Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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viernes, 6 de julio de 2012

Las doce palabras dichas y retorneadas

457. Cuento popular castellano

Era un labrador que tenía que servir la Vara del Señor. Y se encontraba sin recursos. Y fue a casa de tres o cuatro amigos a ver si le dejaban las pesetas que le hacían falta. Y ninguno se las dejó:
Mas tenía un amigo forastero. Cogió el caballo y se marchó en casa del forastero. Y iba pensando que si no se lo daba, que man­daba el alma al demonio -por no verse en una afrenta, de no poder servir la Vara del Señor.
Mas se le presentó un señor de a caballo:
-¿Dónde va el amigo?
-Ahí, a ese pueblo cercano, a ver si me remedian en lo que les pido, porque si no, no sé qué voy a hacer.
-¡Hombre! Y ¿qué va usted a hacer? Dígame qué tiene su pensamiento.
-Pues, que si no me da lo que le pido, mandaré el alma al demonio.
-Sí, señor. Me comprometo a hacer escritura.
El caballero le dio el dinero y con la sangre de las venas hi­cieron la escritura. Mas el caballero le puso el plazo en que se lo tenía que pagar -once meses. Si a los once meses no le devolvía el dinero, le llevaba el alma.
Y ya se volvió a casa y dijo a su esposa que ya traía el dinero para hacer la función.
Pues ya se pasaron los diez meses. Y vino un pobre pidiendo a la puerta -una limosna y por favor que le recogieran, aunque fuera en un rinconcico. Bueno, pues los señores le recogieron. Y por la mañana no aparecía el pobre allí.
Se pasaron tres semanas. Y el labrador, a medianoche, pues le oprimían un pesor y estrechamiento de cuerpo y no le dejaban respirar. Así sucesivamente por siete días. Conque ya fue y se lo dijo a su esposa:
-No sé qué tengo. A mí a medianoche me oprimen mucho y no me dejan respirar. Y no te puedo llamar.
Y le dijo la mujer:
-Pues, ¿has mandao alguna misa o manda por casualidad?
-Yo no. Yo no he mandao ni mandas ni misas.
-Pues, ¿cómo es eso de no poder tú respirar o llamarme? ¿No has hecho tú ninguna manda?
Pos ya fue y le dijo a su esposa:
-Cuando serví la Vara del Señor, que fui a por el dinero a tal pueblo, iba yo pensando por el camino que si el señor del pueblo no me daba el dinero, daba el alma al demonio. Y se presentó un señor de a caballo y me dijo si me sustenía en lo que había dicho -y le dije que sí. Me dio el dinero y le prometí pagárselo a los once meses. Y ya cumple el plazo. Y quizás será eso lo que me oprime. Mas siempre que venga el pobre a pedir recogimiento, se le reco­gerá, por si acaso ocurre algo.
Y dice la mujer:
-¡Ay, hombre! ¿Qué has hecho? ¡Siempre será el, diablo!
-¡Ca, no, mujer! Creo yo que no. Pero por si acaso, siempre que venga el pobre, hay que recogerle.
Mas ya faltando la última noche, vino el pobre a la puerta y le recogieron. Y a medianoche, estando en la cama, el labrador oyó una voz que le dijo:
-Si dices las doce palabras dichas y retorneadas, te perdono el alma.
Mas el pobre las dijo:
-De las doce palabras dichas y retorneadas, cristiano, dime la una.
-La una, la Virgen pura, que parió en Belén, donde reinará jamás, amén.
-De las doce palabras dichas y retorneadas, cristiano, dime las dos.
-Las dos, las dos tablitas de Moisé, donde sube Cristo y baja a la casa Jerusalén. La una, la Virgen pura.
-De las doce palabras dichas y retorneadas, cristiano, dime las tres.
-Las tres, las tres Marías. Las dos, las dos tablitas de Moisé. La una, la Virgen pura.
-De las las cuatro.
-De las doce palabras dichas y retorneadas, cristiano, dime las cuatro.
-Las cuatro, los cuatro evangelistas. Las tres, las tres Marías. Las dos, las dos tablitas de Moisé. La una, la Virgen pura.
-De las doce palabras dichas y retorneadas, cristiano, dime las cinco.
-Las cinco, las cinco llagas. Las cuatro, los cuatro evangelis­tas. Las tres, las tres Marías. Las dos, las dos tablitas de Moisé. La una, la Virgen pura.
-De las doce palabras dichas y retorneadas, cristiano, dime las seis.
-Las seis, las seis candelarias. Las cinco, las cinco llagas. Las cuatro, los cuatro evangelistas. Las tres, las tres Marías. Las dos, las dos tablitas de Moisé. Laa una, la Virgen pura.
-De las doce palabras dichas y retorneadas, cristiano, dime las siete.
-Las siete, los siete dolores. Las seis, las seis candelarias. Las cinco, las cinco llagas. Las cuatro, los cuatro evangelistas. Las tres, las tres Marías. Las dos, las dos tablitas de Moisé. La una, la Virgen pura.
-De las doce palabras dichas y retorneadas, cristiano, dime las ocho.
-Las ocho, los ocho gozos. Las siete, los siete dolores. Las seis, las seis candelarias. Las cinco, las cinco llagas. Las cuatro, los cuatro evangelistas. Las tres, las tres Marías. Las dos, las dos tablitas de Moisé. La una, la Virgen pura.
-De las doce palabras dichas y retorneadas, cristiano, dime las nueve.
-Las nueve, los nueve meses. Las ocho, los ocho gozos. Las siete, los siete dolores. Las seis, las seis candelarias. Las cinco, las cinco llagas. Las cuatro, los cuatro evangelistas. Las tres, las tres Marías. Las dos, las dos tablitas de Moisé. La una, la Virgen pura.
-De las doce palabras dichas y retorneadas, cristiano, dime las diez.
-Las diez, los diez mandamientos. Las nueve, los nueve me­ses. Las ocho, los ocho gozos. Las siete, los siete dolores. Las seis, las seis candelarias. Las cinco, las cinco llagas. Las cuatro, los cuatro evangelistas. Las tres, las tres Marías. Las dos, las dos ta­blitas de Moisé. La una, la Virgen pura.
-De las doce palabras dichas y retorneadas, cristiano, dime las once.
-Las once, las once mil vírgenes. Las diez, los diez manda­mientos. Las nueve, los nueve meses. Las ocho, los ocho gozos. Las siete, los siete dolores. Las seis, las seis candelarias. Las cin­co, las cinco llagas. Las cuatro, los cuatro evangelistas. Las tres, las tres Marías. Las dos, las dos tablitas de Moisé. La una, la Virgen pura.
-De las doce palabras dichas y retorneadas, cristiano, dime las doce.
-Las doce, los doce apóstoles. Las once, las once mil vírgenes. Las diez, los diez mandamientos. Las nueve, los nueve meses. Las ocho, los ocho gozos. Las siete, los siete dolores. Las seis, las seis candelarias. Las cinco, las cinco llagas. Las cuatro, los cuatro evangelistas. Las tres, las tres Marías. Las dos, las dos tablitas de Moisé. La una, la Virgen pura.
-De las doce palabras dichas y retorneadas, cristiano, dime las trece.
-Las trece, los trece rayos del sol, ¡que reviente el demonio por el corazón!
Y al decir «Los trece rayos del sol, ¡que reviente el demonio por el corazón!», dio un estampido y dijo:
-¡De buena te has librao!
Mas el labrador estando en la cama, quedó la mano del diablo estampada en la cabecera.

Fuentelapeña, Zamora. 2 de mayo, 1936.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)


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