Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 5 de agosto de 2012

El asno pecador

Un día, el león, el leopardo, la hiena y el asno se encontraron y comenzaron a lamentarse por los malos tiempos que estaban vi­viendo. Hacía meses que no llovía y ni los hombres ni los ani­males encontraban ya nada de comer.
-¿De quién será la culpa? -se preguntaban.
-Tal vez alguno de nosotros ha cometido un terrible pecado y por eso ya no llueve.
-Ya, seguro que es por eso.
-El pecador deberá confesar, así podremos castigarlo. Y de ese modo, tal vez, volverá a llover.
Los animales se pusieron de acuerdo en que así debía hacer­se y el primero en confesarse fue el león.
-Pobre de mí, soy culpable de una muy mala acción. No hace mucho tiempo, descubrí un ternero cerca del pueblo: me abalancé sobre él y me lo comí.
Los otros miraron al león, observaron sus patas temibles y sus robustas garras y, finalmente, sacudieron la cabeza:
-No, no, ése no es un pecado grave.
El leopardo fue el segundo en hablar:
-Yo sí soy culpable de una mala acción. No hace mucho tiempo, en el valle, me encontré con una cabra que se había per­dido, la hice pedazos y me la comí.
Los otros animales miraron al leopardo, observaron sus miembros ágiles y fuertes, sacudieron la cabeza y dijeron:
-No, no, ése no es un pecado grave.
La tercera en hablar fue la hiena:
-Yo sí que soy culpable de una mala acción. No hace mucho tiempo robé una gallina y me la comí.
Los animales sacudieron la cabeza:
-No, tampoco ése es un pecado grave.
Por último, habló el asno:
-No sé si realmente se trata de una mala acción: lo cierto es que el otro día, mientras mi amo charlaba con un amigo, arran­qué un manojo de hierbas del borde de la carretera.
Los animales lo miraron en silencio un momento y después sacudieron tristemente la cabeza:
-Ése sí que es un pecado tremendo. Tú eres, pues, el culpa­ble de todos nuestros males.
Se echaron sobre él y se lo comieron.

170. anonimo (etiopia)

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