Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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sábado, 7 de julio de 2012

Perico y la gorrina

337. Cuento popular castellano

Había en un pueblo un matrimonio que tenían un hijo. Y en el pueblo le tenían por tonto y le llamaban Perico el Tonto. Y se murió el padre. Y tenían una gorrina, y un día la madre le mandó a Perico a venderla a la feria.
Se marchó Perico a la feria. Y para llegar a ella tenía que pa­sar por un convento de frailes. Los frailes, de que le vieron venir, dijeron:
-Ahí viene Perico el Tonto con una gorrina. Vamos a hacer que nos la dé.
Se pusieron los frailes -eran tres- al lado del camino, uno aquí, otro más adelante y otro en medio. Y el último se puso el padre. Y luego, cuando llegó Perico, le dijo el primer fraile:
-¿Adónde vas por ahí, Perico?
-Pues, a vender esta gorrina a la feria.
Y le dijo el fraile:
-No es gorrina; es vaca.
Y contestó Perico que mejor, que más le valdría. Y luego llegó a otro fraile y le dijo lo mismo. Y llegó al tercer fraile y le dijo lo mismo: Por fin llegó al otro, que era el padre, y le dijo que adónde iba. Le dijo Perico que a vender la gorrina a la feria. Y le dice el padre:
-No, hombre, no es gorrina; es vaca. Y dice Perico:
-No, es que no tiene cuernos.
Entonces le dijo el padre que también había vacas mochas. Y le dijo que si se la quería vender. Y Perico dijo que si, que se la vendía. Y dijo el padre que se la tenía que vender en tres plazos, que al otro día fuera por el primero.
De que se la vendió, se fue a casa. Y su madre le preguntó que a quién había vendido la gorrina. La dijo que a los frailes, y dijo que no se la habían pagado todavía, que se la iban a pagar en tres plazos. Y entonces le dice la madre:
-Pero hombre, ¿por qué se la has vendido? Ahora no la po­dremos cobrar.
Y dice Perico:
-Pues, yo me arreglaré para cobrársela.
Al día siguiente se vistió de señorita y se fue por el convento de los frailes. Y de que la vieron, como a los frailes les gustaban mucho las señoritas, dijeron los frailes:
-Vamos a decir a esa señorita que se suba a dormir aquí.
Y cuando llegó allí, la dijeron que se subiera. Y ella decía que no, que se tenía que ir a un pueblo. Y ya la convencieron y subió. Y luego todos los frailes decían que querían dormir con ella. Y como decían todos que querían dormir con ella, dijo el padre que no, que él era el que dormiría con ella. Y luego dijo que le parecía mal que durmiera una mujer entre tantos hombres, y fue y ence­rró a todos los frailes en sus cuartos y dio las llaves a la señorita. Y luego la llevó a su cuarto, y fueron a acostar. Y se quitó Perico los vestidos y le dijo:
-¿Me conoces? Pues, soy Perico, que vengo a cobrar el primer plazo de la marrana.
Y le dio una paliza. Y para que le dejara, el padre le dijo que se cogiera el dinero que había en el cajón y se marchara. Y cogió más de lo que valía la gorrina, y luego fue y se lo dio a su madre. Y se puso ella muy contenta.
Al día siguiente se vistió de patatero y fue a vender patatas al convento. Y como los frailes no tenían romana, les dijo que fue­ran a pedírsela a un pueblo que había cerca. El padre mandó a uno, y todos querían ir. Y por fin fueron todos. Se quedó solo el padre con él. Y de que se fueron todos, le pegó otra paliza. Y le dijo el padre que se cogiera el dinero del cajón y se marchara. Y se marchó y dijo a su madre que ya venía del segundo plazo.
Y luego fue y se vistió de médico, y fue y pasó por el convento. Y el padre, como estaba malo de las palizas que le había pegado, estaba en la cama. Y los otros frailes le dijeron que subiera a ver al padre. Y subió y le estuvo tomando el pulso. Y como no sabía escribir, estuvo haciendo garabatos y los mandó a todos a llevar las recetas a la botica. Y entonces, de que se fueron todos, se quitó el abrigo y preguntó al padre si le conocía, que era Perico, que venía por el tercer plazo de la marrana.
Y le pegó otra paliza y le mató, cogió el dinero del cajón y se marchó. Y luego fue y se lo dio a su madre, y ella se puso más contenta que nunca.

Sepúlveda, Segovia. Ascensión de Antonio. 2 de abril, 1936. 13 años.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)


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