Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 2 de julio de 2012

Los siete cabritos .033

33. Cuento popular castellano

Esta era una cabrita que tenía siete cabritos. Y un día no tenía qué darles que comer y les dijo:
Hijos míos, voy a por comidita para daros que comer. Aunque venga el que venga, no abréis la puerta.
En esto el lobo la estaba oyendo detrás de la tenada. Así que se marchó la cabra, se acercó el lobo a la puerta. ¡Tras, tras!
-¿Quién llama?
-Abrid, hijitos míos, que viene vuestra mamá con la comidita para daros que comer.
Por un agujero que tenía la puerta le dijeron:
-Enséñanos a ver la patita.
Enseñó la patita. Y el lobo la tenía negra, y la cabrita la tenía blanca. Y le dijeron los cabritos:
-¡Ay, no, no, que nuestra mamá la tiene blanca, y usted la tiene negra!
Se fue el lobo donde un molinero y le dijo:
-Molinerito, úntame la patita de harina. Le dice el molinero:
-¿Qué es, para hacer alguna picardía?
-Si no me la unta, le trago.
Y se la untó el molinero. Vuelve el lobo a la puerta: ¡Tras, tras!
-¿Quién llama?
-Abrid, hijitos míos, que viene vuestra mamá con la comidita para daros de comer.
-Enséñanos a ver la patita.
Vieron que la tenía blanca. Pero notaron que tenía la voz muy ronca y le dijeron:
-¡Ay, no, no, que nuestra mamá tiene la voz muy clara y usted la tiene muy ronca!
Se fue el lobo donde un huevero y le dijo:
-Hueverito, déme usted una docena de claras de huevo.
-Siempre será para no hacer nada bueno. 
-Si no me las da, le trago.
Por fin se las dio. Vuelve a la puerta: ¡Tras, tras!
-¿Quién llama?
-Abrid, hijitos míos, que viene vuestra mamá con la comidita para daros de comer.
-Enséñanos a ver la patita.
Se la enseñó. Como vieron que la tenía blanca y la voz clara, abrieron. Así que vieron que era el lobo, todos se echaron a correr por el pasillo. El uno se escondió debajo de la silla; otro debajo la mesa; otro detrás de la cama; otros detrás del baúl -en fin, todos se escondieron, y otro en la caja del reloj. Pero a todos los buscó y se los tragó menos al de la caja del reloj.
En esto que viene la cabrita. Así que vio la puerta abierta, em­pezó a llorar y a llamar a sus hijitos. Ya llegó al comedor y la dijo el que estaba metido en la caja del reloj:
-¡Aquí estoy yo, que a todos los demás se los ha tragado el lobo!
La cabrita lloraba; mas dijo a su cabrito:
-Vamos de paseo por el monte a ver si vemos al lobo.
Y se le encontraron dormidito en medio del camino. Entonces le dijo la cabrita a su hijito:
-Anda a casa y traes la aguja, el hilo, el dedal y la tijera.
Así lo hizo. Fue corriendo y volvió, y le abrieron la tripa con la tijera. Y salieron vivitos los seis cabritos. Y metieron piedras. El lobo se dispertó y tenía sez. Decía:
-¡Qué sez tengo! Voy a beber agua de ese arroyo. Pero no, que está turbia.
Fue andando, andando, y se encontró una fuente. Quiso beber; pero estaba verdosa el agua, y dijo:
-Tampoco la quiero.
Ya llegó a un pozo muy hondo, muy hondo. Entonces agachó la cabeza para beber, se le vinieron las piedras pa adelante y cayó al pozo, con las patas hacia arriba. Y colorín, colorao, este cuen­to se ha acabao.

Covarrubias, Burgos. Narrador LXXXI, 6 de junio, 1936.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)


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