Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 22 de julio de 2012

La pluma de la paloma


Había una vez un príncipe que siempre paseaba a caballo por el bosque. Le gustaba perderse entre los senderos, esquivar las ramas de los árboles o buscar a los pájaros escondidos.
Un día, cuando cabalgaba cerca del río, sintió que alguien cantaba con voz muy dulce. Se bajó del caballo, lo ató en una mata y se acercó despacio sin hacer ruido. Sorprendido, descubrió una hermosa paloma bebiendo agua de la orilla.
Miró alrededor pero no había nadie. Gritó en voz bien alta:

‑¿Quién está cantando?

Pero sólo escuchó el murmullo de las hojas.
Siguió caminando y se acercó al río. La paloma asustada levantó vuelo y desapareció, pero en la fuga perdió una pluma blanca, grande y brillante. La miró y notó que en los bordes tenía muchos puntitos que se ponían brillantes y multicolores con el sol. Una fragancia especial inundó el lugar.
Regresó en busca de su caballo. Al acercarse con la pluma en la mano, el alazán se puso nervioso y empezó a relinchar. Intentó tranquilizarlo pero no pudo.
Apenas logró montarlo partieron, pero el caballo se había desbocado, galopando siempre hacia delante. Asustado y casi muerto de sed, el príncipe vio que estaban cerca de un lago. Cuando llegaron escuchó una voz que le decía:

‑Ven, aquí hay agua fresca.

Pero el caballo, atemorizado, tironeó y tironeó hasta salir del lugar para seguir siempre hacia delante.
Siguió andando y comenzó a sentir hambre, cuando escuchó la misma voz que lo tentaba diciéndole:

‑Vuelve, quédate y te daré alimentos.

Pero el caballo, atemorizado, tironeó y tironeó hasta salir del lugar para seguir siempre hacia delante.
Cada vez más extrañado, el príncipe miraba sin entender lo que estaba pasando ni hacia dónde lo llevaba su caballo.
Sacó la pluma del bolsillo y la misma exquisita fragancia volvió para inundar todo el lugar. Las ramas de los árboles se inclinaron y los pájaros vinieron en bandadas a rodearlos. Poco a poco, el paisaje cambió y por los puntitos brillantes de la pluma apareció un gigantesco arco iris frente a un lago desde donde vino nuevamente ese canto maravilloso.
Despacito despacito se acercó más... y ¡oh sorpresa! estaba la misma paloma bebiendo de la orilla. Arrojó la pluma al lago y a la paloma se le empezaron a caer una... dos... tres... todas las plumas, transformándose en una hermosa muchacha.
El príncipe corrió hacia ella y la abrazó. Los pájaros cantaron sobre la grupa del caballo, los árboles acariciaron las plantas y un perfume encantador inundó el lugar.

Argentina: La Pampa.

Fuente: María Luísa Miretti

15. Pescados,

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