Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

8-2-2015 a las 21:47:50 10.000 relatos y 10.000 recetas

10.001 relatos en tiocarlosproducciones

10.001 recetas en mundi-recetasdelabelasilvia

Translate

viernes, 27 de julio de 2012

Piedra de dolor y cuchillo de amor


Había una princesa muy hermosa a la que pretendió el diablo y la prince­sa lo desdeñó. Desde entonces, el diablo buscaba la forma de vengarse por el desdén. Un día en que merodeaba por los jardines de palacio, vio venir a la princesa y a sus damas, que en seguida se pusieron a jugar al escondite. Una se quedó y las demás se escondieron, entre ellas la princesa; y cuando estaban todas escondidas cada una en un sitio, el diablo se deslizó hasta donde estaba la princesa y le puso un anillo dormidero en el dedo, con lo que la princesa se quedó dormida en el acto. Entonces la cogió en brazos, la sacó de palacio por un hueco secreto que había en el muro que rodeaba los jardines, la metió en una urna de cristal y se la llevó lejos, lejos, hasta el mar, donde tiró la urna con la princesa dormida dentro.
La urna se quedó flotando en las aguas, llevada por el oleaje, hasta que un príncipe, que estaba pescando con dos marineros, la avistó y ordenó acercarse a ver lo que era aquello. Al subir la urna a la barca, vieron que dentro de la caja yacía una muchacha muy bella que a ratos parecía muerta y a ratos dormida, por lo que abrieron la urna. Mientras la observaba, el príncipe reparó en el anillo que la muchacha llevaba en la mano, y al quitárselo por ver si contenía alguna inscripción, se despertó la muchacha tan asustada que, de inmediato, el príncipe le volvió a poner el anillo y de nuevo quedó sumida en aquel extraño sueño.
Entonces el príncipe decidió que la llevaría a palacio sin que nadie supiera nada y la guardaría en sus habitaciones, pues estaba prendado de la belleza de la muchacha. Así que, ayudado por los marineros, la llevaron a las habitaciones del príncipe y allí quedó bajo llave.
Cada día, el príncipe la despertaba, le llevaba ricos alimentos, se quedaban hablando y luego la volvía a dormir. Un criado fiel se ocupaba de limpiar las habitaciones sin que nadie más pudiera entrar en ellas. El príncipe se había ido enamorando de la muchacha y la muchacha de él, y ella aceptaba esta situación porque el príncipe debía encontrar el momento adecuado de decirles a sus padres que se quería casar con ella.
Pero la conducta del príncipe tenía intrigadas a sus dos hermanas. Por eso, un día madrugaron mucho, se colaron en la alcoba de su hermano y le quitaron el llavero donde tenía la llave de la habitación cerrada. Y allá se fueron a curiosear lo que había dentro de ella. Su sorpresa fue mayúscula al encontrar a la princesa dormida en la urna. Una de las hermanas reparó en su anillo y se lo quitó para verlo mejor, pero en ese momento la princesa despertó y las dos hermanas, asustadas, salieron corriendo de la habitación y cerraron la puerta tras ellas.
El rey hizo llamar al príncipe y cuando éste entró en la sala donde le esperaba su padre y vio en una mesita el anillo dormidero y la llave, comprendió que su secreto había sido descubierto. Ya no tuvo más remedio que contar todo lo ocurrido y decir que deseaba casarse con la muchacha. Los padres se opusieron de plano, mas al ver el amor de él y al conocerla a ella y parecerles que era princesa, accedieron a la boda y ésta se celebró con gran pompa y esplendor.
Un año después murió el rey y su hijo le sucedió en el trono y la princesa se convirtió en reina. Lo primero que tuvo que hacer el nuevo rey fue un viaje por sus tierras y la reina quedó en palacio porque estaba embarazada y a poco dio a luz un niño precioso. Y estaba ella en la alcoba cuidando a su niño cuando se presentó el diablo y le reclamó el niño.
La princesa se negó a dárselo y entonces el diablo se lo quitó, se lo comió y untó los labios de ella con la sangre del niño.
Más tarde entró la madre del rey en la alcoba para ver a su nieto y, como no estaba, preguntó a la reina por él, pero ella no contestó nada y se echó a llorar. Y la madre del rey la acusó de haberse comido a su propio hijo.
La madre del rey esperó a que el rey volviese y nada más llegar le dijo:
‑Te casaste contra la voluntad de tus padres y mira lo que te ha sucedido ‑y le contó que la reina se había comido a su propio hijo.
El rey, que la amaba, contestó:
‑De sus entrañas salió y a sus entrañas volvió.
Luego fue a ver a su mujer, que se abrazó a él y lloraba amargamente sin poder contenerse, mas cuando fue a preguntarle lo que había sucedido, le suplicó ella:
‑¡No me preguntes nada, no me preguntes nada! ‑porque el diablo, al sellar sus labios con la sangre del niño, le impedía contar por su boca lo que le había sucedido.
La madre y las hermanas del rey no podían soportar la situación y todo el día estaban detrás del rey pidiendo justicia, pero el rey aún tenía que concluir un último viaje y les dijo que esperasen y que a la vuelta se haría justicia, por cruel que ésta llegara a ser, si es que se encontraba a la reina culpable.
Y antes de salir les preguntó a sus hermanas y a su mujer qué deseaban que les trajera de este último viaje. Las hermanas le pidieron joyas y vestidos, como siempre, y la esposa le dijo que le trajera una piedra de dolor y un cuchillo de amor.
A lo largo del viaje encontró lugares donde había hermosas joyas y vestidos, pero en ninguno encontró una piedra de dolor y un cuchillo de amor. E iba preocupado porque no podría cumplir con el deseo de su esposa cuando, en uno de los últimos lugares que visitó, ya de regreso al palacio, oyó a un buhonero pregonar:
‑¡Piedras de dolor y cuchillos de amor!
‑¿Cuánto quiere usted ‑le dijo al buhonero‑ por esa piedra y ese cuchillo que pregona?
Dijo el buhonero, con ojos avarientos:
‑A usted se lo cambio por ese saquito de joyas que lleva con usted ‑y como el saquito lo llevaba escondido bajo su camisa, comprendió que era el diablo o uno de sus parientes y con el mismo cuchillo que había cogido para verlo hizo por tres veces la señal de la cruz ante el buhonero y éste huyó a toda prisa.
Al llegar a palacio entregó las joyas a sus hermanas, y también los vestidos, y a su esposa le dio la piedra y el cuchillo, pero no pudo resistir la tentación de preguntarle para qué los quería; y la reina volvió a llorar amargamente y a decirle al rey:
‑¡No me preguntes nada, no me preguntes nada!
Así que se quedó con la piedra y el cuchillo en sus manos y le pidió que la dejara sola. El rey accedió y simuló marcharse, pero regresó por otro camino y se escondió tras las cortinas del ventanal que daba al jardín para ver qué iba a hacer su mujer, porque desde el primer momento el regalo pedido había levantado sus sospechas.
Y vio que la reina se había sentado ante una mesita, había puesto la piedra en ella y decía:
‑¡Piedra de dolor! ¿Es verdad que el hijo del rey me salvó del mar, me llevó a su palacio y se casó conmigo?
‑Es verdad, es verdad ‑contestó la piedra, y se partió en cuarenta pedazos.
La reina le preguntó después:
‑¡Piedra de dolor! ¿Es verdad que tuve un niño del rey y que vino el diablo, me lo quitó, se lo comió y me untó los labios con sangre para que todos creyeran que yo me lo había comido?
‑Es verdad, es verdad ‑volvió a decir la piedra y cada uno de los cuarenta pedazos se partió en otros cuarenta.
La reina preguntó después:
‑¡Piedra de dolor! ¿Es verdad que mi suegra y mis cuñadas creen que yo me comí a mi hijo y quieren que el rey me mande ahorcar?
‑Es verdad, es verdad ‑contestó la piedra; y cada pedacito se rompió en otros cuarenta.
Entonces la reina sacó el cuchillo, lo puso en la mesa ante ella y exclamó:
‑¡Cuchillo de amor! Como se ha partido la piedra de dolor, párteme tú el corazón.
Y ya se lo iba a clavar en el pecho cuando apareció el rey, se lo quitó de las manos y lo arrojó lejos, y luego le dijo que él la amaba y la creía en todo lo que había escuchado.
Y ya no se separaron nunca más.

003. anonimo (españa)

No hay comentarios:

Publicar un comentario