Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

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domingo, 1 de julio de 2012

La tentación


200. Cuento popular castellano

Pues esto del diablo fue en Valladolid. Contaban que había un señor muy caritativo, que se llamaba don Antonio, y tenía por devo-ción todos los días al primer pobre que llegaba a su puerta subirle a la mesa donde comían él mismo y su mujer, y le daban de las mismas viandas que ellos comían.
Resulta que un día salió el señor a dar un paseo y vio un pobre en un rincón llorando amargamente y lleno de cadenas. Se acer­ca el señor a él y le dice:
-¿Qué es lo que te pasa?
Y el pobre le dice:
-¿Si sería ustez tan bueno que me llevase a su casa a escon­derme, porque me persigue la justicia? Y el señor le contesta:
-¿Cómo quieres que yo te lleve a mi casa con las cadenas que tienes?
Y el pobre le dice:
-Yo las recogeré de modo que no hagan ruido. Me tapa ustez con su capa, y así nadie podrá verme.
Entonces el buen señor le preguntó:
-¿Qué delitos has cometido pa tener esas cadenas puestas? Y el pobre le contesta:
-No tengo más delito que rebelarme contra mi rey.
Entonces el buen señor, tanta lástima le dio del pobre, que le llevó a su casa, le dio de cenar y le metió en una habitación, donde había una cama, para que se acostase.
A otro día por la mañana sale el señor a dar un paseo, y se le aparece un caballero muy amigo y le dice:
-Pero Antonio, Antonio, ¿tú qué haces? ¡Te tienes que ver perdido por hacer caso de esas gentes! Siempre te estás lastiman­do de los pobres. Gastas con ellos el capital, y algún día te darán el pago. Hará cosa de tres horas que te vi entrar en tu casa, y rugían cadenas, por lo que creí que llevabas a un pobre o un mal­hechor escondido debajo de la capa.
Entonces el señor, como sabía que nadie le había visto entrar en casa con el pobre, empezó a sospechar del pobre, si sería al­guna aparición mala. Subió a la habitación donde había dejao al pobre trancao con llave para que no se marchase hasta que él no volviese, y al entrar vio que el pobre había desaparecido. Y en­tonces dijo el señor:
-Esto ha sido una tentación del demonio, que me quería qui­tar la buena fe de dar limosnas.

Morgovejo, Riaño, León. Narrador LXV, 20 de mayo, 1936.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)

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