pelón cayó enfermo p les pidió a sus hermanos que lle­vasen su ternera a pastar. Los hermanos accedieron pero, cuan­do estuvieron lejos de la aldea, tiraron la ternera de Pelón a un pozo abandonado. Al volver, le dijeron a Pelón que el animal se había caído por accidente.
Pero Pelón comprendió que sus hermanos, envidiosos, la habían arrojado a propósito; fue al sitio para echar un vistazo y se encontró con un camello que se había escapado de una cara­vana. Pelón dejó entonces a la ternera librada a su destino y vol­vió a casa con el camello.
Los hermanos, al verlo llegar con el camello, se quedaron boquiabiertos. Pelón contó:
-Fui a ver el pozo donde se capó mi ternera. Recé varias oraciones para que saliese y, en lugar de la ternera, salió un ca­mello. Y por eso me lo he traído a casa.
Al escucharlo, los hermanos decidieron inmediatamente salir con sus terneras y arrojarlas al pozo. Y así lo hicieron. Después se arrodillaron y se quedaron rezando todo el día. Lle­gó la noche, pero del pozo no salió ningún camello. Los her­manos comprendieron, finalmente, que Pelón les había tomado el pelo.
Furiosos contra él, se apresuraron en prender fuego a la pe­queña alquería. Pelón perdió casi todos sus bienes, pero no se desanimó. Cogió dos bolsas, llenó una con tizones apagados y la otra con cenizas, y se dirigió a la ciudad.
Se instaló en la plaza del mercado y comenzó a dar voces di­ciendo que tenía en venta dos bolsas llenas de plata. Un rico mercader que pasó por allí por casualidad quería comprarlas, pero Pelón le dijo:
-Se las vendo, sí, pero con una condición: que no las abráis antes de llegar a casa. Si las abrís antes, la plata se transformará en cenizas y tizones, porque se trata de una plata mágica.
El mercader accedió y le dio a Pelón muchas monedas a cambio de las bolsas. Así, Pelón pudo reconstruir su casa, com­prar una manada de camellos y ahorrar algo. Sus hermanos se morían de curiosidad por saber dónde había encontrado tanto dinero y él les contó toda la historia.
Los hermanos quemaron inmediatamente sus casas, llena­ron de cenizas y de tizones sus bolsas y se dieron prisa en llegar a la ciudad. Fueron a la plaza del mercado y comenzaron a dar voces diciendo que tenían plata en venta, pero que nadie debía mirar el interior de las bolsas antes de llegar a su casa, porque la plata estaba encan-tada y se transformaría en cenizas y tizones.
Ocurrió que el rico mercader, víctima del engaño de Pelón, pasó en ese momento por allí. Cuando oyó que había otros ven­dedores de plata mágica, cogió un bastón y atizó con él a los her­manos.
Y así los hermanos envidiosos se quedaron definitivamente sin nada: ni terneras, ni casa, salvo la espalda llena de cardenales.

Fuente: Gianni Rodari

155 Anonimo (turkestan)

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