Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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sábado, 4 de agosto de 2012

La mata escrita


No sólo la doctrina de Ramón Llull fue el blanco de las iras de sus detractores. Hasta una simple mata del Puig de Randa, tradicional-mente vinculada al Doctor Iluminado, fue arrancada de cuajo, junto a la cueva en la que, es tradición, el filósofo se re­cogía para dedicarse a sus rezos y meditaciones.

Arbust estrany!
En cada nova fulla
com en les que li cauen per despulla
te marcats uns caracters desiguals;
lletres pareixen d'escriptura ignota
i es díu que un savi clarament hi nota
lo mon de Deu en mots orientals.

El desaguisado trascendió pronto. Alguien fue, según cos­tumbre, a visitar la cueva y la mata y, al encontrarla arrancada, quiso conocer los motivos de aquella decisión. Por toda respues­ta, al maestro del entonces colegio del puig, explicó que la había hecho arrancar, que haría lo mismo si brotaba de nuevo y que, además havía pensado en destruir del todo lo que se llamaba cue­va, que no la tenía por tal y poner allí algunas columnas, en el modo que pudiesen ermosearlo.
El rapapolvo de los prohombres, benefactores del monasterio y de su colegio, no se hizo esperar. Intervino el ayuntamiento de Ciutat, se cursaron sendos escritos al impulsivo cathedrático y al bayle de Algaida y se pidieron las correspondientes explicacio­nes. Las presio-nes debieron ser fuertes ya, que, el cuatro de se­tiembre de 1796, un mes después de recibir las severas amonesta­ciones, Guillermo Mayol, responsable de aquel conflicto, contes­taba con un informe e intentaba quitar hierro al asunto asegurando que la mata se había salvado por una especie de extraño prodigio. Decía así, en su escrito, el reverendo Mayol:
«En el año de 1793, por el mes de Julio, mandó el exponente a Guillermo Antich, su criado de la villa de San Juan, cortar leña para hacer hormigueros lo que executó el dicho Antich, cortando diferen-tes matas para, en el mismo parage, plantar distintos hor­migueros, cuyo número llegó hasta el de 16 ó 17 y concluídos, el propio Antich los pegó fuego y observó que todos estaban ar­diendo a excepción de uno situado junto a la mata que solamente le havían quedado las raíces, por haver construido aquel hormiguero de su leña y poniendo particular cuidado para encenderlo; pero como nunca se pudiese verificar, el exponente le preguntó que cómo era que aquel hormiguero no quería arder a lo que respondió que lo ignorava pues para lograrlo havía puesto particular cuidado, pero creyendo el que expone que sería por mal intelli­gencia de Antich, practicó por todos los vientos, y a todas horas el darle fuego para ver si se encendería y viendo, no podía lo­grarlo mandó al criado lo desbaratase y lo bolbiese a fabricar de nuevo en presencia del exponente y construido a satisfacción de éste le pegó fuego de su propia mano, pero jamás se logró, sin embargo de haverlo emprendido por muchas veces, de manera que sólo ardía aquella poca paja a estepas que se acostum-bran poner para encenderlo.
»Viendo, pues, que no tenían efecto sus más eficaces dili­gencias, enterada Margarita Gayá, cuñada del que expone, deter­minó emprenderlo por sí propia a cuyo efecto llevó una carga de paja y sin embargo de que por tres o cuatro veces le pegó fuego, lo que logró fue el que ardiera la paja, no pero el hormiguero.
»Empeñados todos los nominados en que havía de arder aquel hormiguero, discurrieron de qué medios se valdrían, lo bol­bieron a desbaratar, y compuesto otra vez a satisfacción de todos y también de Dn. Guillermo Sanoguera, Pbro, de la villa de Lluchmayor, quien se hallava presente expresando que havía de correr por su cuenta el hacerle arder, pues los demás no lo en­tendían, lo executó éste por dos o tres veces y lo sucedió lo pro­pio que, a los demás, y quedando (como corrido) deshacieron el hormiguero la abandonaron, quedando la leña intacta
»En este estado, al cabo de cosa de dos meses pareció un personaje quien saliendo de la Iglesia saludó al exponente, aun­que éste ignora quien fue el tal personaxe, ni menos hace memo­ria de su carácter (aunque diversas veces ha hecho estudio par­ticular para venir en su conocimiento) y le dixo: vamos a este terreno y estas peñas, a lo que condescendió el que expone y di­rigiendose ambos así a donde eran construídos los hormigueros, al llegar al parage del que no quiso arder, dixa el tal personaxe: aquí havía una mata escrita, lo cual oído por el exponente le dió un buelco el corazón e inmediata-mente creió que la causa de no haver querido arder aquel hormi-guero fue por estar construido de aquella mata escrita, y a poco rato se despidió el tal indivi­duo sin conocerlo, y teniendo el que expone por prodigio todo lo referido, determinó el trasplantar una raíz de dicha mata frente a la cueva en donde hizo penitencia el Beato Raymundo, la que a pocos días dió muestras de haver prendido, y sacó sus ramas las que en el día van aumentando. Siendo digno de reparo que havien­do practicado lo mismo con otras raíces de otras matas en el mis­mo parage, nunca han florecido. Que es cuanto puede informar a V.S.M. Illtre. Monte de Randa y 4 7bre. Guillermo Mayol, Pbro. Maestro de dicho Colegio. -Guillermo Sanoguera, Pbro.» (Archivo Municipal de Palma. -Libro de Ayuntamientos 1796. Tomo II, fol. 264 y 265).
Es de suponer que el «exponente», con tal de evitarse la bron­ca y sus posteriores consecuencias, debió de estrujarse a fondo el cerebro para redactar su informe. El texto no tiene desperdicio. Intentando compartir responsabilidades, involucra a su criado, a su cuñada, al cura de Llucmajor y a un misterioso personaje al que, sin saber quién era, da toda clase de explicaciones. Al final, para redondear su explicación, recurre al prodigio y, es de supo­ner, queda satisfecho. Con todo ello se formó -o mejor, se re­dondeó- una leyenda ya exis-tente.
Hoy, la mata escrita es una tradición más en trance de caer, definitiva-mente, en el olvido.
Pese a lo que, en su tiempo, afirmaba Costa y Llobera

... penyora i simbol d'aquell alt prodigi
per al poble conserva son prestigi
la mata escrita amb renaixent vigor...

pocos son los que se acercan a contemplar aquel lentisco vulgar cuyas hojas, marcadas con lo que parecen unos ininteligibles sig­nos cabalísticos, lo hacen particularmente extraño.

092. anonimo (balear-mallorca-randa)

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