Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

8-2-2015 a las 21:47:50 10.000 relatos y 10.000 recetas

10.001 relatos en tiocarlosproducciones

10.001 recetas en mundi-recetasdelabelasilvia

Translate

jueves, 2 de agosto de 2012

El cuento del chivo


Cuento popular

Pues, señor, había una vez y dos son tres un viejito que vivía con su viejita en un bohío [1] muy chiquito pero muy bonito. Los dos viejitos se querían mucho y siempre estaban ayudándose mutuamente. Delante del bohío, habían sembrado muchas semillas y tenían una gran huerta con lechugas, pimientos, tomates, nabos, rábanos, calabazas, yautías [2] y otras cuantas verduras ricas para comer y vender. Tenían también una talita de maíz que ya estaba con mazor-cas de lo más bonitas y hermosas.
Pues, señor, que los dos viejitos estaban contentos y felices pensando en lo bueno que iban a comer y en los chavos [3] que iban a ganar vendiendo lo que no pudieran comerse. El viejito estaba encantado con las lechugas y, la viejita, con los rábanos y el maíz. Por la mañana, cuando se levantaban, el viejito se asomaba enseguida por la ventana y le decía a su viejita:
-María, m'hija, ¡pero mira qué hermosas que están mis lechugas! No hay nada en este sembrao como mis lechugas.
Y el viejito se reía de alegría y, levantando su bastón, le hacía cosquillas a la viejita. Pero esta se asomaba entonces a la ventana y le decía a su viejito:
-Ay, Ramón, m'hijo, ¡pero tú si que estás ciego! Anda y ponte las gafas para que puedas ver bien. ¿Pues no has visto que lo más hermoso que hay en toda la tala es mi maíz y, después de mi maíz, mis rábanos? ¡Qué coloraditos están los rábanos, y qué verdecitas están las matas de maíz!
Y le daba al viejito un pellizco que le hacía decir que sí, que estaba equivocado.
Y así pasaban los días hasta que una mañana, cuando el viejito se levantó y fue a la ventana a saludar el día y contemplar su huerto, vio entre las lechugas un bulto raro que parecía un animal. Volvió a mirar y, entonces, vio que el bulto se parecía a un chivo. Llamó a su viejita y le preguntó si ella veía lo mismo que él. Ella miró y comprendió que era un chivo.
Entonces, el viejito empezó a andar a donde estaba el chivo, y como era muy mayor, se apoyaba en su bastón. Cuando llegó cerca del animal, le dijo:
-Buenos días, señor chivo. Yo venía a suplicarle que no se coma nuestros rábanos ni nuestras lechugas, pues nos ha costao mucho trabajo cultivarlas. Ya usté se ha comido bastantes, y nosotros semos viejos y no podemos trabajar más. Así que, señor chivo, por lo que más quiera, váyase y déjenos nuestro huerto en paz.
Pero el chivo por toda contestación bajó la cabeza y se puso en posición de embestirle, ante lo cual, el viejito echó a correr como si fuera un joven y llamando a la casa le dijo a la viejita:
-María, m'hija, ¡ábreme la puerta, que si me pilla, me mata! ¡Ay, ay, qué va a ser de nosotros!
María le abrió la puerta y le dijo:
-Cálmate, Ramón, m'hijo, y déjame ir a mí a arreglar este asunto. Ya verás como a mí me escucha lo que le voy a decir.
Y la viejita se fue donde el chivo.
-Buenos días, señor chivo. Venía a decirle a usté que esa tala de maíz nos ha costao mucho trabajo cultivarla, y que mi marido y yo semos muy viejos, y usté es muy joven y...
El chivo bajó la cabeza y se preparó para embestirla, ante lo cual, la viejita salió corriendo como una joven y llegó hasta la puerta.
-¡Ay, Ramón! ¡Por tu madre, abre la puerta que si me pilla me mata!
Y los dos viejitos cayeron en un sillón temblando de miedo. ¡Y cómo lloraba la viejita! ¡Y cómo lloraba el viejito!
-¡Ay, ay! -decían-. ¡Qué va a ser de nosotros!
Y así pasaron un buen rato hasta que al viejito le picó en la oreja y, al rascarse, le cayó en la mano una cosa que resultó ser una hormiguita bien valiente.
La hormiguita les dijo:
-Yo les prometo librarles del chivo a cambio de un saquito de harina y otro de azúcar para llevarles a mis hijitos.
Los viejitos aceptaron gustosos y enseguida se fueron a preparar los dos saquitos. Antes de que los tuvieran listos, ya estaba la hormiguita donde el chivo. Sin decir nada, subió por una de las patas hasta llegar a la frente del animal y ahí empezó a picarle todo lo fuerte que pudo. El chivo levantó la pata para rascarse, pero ya estaba la hormiguita picándole en la barriga. Entonces, el chivo levantó una de las patas de atrás para rascarse, pero la hormiguita se había pasado al otro lado y le estaba picando el costado. Pica que te pica, el chivo ya no tenía patas para rascarse. Pica que te pica, el chivo, al no poder rascarse y pensando que el huerto estaba lleno de hormigas, se echó en la tierra y empezó a dar vueltas para librarse así de los molestos insectos. Pero, como el terreno era cuesta abajo, el chivo empezó a rodar y a rodar. Mientras, la hormiguita regresó a la casa de los viejitos, cogió sus saquitos, uno viejos, y usté es muy joven y... de azúcar y uno de harina, y se marchó junto a sus hijitos. Y los viejitos se pusieron muy contentos por haberse librado del chivo.
Los dos viejitos gozando, el diablo del chivo rodando, las hormiguitas riendo y colorín colorao, ya mi cuento está acabao, y si no te ha gustao, échate pa'l otro lao.

En casi toda Hispanoamérica, se llama «chivo» al macho de la cabra, y en países como Venezuela, Colombia y Puerto Rico existen ricas recetas para cocinarlo. La palabra «chivo» tiene también otros significados. Por ejemplo, en Puerto Rico, «ganarse un chivo» es `hacer un buen negocio'; en Centroamérica, «jugar a chivo» es ‘jugar a los dados’; y si en Cuba alguien «se pone de chivo cojo» es que está de muy mal humor'.

076. anonimo (puerto rico)


[1] Bohío: cabaña de campesino.
[2] Yautía: tubérculo comestible.
[3] Chavo: dinero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario