Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 2 de agosto de 2012

La muchacha, la flor y la fiera


Cuento popular

Erase una vez un mercader que tenía tres hijas, todas muy bellas. Cada vez que se marchaba para hacer sus negocios, les preguntaba qué querían que les trajera, y ellas siempre pedían un traje muy bonito. Una vez, la hija más pequeña ya no quiso un vestido y le pidió al padre una flor.
El mercader marchó y, en el camino, se le hizo de noche. A lo lejos, vio una lucecita que brillaba y se dirigió a ella. Llegó a una casa, saludó y, como nadie contestaba y en la caballeriza había comida para el caballo, resolvió quedarse y pagar a la mañana siguiente lo que su animal hubiera comido. Pensando en esto y en su viaje, le entró sueño y, cuando estaba a punto de acostarse en el suelo, vio una puerta abierta. Entró en una sala donde había mucha comida, así que comió y, cuando estaba de nuevo a punto de acostarse, vio otra puerta abierta. Entró y vio una cama muy acogedora.
-¿Qué es lo que me pasa? -se preguntó.
Se desnudó, dejó toda su ropa sobre una sillita, se acostó y se durmió tranquilamente. Al despertar a la mañana siguiente, sus viejas ropas no estaban allí, y lo que encontró fue un bello traje que enseguida se puso. Antes de salir, vio una mesa llena de comida. Comió y, como al terminar seguía sin aparecer nadie, dijo:
-Ahora yo ya me voy y doy muchas gracias por todo.
Al salir, contempló un jardín lleno de flores y recordó lo que su hija menor le había pedido, así que arrancó una y, nada más hacerlo, apareció una fiera que le amenazó:
-Ahora te voy a comer.
El mercader le dijo muy asustado:
-No me comas: yo corté esta flor solo porque mi hija me pidió que le llevara una.
Y la fiera respondió:
-Si me traes a tu hija, no te comeré. La espero dentro de tres días. Pero si no vienes con ella, iré a buscarte y, entonces, te comeré.
Llegó el mercader a su casa con mucha tristeza, y la hija menor, al darse cuenta, le preguntó:
-¿Qué te pasa? ¿Te duele algo? ¿Has perdido alguna cosa? Dímelo.
Entonces, le contó:
-Ay, hija mía querida, yo no quería decírtelo, pero durante mi viaje entré en una casa y allí encontré una flor para ti. Al cogerla, se me apareció una fiera y me dijo que me comería si no te llevaba.
Y la muchacha le dijo:
-Entonces, vamos y que nos devore juntos.
Pero cuando llegaron a la casa, la fiera no apareció. Estuvieron esperándola varios días, hasta que el padre le dijo a la muchacha que regresaba a la casa a cuidar de sus otras hermanas. Y la dejó sola en aquella casa donde no había nadie, pero donde todos los días tenía vestidos nuevos y comida fresca. Ella no sabía quién hacía eso y, al cabo de unos días, escuchó:
-Hermosa doncella, hoy quiero comer contigo.
Y desde ese día, comieron juntos.
La muchacha tenía de todo, pero estaba apenada porque quería ir a ver a su papá y a sus hermanas. Y tanto era su deseo y su tristeza que, al día siguiente, encontró una nota de la fiera que le decía que podía regresar a su casa. También le decía en la nota que en la cabecera de su cama había una varita.
«Si quieres ir, muerde la varita y enseguida te llevará a tu casa. Igual para regresar. Pero si no vinieses a los tres días, me encontrarás muerto».
Y en verdad fue que mordió la varita y enseguida se encontró con su padre y sus hermanas.
Pero sus hermanas no la dejaron regresar a los tres días y, cuando por fin lo hizo, la fiera ya había muerto. Cuando la muchacha la vio, se echó a llorar, porque en el fondo la quería, y le acarició la cara diciéndole:
-¿Por qué has muerto, fiera bondadosa?
Así llorando y hablándole a la fiera, se quedó dormida y soñó que esta le decía:
-Corta una flor y rocíame el rostro con el agua que contiene.
Al despertarse, fue a cortar la flor y le roció el rostro con el agua. Enseguida se levantó bruscamente aquella fiera, se transformó en un hermoso joven y ya nunca más se separaron.

063. anonimo (mexico-náhuatl)

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