Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 6 de agosto de 2012

Nasreddín el burlón


Nasreddin era un terrible burlón. Un día fue a la casa de su ve­cino y le pidió prestada una tinaja grande. Una semana después, se la devolvió diciéndole:
-¿Sabes, amigo mío, que tu tinaja ha tenido una tinajita?
Y, en efecto, dentro de la tinaja había otra más pequeña.
El vecino se sintió satisfecho por haber conseguido sin es­fuerzo una tinaja pequeña y no dijo nada. Poco después, Nas­reddin le pidió que le prestase de nuevo la tinaja grande. El veci­no se la dio de buena gana, esperando que ganaría de nuevo una tinajita. Pero pasó una semana y Nasreddin no dio señales de vida. Entonces el vecino fue a su casa y le pidió que se la devol­viese.
-Querido vecino -dijo tristemente Nasreddin, ¡tu tinaja ha muerto!
-¿Cómo puede morir una tinaja? -exclamó irritado el vecino. Nasreddin lo miró sorprendido:
-Si una tinaja puede tener una hija, ¿por qué, en tu opinión, no podría morir?
Y el vecino tuvo que volver a casa sin su tinaja.
Un tiempo después, Nasreddin se encontró con el vecino en un café y le preguntó:
-¿Estás todavía enfadado conmigo por aquella historia de la tinaja?
-¡Claro que lo estoy! -respondió el vecino.
-Bien, olvídate del enfado. Te daré otra tinaja si vienes con­migo al río a beber.
«Eso es fácil», pensó el vecino. Los otros parroquianos del café se rieron por la extraña propuesta.
-Pero si vuelves al café sin haber bebido -continuó Nasred­din, deberás devolverme la pequeña tinaja que nació de tu tina­ja grande.
El vecino aceptó y se dirigieron juntos al río. Cuando llega­ron, Nasreddin le dijo al vecino:
-Espera, no podemos hacerlo así. Debemos llamar a alguien para que sirva de testigo. Tú podrías no beber y afirmar que has bebido. Yo podría negar que has bebido aunque hagas bebido. En definitiva, nunca nos pondríamos de acuerdo.
-Vale -dijo el vecino-, volvamos al café e invitemos a al­guien para que sirva de testigo.
Volvieron al café y los parroquianos le preguntaron ensegui­da al vecino:
-¿Has estado en el río?
-Claro.
-¿Y has bebido agua?
-No, no lo he hecho... -respondió el vecino y, de repente, comprendió que Nasreddin lo había engañado de nuevo.
-Tienes mala suerte -se rió Nasreddin. Ve, tráeme la tinaja pequeña y deja de estar enfadado conmigo.

148. anonimo (azerbaiján)

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