En los tiempos duros de
la colonización americana, los niños se veían obligados a trabajar como
hombres, para poder sobrevivir.
La familia Cody tenía un
único hijo varón, B¡ll, el que más tarde sería conocido por Buffalo Bill, que
ya a los once años empuñaba el hacha con fuerza. Por aquellos días, Isaac
Cody, el padre, preguntó al muchacho:
-Tengo que ausentarme
durante unos días. ¿Serás capaz de encargarte de la vigilancia del rancho y
del cuidado de tu madre y tus dos hermanas en mi ausencia?
-Puedes irte tranquilo
-dijo serenamente el muchacho.
Al amanecer del
siguiente día, un piel roja se aproximó a la cerca con idea de robar un
caballo. Bill, que adivinó su intención desde su puesto de vigilante junto a
la ventana, apareció en la explanada, rifle en mano, gritando:
-¡Deja ahora mismo ese
caballo!
Y para reforzar la orden
disparó y su bala pasó tan cerca de la cabeza del ladrón que éste, asustado,
se apresuró a huir a toda velocidad, sin intentar llevarse el caballo:
Ya conocéis la primera
de las proezas el que llegaría a ser un héroe fabuloso.
999. Anonimo,
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