Erase un matrimonio de
campesinos. Tan bien se llevaban que no habían discutido jamás. Un día, el
marido dijo a la mujer:
-Voy a vender el
caballo, que ya está viejo.
-Lo que tú quieras,
esposo mío.
Se fue el hombre con el
caballo y, como hallara más adelante a un pastor que llevaba una oveja, le
preguntó.
-¿Quieres cambiarme la
oveja por el caballo?
-¡Hecho! -replicó el
pastor.
El trato fue presenciado
por dos elegantes viajeros que iban de camino en un coche tirado por buenos
caballos y que rieron del cambio.
Más adelante, una mujer
que llevaba una gallina, vio la oveja del campesino y le propuso hacer un
cambio. El buen hombre entregó la oveja y se quedó con la gallina.
Más tarde, el hombre
llegó a la posada, justamente al tiempo que lo hacían los dos viajeros.
-Te cambio tu gallina
por un saquillo de manzanas -le dijo el posadero.
-Aceptado.
Apenas realizado el
cambio, llegaron dos zagales y suplicaron al campesino:
-¿Por qué no nos das
alguna de tus manzanas? Tenemos hambre.
-Ahí está el saquillo,
comed las que queráis -dijo el buen campesino.
Y los chicos se las
comieron casi todas. Los dos elegantes caballeros dijeron a nuestro hombre:
-Tu mujer va a darte una
buena paliza cuando llegues a casa. Has salido con un caballo y vuelves con
sólo unas manzanas.
-¡Quiá, no lo creo! ¿Qué
nos apostamos?
-Este saquillo lleno de
oro -dijo uno de los dos elegantes caballeros.
Los tres en compañía se
dirigieron a casa del campesino.
-Mira, mujer -dijo el
marido, cuando ella apareció en la puerta-. Te traigo estas manzanas a cambio
del caballo. ¿Estás conforme?
-Siempre estoy conforme
con lo que tú haces, esposo mío. Estoy muy contenta con las manzanas.
Los elegantes caballeros
comprendieron que habían perdido la apuesta y entregaron a la mujer el
saquillo con las monedas de oro.
999. Anonimo,
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