Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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viernes, 3 de agosto de 2012

Boroldoi y la bruja

En las montañas de Alta¡, vivía un cazador de nombre Barabosch, cuya hermana se llamaba Boroldoi.
Un día, el cazador salió a cazar y antes de irse le recomendó a su hermana:
-Ten cuidado de que no se apague el fuego.
Boroldoi se quedó en la tienda cuidando el fuego día y no­che. Una vez, sin embargo, durmió algo más de la cuenta y el fuego se apagó.
-¿Y ahora qué haré? -se preguntaba la joven asustada. Si vuelve mi hermano, me regañará.
Salió de la tienda y fue a buscar fuego. Caminó un buen rato por la estepa y llegó por fin a una tienda solitaria. En su interior, se encontraba una vieja con dos orejas largas, tan largas que una le protegía el cuello como una bufanda y la otra le cubría el cuer­po mientras se calentaba junto al fuego.
-Por favor -dijo Boroldoi, deme fuego, porque el mío se ha apagado.
-Claro, hijita, llévate un tizón bien encendido.
Boroldoi cogió una rama encendida, dio las gracias y se en­caminó hacia su casa. Una vez allí, puso la rama sobre el brase­ro, avivó el fuego y salió para ver si volvía Barabosch. Entonces se dio cuenta de que de su vestido salía un hilo largo y fino que atravesaba la estepa hasta la tienda de la vieja de las largas ore­jas. A Boroldoi le dio miedo, porque comprendió que la vieja le había pegado el hilo al vestido para poder seguirla sin esfuerzo.
Era una terrible bruja que quería comerse a Boroldoi. La mu­chacha desprendió el hilo de su vestido y se fue hacia el este. Mientras tanto, la bruja había comenzado a ovillar el hilo y poco a poco se fue acercando a la tienda de Boroldoi. Aquí vio que el hilo se había desprendido y que en la tienda no había na­die. La bruja hizo una horrible mueca q la preguntó al brasero:
-¿Adónde se ha ido Boroldoi?
Pero el brasero se mantuvo callado.
-¿Adónde se ha ido Boroldoi? -preguntó la bruja a la olla que colgaba sobre el brasero.
Pero la olla se mantuvo callada.
-¿Adónde se ha ido Boroldoi? -preguntó la bruja al fuego.
Y el fuego, como había sido encendido con un tizón de la bruja, respondió:
-Ha huido hacia el este.
La bruja salió de la tienda y persiguió a la muchacha. Mientras tanto, sin embargo, apareció Barabosch, que volvía de cazar. Cuando la bruja lo vio, se transformó deprisa en un ratón para escabullirse. Pero aquellas largas orejas la traicio­naban, porque los ratones no las tienen de ese tamaño. Enton­ces se transformó en un caballo, pero las orejas la seguían trai­cionando, porque los caballos no tienen las orejas así. Finalmente se transformó en una liebre y así se sintió segura de no ser reconocida. Pero entonces Barabosch, confundién-dola con una liebre cualquiera, le atravesó la barriga con una flecha y de la liebre brotaron una multitud de hombres, todos aquellos que la bruja se había comido. Le dieron gracias a Barabosch por haberlos liberado. Algunos de ellos, sin embargo, estaban enfu­recidos y decían:
-¿Quién te ha pedido, Barabosch, que nos liberases? Allí den­tro estaba oscuro, pero al menos hacía calor, no teníamos que tra­bajar, no teníamos que preocuparnos de nada.
Cosas que pasan: no se puede complacer a todo el mundo.
Barabosch se encaminó después hacia el este, en busca de su hermana. Cuando la alcanzó, volvieron juntos a la tienda, don­de vivieron en paz.

088. anonimo (mongolia-cultura altai )

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