Fuera, soplaba el viento y caía la
nieve y dentro de la cabaña, un anciano se moría, viendo llorar a sus hijas, a
sus hijos, a los maridos de sus hijas y a las mujeres de sus hijos; el anciano
habló así:
-¿Por qué lloráis? A la muerte
sucede la vida y un nuevo ser viene a sustituir al que ha desaparecido. El
invierno, con su capa de nieve, no hace sino dar vida a la tierra, que surge
más espléndida al apuntar la primavera. De los árboles resecos surgen nuevos
brotes, y su vida nueva es mejor. Así ocurrirá conmigo.
Aquella noche el anciano murió y en
la misma cabaña nació un nieto del anciano fallecido. Una vida joven y
prometedora iniciaba su andadura. Y el llanto M pequeñuelo fue consuelo para
los que allí moraban, y encendió su fe en el futuro.
Todos arrodillados junto al féretro
y la cuna, dieron gracias al Creador, que en su infinita sabiduría aliviaba las
desventuras con el bálsamo de la esperanza.
999. Anonimo,
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