Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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viernes, 6 de julio de 2012

La esposa desobediente .236

236. Cuento popular castellano

Eran unos jóvenes muy enamoraos que se casaron. Y él esta­ba muy enamorao de ella, porque decía que era muy dispuesta y muy trabajadora. Mas desde el día que se casó, no pensaba más que estar en la cama y ni hacía nada, ni nada. Y su marido la decía que no, que ya había que trabajar y que había que ha­cer las cosas de la casa como él iba al campo a hacer lo que te­nía que hacer.
Mas venía del campo, y ella ¡nada!, no había hecho nada. Y él se cansaba a decirla que trabajara... a decirla lo que tenía que hacer, y eso... Mas viendo que no adelantaba nada con ella, un día, a tiempo de irse al campo, colgó el capote de la puerta de la cocina. Y la llamó a ella y la dice:
-Mira, ve aquí, cuelgo aquí este capote. Y dice al capote:
-Mira, capote; cuando venga yo, a ver si has fregao, has ba­rrido, has hecho la cama... Y todo lo que hay que hacer en casa. Si no, yo me entenderé contigo.
Y él se fue al campo.
Conque ella, todo el día, le estuvo diciendo:
-Capote, friega; capote, barre; capote, haz la cena; capote, haz la cama. ¡Mira, que va a venir mi marido!
Pero el capote no se meneaba de la puerta.
Conque llegó, y no había hecho nada el capote. Y dice ella:
-Mira; por más que le he estado diciendo que haga lo que le mandastes, no ha querido hacerlo. Dice:
-Pues, no te apures. Póntele.
Se puso el capote, y ya cogió la vara de arar y empezó a darle al capote.
-Toma, paa que friegues; pa que barras.., y hagas todo lo que haya que hacer en casa. Y si mañana, cuando venga, no está hecho todo lo que haya que hacer en la casa, disponte a llevar otra más grande.
Y al otro día colgó el capote a la puerta de la cocina y le vol­vió a decir que fregara, que barriera, hiciera la cama y hiciera la cena. Y él se fue al campo.
La mujer estuvo mandándoselo toda la mañana. Mas viendo que el capote no hacía nada, fue ella y se puso a hacer todo lo que había que hacer.
Llegó su marido y le dijo:
-Mira, el capote no ha querido hacer nada. Y lo he tenido yo que hacer todo. De manera que dale la zurra que le distes anoche.
Y entonces la dijo el marido que el capote no lo tenía que ha­cer, que el que lo tenía que hacer era ella... que si no seguía ha­ciéndolo todos los días como aquel día, que todos los días la es­peraba la misma propina.
De manera que ella escarmentó y se hizo una mujer que to­dos los días tenía todo hecho cuando volvía el marido. Y vivie­ron felices...

Medina del Campo, Valladolid.
Julia, señora de unos 55 años. 8 de mayo, 1936.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)


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