Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 1 de julio de 2012

La niña sin brazos .137

137. Cuento popular castellano

Era un molinero que tenía una hija muy buena, y a todos los pobres que iban a pedir les daba la harina. Y la dijo su padre:
-Mira, si das más harina a los pobres, te voy a matar.
Y ella, como era muy caritativa, no hacía caso, y seguía dando la harina a los pobres. Y un día su padre la llevó al campo y la cortó los brazos, la sacó los ojos y la ató a un árbol.
Un día el rey iba de caza y oía gemidos por allí, y decía:
-Por aquí debe de haber alguna persona.
Fue por allí y se encontró a la joven, la montó en su caballo y la llevó a palacio. Se quiso casar con ella; pero su madre le dijo que no se casaría, que qué iba a hacer con una mujer sin brazos y ciega. Él no hizo caso y se casó con ella.
Entonces el rey se tuvo que ir a la guerra. Y nacieron dos niños, niño y niña, con una estrella en la frente. Y su madre, en vez de decirle que habían nacido dos niños, envió a un hombre diciendo que su mujer había tenido un perro y un gato, y que vendría a matarla. La reina, al oír estas palabras, cogió un borri­co con un serón y metió a los dos niños.
Iba caminando y llegaba a un arroyo. Y la dijo un caminante que pasaba por allí:
-Señora, apártese usted, que se va a caer a un arroyo. Después llegó a otro arroyo. Y se le apareció la Virgen y la dijo:
-¿Ves ese arroyo que hay ahí? Mójate los muñones. Y le salieron los brazos.
-Ahora, con los brazos, lávate los ojos. Recuperó la vista.
Después llegó a una ciudaz. Allí había una casa que nadie quería habitar. Y ella quiso meterse; pero no la dejaban. Después se metió allí, y como no tenía nada, la Virgen la dio ropas, dine­ros y muchas cosas para que se alimentarían ella y sus dos hijos. Después, allí, todos los pobres que iban a pedir les daba limos­na; los que iban desnudos los vestía.
El rey se enteró y fue él también. Cuando fue el rey, sus hijos le reconocieron y decían:
-¡Sí éste debe de ser nuestro padre!
Y entonces la mujer también le reconoció. Y vivieron felices y comieron perdices, y a nosotros nos dieron con el plato en las narices.

Covarrubias, Burgos. Narrador XLIII, 4 de junio, 1936.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)



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