Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

8-2-2015 a las 21:47:50 10.000 relatos y 10.000 recetas

10.001 relatos en tiocarlosproducciones

10.001 recetas en mundi-recetasdelabelasilvia

Translate

domingo, 5 de agosto de 2012

La isla del arca

En la isla de Belitung, en el océano Pacífico, corre un río llama­do Ciuruciuk y, en medio de este río, hay una ínsula que tiene el aspecto de una nave de piedra, por lo que le han dado el nombre de «isla del arca». A propósito de esta ínsula, los indonesios cuentan la siguiente historia.
A la orilla del río Ciuruciuk vivía en un tiempo una viuda muy pobre cupo hijo se llamaba Palamtjar. Ella lo mantenía a costa de grandes esfuerzos, trabajaba hasta el límite de sus fuer­zas g se quitaba la comida de la boca para que a él no le faltase nada. Pero Palamtjar pagó sus desvelos con ingratitud. Una vez adulto, se dedicó a correr mundo y se olvidó completa-mente de su madre.
Le fue bien en sus negocios. Se convirtió en un rico mercader: sus barcos cargados de mercancías recorrían todos los mares y arribaban a todos los puertos extranjeros. Una vez, por motivos de negocios, Palamtjar se encontró navegando por el río Ciuru­ciuk. Su nave ancló justo enfrente de su pueblo natal y muy pronto se difundió la noticia de que había arribado la embarca­ción del rico mercader Palamtjar. Llegó también a oídos de su anciana madre.
«Tal vez -pensó ella para sus adentros- no sea realmente mi hijo Palamtjar, de quien no sé nada desde hace más de diez años.» Y, sin vacilar, se encaminó hacia la nave. Grande fue su alegría cuando reconoció a su hijo en el rico mercader. También la reconoció Palamtjar, pero no manifestó ninguna alegría. Al contra­rio, se avergonzaba de ella delante de sus compañeros de viaje y no quiso admitir que aquella vieja pordiosera, cubierta de an­drajos, era su madre. Llegó a ordenar:
-Llevaos a esta vieja, apartadla de mi vista.
-Hijo mío, Palamtjar -exclamó la pobre mujer, ¿pa no reco­noces a tu madre?
-Pero ¿qué cosas te pasan por la cabeza, andrajosa? -chilló Palamtjar. No te conozco de nada, jamás te he visto en mi vida.
Al escuchar estas duras e ingratas palabras, la viejecita caljó en la cubierta de la embarcación. El dolor había destrozado su corazón de madre. Entonces estalló un furioso temporal, retum­bó el trueno, destellaron los relámpagos por todas partes. La nave de Palamtjar chocó contra un escollo y se hundió con todos sus pasajeros. Un tiempo después, en su lugar, asomó entre las olas un islote que tenía el aspecto de una nave petrificada. La gente dice que son los restos de la nave del ingrato Palamtjar, y los ha bautizado como «la isla del arca».

162. anonimo (indonesia)

No hay comentarios:

Publicar un comentario