Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 5 de agosto de 2012

Las tres hachuelas

Había una vez un leñador muy pobre. Preparaba en el bosque los haces de leña que su mujer iba a vender a la ciudad. Así ganaban lo suficiente para no morirse de hambre. Un día en que el leñador volvía de su trabajo, la hachuela se le escapó de las manos y cayó en las torrentosas aguas de un río. El desdichado estuvo un rato en la orilla lamentándose sin saber qué hacer.
De repente, asomó en la superficie del río un viejo de barbas blancas, que le preguntó:
-¿Por qué te lamentas, hombre?
-Se me ha caído la hachuela en el río y sin ella estoy perdido.
-Quiero ayudarte. Soy el espíritu de este río y recuperaré tu hacha.
El viejo se sumergió en las aguas y reapareció poco después con una hachuela en la mano. Pero no era una hachuela común: era toda de oro.
-¿Es ésta tu hachuela?
-No, la mía era de hierro y tenía un mango de madera.
El viejo se sumergió de nuevo y volvió a la superficie poco después con una hachuela, toda de plata, en la mano.
-¿Es ésta tu hachuela?
-No -respondió el leñador, la mía era de hierro y tenía el mango de madera.
El viejo se sumergió por tercera vez y, cuando volvió a la superficie, empuñaba una hachuela de hierro con mango de madera.
-Ésa sí es mi hachuela -exclamó el leñador muy contento. Te lo agradezco de todo corazón.
-Eres un hombre honrado -dijo el espíritu del río, y para recompensarte te daré también la hachuela de oro y la de plata.
Y antes de que el leñador pudiese agradecérselo, ya había desaparecido en las aguas del río.
El leñador cogió las tres hachuelas y volvió a casa. Vendió la de oro y la de plata y obtuvo tanto dinero que su miseria se acabó para siempre.
Cuando su vecino se enteró de lo que había pasado, cogió también él una hachuela, fue hacia el río y la tiró al agua. Después se sentó en la orilla a esperar.
Al rato asomó en la superficie el espíritu del río y le preguntó:
-¿Qué estás haciendo aquí, hombre?
-Se me ha caído la hachuela en el río.
-Yo te ayudaré -dijo el viejo.
Se zambulló en el agua y, poco después, volvió a la superficie con una hachuela toda de oro en la mano.
-¿Es ésta tu hachuela?
-¡Sí, sí, gracias, es justamente ésa!
-¡Embustero! -gritó el viejo encolerizado, cogió al pobre infeliz y lo arrastró bajo el agua.
Nadie lo ha vuelto a ver.

169. anonimo (vietnam)

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