Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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sábado, 4 de agosto de 2012

Monte toro

Pese a que las circunstancias del hallazgo de la imagen de la Virgen que se venera en el Santuario de Monte Toro son, básica-mente, las mismas que adornan la aparición de las vírgenes trobades en las islas, no puede faltar aquí el re­lato fantástico-religioso que explica, desde 1290, la presencia en aquellos parajes de la queridí-sima moreneta.
Entre los bienes que los mercedarios poseían en la isla, se hallaba, según una bula de 1291, la «ecciesia S. Marie, de podio de Toro, cum possesionibus suis». Era esta iglesia, al parecer, la del convento que existiría, en la falda del mon­te, en los terrenos de Llináritx. Allí, un anciano religioso ob­servó una noche la estela luminosa que, desde la cima de la montaña, se elevaba hasta el cielo. Puesto el hecho en conoci­miento de la comunidad y confirmada por todos la visión, resolvieron subir hasta lo alto del monte, en busca del origen de la misteriosa luz.
Todos cuantos intentos llevaron a cabo los religiosos vié­ronse entorpecidos por la presencia de un toro que, arreme­tiendo contra la comitiva, la ponía en fuga, frustrando sus propósitos. En un último intento, decidieron una nueva as­censión, abriendo la marcha un religioso con la cruz alzada. De este modo las cosas cambiaron; el animal se amansó y, abriendo la marcha, condujo a la comunidad hasta una grie­ta, en la cima del monte, donde hallaron el origen del fenó­meno luminoso: una imagen de la Virgen, de color oscuro y unos tres palmos de talla, escondida -¡quién sabe cuándo!­- por alguna mano piadosa, para salvarla de la profanación.
Bajada la imagen al convento -no podía ser de otra ma­nera-, a la mañana siguiente había desaparecido y fue nue­vamente hallada en la cima del monte, manifestando así su deseo de permanecer donde se había hecho encontrar. Allí se instalaron los mercedarios, edificando unas modestísimas de­pendencias que, con el tiempo y tras varias vicisitudes y cam­bios, han originado el actual santuario de Monte Toro.
Sólo temporalmente accedió a permanecer lejos de allí la Virgen. Expulsados los agustinos -custodios por entonces del santuario- en 1835, el edificio entró en una etapa de abandono y deterioro, llegando a desmoronarse su fábrica en 1842. Ello motivó el traslado de la imagen a la cercana villa de Mercadal, durante los tres años que duró la recons­trucción.
Anteriormente, al menos en dos ocasiones (1622 y 1659) la moreneta del Toro fue llevada a Ciutadella en sendas pro­cesiones votivas, rogando por la terminación de desastrosas sequías. Según han dejado atestiguado los coetáneos, el re­sultado no pudo ser mejor en ambas rogativas y, siempre se­gún esos testimonios citados, una circunstancia portentosa se produjo como en la primera ocasión: un toro bravo hizo ines­peradamente su aparición y, como en los legen-darios sucesos del hallazgo, abría mansamente la comitiva.
Dejemos para los estudiosos las connotaciones que el toro tiene en la dilatada historia de Menorca. Interesantísimas son las teorías que abarcan, desde supuestos cultos taurolá­tricos en la prehistoria de la isla, hasta el protagonismo del mítico animal en la leyenda con la que se instituye una devoción mariana, iniciada en los albores de la invasión catalana.

Fuente: Gabriel Sabrafin

092. anonimo (balear-menorca)

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