Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 2 de julio de 2012

Los tres pelos del diablo .116

116. Cuento popular castellano

Era un hombre que tenía un hijo, y unos que le tenían mucho asco cogieron a la madre y la engañaron y tiraron el hijo en un cajón al río. El cajón se detuvo en una rama a la orilla de un mo­lino, y el molinero, que le vio, cogió el cajón. Y le abrieron y vie­ron que era un niño. Y le criaron ellos.
El rey se enteró y les dijo que cuando el niño tendría quince años, tenía que llevar una carta a la hija del rey. Cuando tuvo quince años, el rey le dio la carta, y se marchó a dársela a la hija del rey. A la noche estaba muy cansao y vio una casa en un monte que era de unos ladrones. Llamó a la puerta, y salió una vieja y le dijo que qué quería. Y dijo que iba a llevar una carta a la hija del rey y estaba muy cansao; que si le dejaban dormir allí aquella noche. Ella le dijo que era una casa de ladrones, que si le veían, que le matarían. El dijo que lo mismo le daba, que estaba muy cansao, y se tumbó a dormir en un banco.
Cuando llegaron los ladrones, preguntaron a la vieja que quién era. Y ella les respondió que era un muchacho que se había per­dido, que iba a llevar una carta a la hija del rey. Los ladrones le quitaron la carta, la abrieron y vieron que ponía que en cuanto llegara, le daría muerte. Los ladrones tuvieron compasión y le cambiaron la carta: le decían que en cuanto llegara, se casase con la hija del rey.
En cuanto la princesa vio la carta, se casaron. Pero el padre, que lo supo, fue y le dijo al joven que si no le llevaba tres pelos de la cabeza de diablo, no se quedaba con su hija.
El chico se marchó a por los pelos y se encontró en un pueblo un centinela que le preguntó que qué sabía. El dijo que todo. Y le dijo entonces que cómo un árbol que antes daba mucha fruta, ahora no daba nada. El dijo que a la vuelta se lo diría, y marchó y se fue andando a otro pueblo. Y en este pueblo otro centinela le preguntó que qué sabía. El dijo que todo. Y le dijo el centinela que cómo una fuente que antes daba vino, ahora no daba nada. El respondió que a la vuelta se lo diría.
Luego fue y llegó a un río. Y le dijo el barquero que qué sabía. El dijo que todo. Y el barquero le dijo que cómo podría él dejar el oficio de barquero. Y le dijo que a la vuelta se lo diría.
A otra orilla del río estaba la boca del Infierno. Estaba sola el ama. Y le dijo que qué quería. El dijo que quería tres pelos de oro de la cabeza del diablo y también contó lo que le habían preo guntado los centinelas y el barquero. Y ella le dijo que el diablo no estaba; pero que esperaría un poco. Entonces le convirtió en hormiga y le metió entre los pliegos del vestido.
Cuando llegó el diablo, dijo que olía a carne humana. Y ella le dijo que había estao un joven; pero que se había ido ya. Ella le dijo que le peinaría. Y mientras le peinaba, le arrancó un pelo. El la dijo que por qué se lo había arrancado. Y dijo ella que había estao soñando. La preguntó que qué soñaba. Y le dijo:
-Es que un árbol que antes daba mucha fruta, ahora no daba nada.
-¡Qué tontos! ¡Si lo supieran!
Dice:
-¿Qué es?
-Es que hay un ratón que roe las raíces.
Otra vez le estuvo peinando, y le arrancó otro pelo.
-Pero, ¿qué estás haciendo?
Dijo que había estado soñando. La preguntó que qué había soñado. Y dijo que una fuente que antes daba vino y que ahora no daba ni agua. Y dice:
-¡Ah, qué tontos! ¡Si lo supieran! Dice ella:
-Pues, ¿qué tenían que hacer?
Dice:
-Mirar bien, que hay algo que le impide salir... Y como me arranques otro pelo, te doy un cachete.
Luego le arrancó otro pelo, y la pegó. Dijo que había estao soñando. Dice el diablo:
-¿Qué soñabas ahora?
-Soñaba que un barquero, que lleva ya muchos años en el río, que cómo podría dejar de serlo.
-¡Ay, qué tontos! ¡Si lo supieran!
-¿Qué tenía que hacer?
-Dejar el remo al primero que vaya a pasar el río.
Luego el diablo se quedó dormido. Y sacó el ama la hormiga de dentro el vestido y le convirtió otra vez en un hombre. Se lo dijo todo -lo que le había dicho el diablo- y le dio los tres pelos. Luego fue a pasar el río, y le dijo el barquero que qué tenía que hacer. Y le dijo que dejar el remo al primero que pasara el río. Y el barquero le dio mucho oro.
Y pasó por donde estaba el centinela del primer pueblo. Y tam­bién le preguntó que qué tenía que hacer. Y le dijo que tenían que mirar bien, que había algo que le impedía salir al vino. También le dio mucho dinero.
Y cuando pasó por el otro pueblo, el centinela también le pre­guntó que qué tenía que hacer. Y le contestó que tenían que matar el ratón que se roía las raíces. También le dio mucho dinero.
Y después, fue al palacio del rey y le dio los tres pelos del dia­blo. Y el rey le preguntó que de dónde había cogido tanto dinero. Y le dijo que la orilla del río estaba llena. Y el rey quiso ir tam­bién a por dinero y cogió muchos sacos. Pero al pasar el río, el barquero le dejó el remo, y se quedó de barquero.

Roa, Burgos. Narrador LXIV, 14 de julio, 1936.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

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