Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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sábado, 18 de agosto de 2012

El más digno de todos


Cierto rico hacendado que no tenía hijos, llamó a tres de sus sobrinos que vivían en otra ciudad y a los que no conocía.
Cuando los tres muchachos estuvieron en su presencia el hacendado los contempló con agrado, pues tenían un aspecto digno y agradable.
-Os he hecho venir -les dijo, porque como no tengo hijos y he reunido una considerable fortuna trabajando durante muchos años, he pensado dejarla a aquel de vosotros que sea merecedor de ella. Pero como no os conozco lo suficiente, os espero en este mismo día, dentro de cinco años y entonces decidiré a quien debo otorgársela.
Y dio a cada uno de los jóvenes una buena bolsa de oro para que fueran a ver mundo.
Pasados los cinco años, acudieron a la cita los tres jóvenes.
-Ahora, decidme a qué habéis dedica= do vuestro tiempo.
-Yo -dijo el mayor-, en lugar de vagar de un lado para otro, dediqué el dinero que me entregasteis a estudiar Leyes, pues me apasiona la Justicia y el esclarecimiento de la verdad.
-Muy bien hecho -replicó el hacendado. 
-¿Y tú? -preguntó al segundo.
-Querido tío, yo al llegar a la India comprendí que sabiendo comprar y vender podía lograr buenas ganancias y hoy te devuelvo multiplicado por diez el dinero que me disteis.
-Muy bien hecho -dijo el hacendado. Luego se dirigió al menor, que parecía avergonzado.
-Yo... señor -balbuceó el muchacho, no soy tan inteligente como mis hermanos y no he hecho nada de particular. Al poco de salir de aquí, llegué a la casa de una pobre viuda rodeada de chiquillos. Acababa de perder a su marido y estaban en la miseria. Entonces me quedé para ayudarles. Compré un arado, trabajé las tierras que poseían y allí he estado hasta que los dejé para acudir a la cita.
Reflexionó unos momentos el hacendado y luego se quedó mirando con admiración al mayor.
-¿Conque Leyes, eh? ¡Eso es magnífico y mereces ser mi heredero! -miró al segundo y añadió. Pero también el mercader nos ha salido un hombre de provecho, tanto como para merecer la herencia. Sin embargo, es vuestro hermano menor el único que no ha pensado en sí mismo; el que lo ha dado todo a cambio de lo que la gente no estima...
Abrazó a los tres y dijo:
-La mitad de mi fortuna se repartirá a partes iguales entre el hombre de Leyes y el gran mercader. Y la otra mitad la recibirá mi sobrino menor por haberlo dado todo a su prójimo.

999. Anonimo,

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