Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 22 de julio de 2012

Los tres cabezudos y la bruja


Había una vez tres muchachitos tan pero tan traviesos y cabezaduras, que todos los llamaban 'cabezudos'.
Andaban cazando por el monte cuando se perdieron, ya era tarde casi de noche. Antes de que les entrara el miedo en los cuerpos, alcanzaron a divisar una lucecita a lo lejos y hacia allá fueron.
Un poco nerviosos golpearon la puerta. Salió una mujer grandota, toda arrugada, fea y narigona, que les dijo:

‑Pasen, mis hijitos, que hace mucho que no como criatura, pero están muy flaquitos, los voy a engordar primero.

Y, sin darles tiempo a nada, los encerró en una jaula con barrotes negros muy grande.
Cuando la bruja salió a juntar leña entró un pajarito por el ojo de la llave, les abrió la jaula y les dio un espejito, una toalla y un peine y les dijo:

‑Escápense pronto, antes de que vuelva la bruja, y si los alcanza le tiran estas cosas.

Los chicos salieron corriendo, pero la bruja los vio y los siguió. Cuando los estaba por alcanzar, echaron el espejo y se hizo una laguna grande. La bruja nadó y nadó hasta que la cruzó y ya estaba a punto de alcanzarlos. Entonces echaron la toalla y se formó un pastizal alto. La bruja se rasguñó entera, pero con toda la rabia encima lo cruzó y ya los estaba por alcanzar. Los chicos tiraron el peine y se hizo una enredadera muy tupida. Después de mucho forcejear, la bruja la pudo atravesar y corrió y corrió detrás de los chicos. Ya los estaba por alcanzar, cuando de un árbol sintieron que un pajarito les decía:

‑Suban aquí.

Los chicos subieron a tiempo. La bruja quedó bajo el árbol con una bolsa mágica. Abrió la bolsa y dando vueltas alrededor decía:

‑Quiquiriquí, cáete en la bolsa.
‑Quiquiriquí, cáete en la bolsa.

Uno de los cabezudos miró para abajo y como la bolsa era mágica se cayó adentro.
La bruja siguió diciendo:

‑Quiquiriquí, cáete en la bolsa.
‑Quiquiriquí, cáete en la bolsa.

Otro miró para abajo y ipatapúm!, ¡a la bolsa!
Quedaba todavía el más chico y ya estaba por mirar, cuando el pajarito le dijo:

‑No mires, cuando la bruja se canse de llamar va a subir a buscarte, entonces tú te bajas.

Y así pasó, la bruja cansada de repetir 'Quiquiriquí, cáete en la bolsa', salió a buscarlo. Pero el más chico, que era el más vivo e inteligente, se bajó rapidito, hizo salir a los otros dos, y agarrando la bolsa repitió:

‑Quiquiriquí, cáete en la bolsa.

La bruja miró y ipatapúm!, ¡a la bolsa! Entonces los tres muchachos la ataron bien y la tiraron en un pozo. Después se fueron a la casa de la bruja y soltaron a todos los chicos que ella había encerrado en la jaula grande de barrotes negros.


Fuente: María Luísa Miretti

15. Pescados,

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