Erase una niña fea de la que se
burlaban sus amigos. La niña callaba y lloraba cuando nadie la veía.
Un día que paseaba por el campo,
encontró a una joven bellísima que llevaba un largo vestido de raso blanco y un
palito en la mano. Esperanzada, la niña fea le preguntó:
-¿Eres un hada?
-Puede que sí, puede que no...
-Por favor, por favor... si eres un
hada, haz que no sea fea y que las demás niñas no se rían de mí.
-Sigue siendo buena y serás hermosa
-la replicó el hada, continuando su camino.
A partir de entonces, día a día, a
la niña se la veía menos fea. Al cumplir los quince años, era tan bondadosa que
la quería todo el mundo. Y todos decían:
-¡Qué bonita se ha vuelto la niña
fea!
-En su rostro resplandece la bondad
-aseguraban otros.
La niña fea, que ya no lo era, se
preguntaba a veces si la joven bellísima a la que halló un día sería un hada
o...
-Puede que sí, puede que no... -se
contestó a sí misma sonriendo, al tiempo que recordaba la respuesta de la bella
joven.
999. Anonimo,
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