Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

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lunes, 2 de julio de 2012

Los siete cabritos .034

34. Cuento popular castellano

Era una cabrita que tenía siete cabritos.
Una mañana de invierno amaneció muy fría, y no tenía leña para calentarse, y les dijo la cabrita a sus hijos:
-Mirar, hijitos. Me voy a ir al monte a por leña. Cuando vuel­va, yo os diré: «¡Abrir, hijitos míos, que traigo leche en tetas, lum­bre en las cornetas, y un hacecito de leña a cuestas!» ¡Tener cui­dado! ¡No vaya a venir el lobo y os vaya a comer!
Se marchó la cabrita. Y había estado el lobo escuchando, y al poco rato se presentó y les dijo a los cabritos:
-¡Abrir, hijitos míos, que traigo leche en tetas, lumbre en las cornetas, y un hacecito de leña a cuestas!
Y los chivitos le dijeron:
-¡A ver, a ver! Asome usted la patita. Asomó el lobo la pata y los chivitos gritaron:
-Ay, no, no, que nuestra madre tiene la patita blanca, y tú la tienes negra! ¡Tú eres el lobo!
Entonces el lobo se marchó y vio pasar a un molinero y se untó de harina la pata. Y volvió a la casa de los chivitos y les dijo:
-¡Abrir, hijitos míos, que traigo leche en tetas, lumbre en las cornetas, y un hacecito de leña a cuestas!
-¡A ver, a ver! -dijeron los chivitos. Asome usted la patita.
Asomó el lobo la pata untada de harina, y dijeron los chivitos:
-¡Ay, sí, sí, que es nuestra madre, que tiene la patita blanca!
Abrieron los chivitos la puerta y, cuando vieron que era el lobo, todos, asustaos, se escondieron, uno detrás de una silla, otro en las cantareras, otro en la tinaja, otro debajo del fregadero, y otro se escondió en el reloj. Pero el lobo les buscó a todos y se les comió, menos al chiquitín que era el que estaba en el reloj.
Se marchó el lobo y, como tenía la tripa llena, se tumbó en un barranco y se quedó dormido.
Ya vino la madre y, cuando vio la puerta abierta, en seguida comprendió lo que había pasado. Empezó a llamar a sus hijos, y salió el del reloj y le dijo que el lobo se había comido a todos sus hermanitos menos a él, que no lo había encontrao. Se fueron a buscar al lobo y le encontraron dormido. Le abrieron el vientre con unas tijeras, sacaron a los chivines y le llenaron el vientre de piedras.
Cuando se despertó el lobo, tenía mucha sed; se acercó a un pozo y vio que tenía agua. Y tanto quiso estirar el pescuezo que cayó y se ahogó.
Y colorín colorao, este cuento se ha acabao.

Pedraza, Segovia.Narrador LVII, 24 de marzo, 1936.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)

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