Una buena gallinita encontró una esmeralda entre el trigo y decidió
regalársela al Rey. Por el camino, pasó junto a un lago, lo tocó con la piedra
preciosa y el lago se convirtió en una gota de agua, que la gallina se bebió.
Llegó a Palacio, le dio la esmeralda al Rey y éste dijo:
‑¡Que la asen para el almuerzo!, pues era muy desagradecido.
Cuando la gallina estaba en el horno, escupió la gota de agua, que se
convirtió de nuevo en lago, apagó el fuego e inundó todo el Palacio. El Rey
quiso saber qué pasaba cuando el agua le llegó al cuello, y la gallinita le
pidió su esmeralda, pues estaba claro que no la merecía.
‑Devuélveme la piedra, que no haré irse al lago ‑dijo ella.
El Rey se la dio, temeroso de ahogarse. Ella tocó el agua con la esmeralda,
el lago se convirtió otra vez en gota y la gallinita se la bebió de nuevo.
De camino hacia su casa, resolvió darle la piedra a su ama, que siempre le
daba trigo y no quería comérsela.
¡Y el Rey, por malo, se quedó sin ella!
999. Anonimo,
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