Erase una niña que todo lo
arreglaba llorando. Cuando no conseguía lo que deseaba, comenzaba a llorar y
lograba de sus padres todo cuanto quería.
Quiso que le compraran una
barquita, pues vivían a orillas del mar y se la compraron.
Un día de sol ardiente, la niña
decidió darse una vueltecita en su barca forrada de seda.
-No te alejes de la playa -le dijo
su mamá.
-No me alejaré. Además, el mar está
tranquilo.
Pero el mar es traicionero. Y,
aunque nada lo hacía presagiar, una terrible tempestad, se llevó la barca mar
adentro. Entonces la niña lloró amarga-mente, pero nadie podía ayudarla.
Al fin, quiso la buena suerte que
las olas la arrojaran en un islote desierto y por vez primera conoció el
hambre, la sed y el terror... También tuvo tiempo de reflexionar sobre sí misma
y prometió, si salvaba la vida no volver a llorar por cosas inútiles.
Un día pasó un barco cerca de la
isla y el capitán vio a la niña enflaquecida, la subió a bordo y la devolvió a
su casa y la niña no volvió a llorar nunca más.
999. Anonimo,
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