Allá por los tiempos de
Maricastaña, cuando hadas y duendes habitaban en los bosques, dos hermanos,
Lisardo y Renato, se internaron en la espesura mientras recorrían el mundo.
De pronto, un conejo que debía
estar encantado, pues hablaba, se plantó ante ellos y les dijo:
-Parecéis dos aventureros
buscadores de oro y habéis acertado al venir aquí, pues cerca hay una gruta
donde se esconde un tesoro.
-¿Tú lo has visto? -le preguntó
Renato, incrédulo.
-No, porque guarda la gruta un oso
que tiene muy mal genio.
-No hagas caso de ese entrometido
-dijo Lisardo a su hermano. Vamos.
Y siguieron su camino hasta una
cercana aldea. Fueron a la posada y pidieron la cena. A la joven criada que
servía, Renato le preguntó:
-¿Has oído hablar de la cueva del
tesoro?
-Sí, pero nadie se atreve a
acercarse a ella porque la guarda un oso.
Y al día siguiente los dos hermanos
regresaron al bosque.
999. Anonimo,
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