Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 6 de agosto de 2012

Las cabritas y el lobo


Había una vez un bosque, y en el bosque había un prado, y en el prado una casita, y en la casita vivía una cabra con sus ca­britas.
Una mañana, la cabra salió a comprar comida y, mientras salía, dijo:
-¡Niñas, no abráis la puerta a nadie! ¡Podría entrar un lobo y comeros!
El lobo estaba escuchando oculto detrás de la ventana y, cuando la cabra se fue, llamó a la puerta diciendo:

Cabras, mis cabritas,
abrid la puerta ya,
aquí la tenéis, a mamá,
con la leche blanca blanca,
con el agua fresca fresca,
con la hierba verde verde.

-¡Tú no eres nuestra mamá! Nuestra mamá tiene la voz fina como un cabello. ¡Debes de ser el lobo! -gritaron las cabritas. Y no abrieron la puerta.
Entonces el lobo se fue a ver al herrero:
-¡Herrero, herrero, por favor, límame la lengua, que mi voz debe volverse fina como un cabello!
El herrero limó la lengua del lobo, y el lobo volvió y llamó de nuevo a la puerta de la casa de las cabritas:

Cabras, mis cabritas,
abrid la puerta ya,
aquí la tenéis, a mamá,
con la leche blanca blanca,
con el agua fresca fresca,
con la hierba verde verde.

-¡Ésta es la voz de mamá, fina como un cabello! -exclama­ron las cabritas. Y estaban a punto de abrir la puerta. Pero la menor de todas dijo:
-¡Muéstrame tu pata!
El lobo levantó una de sus gruesas patas negras a la altura de la ventana y las cabritas gritaron:
-¡Tú no eres nuestra mamá, debes de ser el lobo! ¡Nuestra mamá tiene las patas blancas como plumas de oca! y no deja­ron entrar al lobo.
Entonces el lobo fue a ver al tahonero:
-Tahonero, tahonero, cúbreme de harina las patas, haz que se vuelvan blancas como plumas de oca.
El tahonero cubrió de harina las patas del lobo, y el lobo volvió y llamó de nuevo a la puerta de la casa de las cabritas:

Cabras, mis cabritas,
abrid la puerta ya,
aquí la tenéis, a mamá,
con la leche blanca blanca,
con el agua fresca fresca,
con la hierba verde verde.

Y el lobo mostró por la ventana una de sus patas, toda cu­bierta de harina.
-Ésta es la voz de mamá, fina como un cabello, y su pata es blanca como una pluma de oca -exclamaron las cabritas, y esta­ban a punto de abrir la puerta.
Pero la menor dijo:
-¡Muéstrame tu cola!
El lobo alzó su cola larga y peluda hasta la ventana y las ca­britas gritaron:
-¡No eres nuestra mamá, debes de ser el lobo! ¡Nuestra mamá tiene la cola delgada como una espiga de trigo!
Entonces el lobo fue a ver al carpintero:
-¡Carpintero, carpintero, por favor, cepíllame la cola, haz que se vuelva delgada como una espiga de trigo!
El carpintero cepilló la cola del lobo, y el lobo volvió de nue­vo a llamar a la puerta de la casa de las cabritas:

Cabras, mis cabritas,
abrid la puerta ya,
aquí la tenéis, a mamá,
con la leche blanca blanca,
con el agua fresca fresca,
con la hierba verde verde.

Y el lobo mostró por la ventana la pata blanca de harina y la cola cepillada y fina.
-¡Ésta es la voz de nuestra madre, fina como un cabello, ~ ésta es su pata, blanca como una pluma de oca, y ésta es su cola, delgada como una espiga de trigo! -exclamaron las cabritas. Y abrieron la puerta.
El lobo se precipitó dentro de la casa y devoró a las cabritas, excepto a la menor, que se había escondido bajo la estufa.
Después de haberse comido a las cabritas el lobo se fue a be­ber al río, se tumbó en la orilla y se durmió.
La cabra volvió a casa, vio la puerta abierta de par en par y que las cabritas no estaban. Las buscó desesperadamente por to­das partes, llorando:

Cabras, mis cabritas,
abrid la puerta ya,
aquí la tenéis, a mamá,
con la leche blanca blanca,
con el agua fresca fresca,
con la hierba verde verde.

Entonces la cabrita menor salió de su escondite bajo la estu­fa p le contó a su madre toda la historia. La cabra, después de es­cucharla, se fue hasta el río. El lobo seguía tumbado durmiendo en la orilla. La cabra se abalanzó sobre él y le abrió la barriga con sus cuernos. Y de allí salieron, sanas y salvas, todas las ca­britas.

143. anonimo (eslovenia)

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