Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

8-2-2015 a las 21:47:50 10.000 relatos y 10.000 recetas

10.001 relatos en tiocarlosproducciones

10.001 recetas en mundi-recetasdelabelasilvia

Translate

jueves, 2 de agosto de 2012

La mano peluda

Cuento popular

Erase un viejo muy viejecillo que tenía tres hijas muy lindas. De todas, la menor era aún más bella, porque tenía muy buen corazón y era sencilla. El viejito había dado la palabra de casar a sus hijas con el primero que pidiera su mano. Así casó a la primera, y luego, a la segunda. Pero mucho tiempo después, la tercera seguía soltera. A la hija no le importaba, porque quería mucho al padre y le cuidaba y mimaba todos los días.
Un día, estando el viejito de paseo, escuchó una voz que decía:
-Yo quiero casarme con tu hija menor.
Él volvió la cabeza y se le apareció una mano peluda con tan grandes uñas que parecía de un monstruo. Esta volvió a decir:
-Yo soy la Mano Peluda y me quiero casar con tu hija menor.
El viejito no sabía qué contestar y a punto estuvo de decirle que no, cuando recordó su promesa y le tuvo que decir que sí, que estaba bien. La niña hermosa y buena tomó por marido aquella mano horrible.
La boda se celebró en silencio y con unos pocos familiares, porque así lo pidió la Mano Peluda. Cuando la ceremonia terminó, le dijo a la niña que al día siguiente iría a buscarla, que primero llegaría una brisa suave y olorosa para arreglarle el cabello y el traje, después, un viento fuerte que llenaría de flores el camino, y por último, una tempestad.
Al día siguiente, la niña se despidió de su padre con mucha tristeza. También lo hizo de las flores y de los pajaritos del jardín. Dicen que las flores se marchitaron y que los pajaritos no volvieron a cantar.
Llegó entonces la brisa, suave y olorosa como dijera la Mano Peluda. Luego, un viento fuerte que regó de flores el camino, y por último, una gran tempestad que elevó a la niña hasta una nube y la llevó hasta un palacio de insuperable belleza. Como estaban abiertas las puertas y las ventanas y se oían dentro los acordes de una música divina, la joven entró un poco temerosa a una habitación donde había una cama. Estaba tan cansada que se tumbó para descansar y se quedó dormida.
Al rato, cuando se despertó, vio una mesa preparada con comida y oyó una voz amable que le dijo:
-Hermosa, ven a saciar tu apetito con estos manjares. Este palacio y todo lo que hay en él es tuyo. Cualquier deseo que tengas se cumplirá.
La joven fue a la mesa y volvió a escuchar la música. La niña estaba conmovida y feliz y le parecía estar en el cielo, aunque pensaba en la soledad de su padre.
Cuando llegó la noche, se acostó en la misma cama y sintió que a su lado se echaba un animal parecido a una oveja. Le dio mucho miedo y quiso huir, pero ¿cómo? No había luz y la puerta estaba cerrada.
Al día siguiente recorrió todos los rincones del palacio buscando al animal, pero no encontró ninguna señal.
Pasaron muchos días y la joven no veía a la Mano Peluda, pero su voz le hablaba con cariño y todo lo que necesitaba lo tenía al instante.
Un día fue a dar un paseo por el bosque y se le apareció una viejecita apoyada en un bastón. La vieja, que era un hada buena, le preguntó qué hacía por esos lugares, y la niña le contó su historia.
El hada le dijo:
-Toma esta vela y esta caja de fósforos. Cuando te acuestes y pienses que el animal está dormido, enciende la vela.
Y, dándole la vela y los fósforos, desapareció.
La niña decidió seguir el consejo del hada y, esa misma noche, cuando el animal estaba profundamente dormido, encendió la vela y... ¡vio a un hermoso joven con rostro de ángel! Se quedó mirándole, y en estas estaba cuando, sin darse cuenta, cayeron tres gotas de cera en la frente del joven. Este despertó al momento y la niña, del susto, cayó al suelo desmayada. Cuando se reanimó, el muchacho le dijo:
-¡Niña hermosa, tú me has salvado...!
Y continuó así su historia:
-¡Yo soy el Príncipe de la Dicha! y en mi palacio, que también es el tuyo, están todas las dichas del mundo. Una bruja me hizo un encantamiento y me convirtió en una mano peluda, para que todos huyeran de mí. Solo tres gotas de cera en mi frente podían romper el hechizo ¡y eso por fin ha ocurrido!
Cuando terminó de hablar, el palacio se iluminó y volvió a sonar la música celestial. Enseguida fueron a visitar al anciano padre y se lo llevaron con ellos al Palacio de la Dicha, donde nunca les faltó de nada.
Y se acabó el cuento.

077. anonimo (costa rica)

No hay comentarios:

Publicar un comentario