Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 30 de julio de 2012

Killiong y suriong

En un pueblo vivían dos hermanos, Killiong y Suriong. El primero era pobre. Suriong, en cambio, era rico pero avaro. Se avergonzaba de su hermano a causa de su pobreza y no quería siquiera reconocerlo. Cuando se casó su hija, no lo invitó al banquete de bodas. Killiong se enfermó del disgusto y decidió salir a correr mundo en busca de fortuna. En efecto, cogió un bastón, y por la noche, para que nadie lo viese, abandonó su casucha. Ya en camino, oyó una vocecita que le decía:
-Ven conmigo, ven conmigo.
Killiong miró a su alrededor, pero no vio a nadie. Sólo había una lucecita que parpadeaba frente a él, y de ella parecía salir la vocecita, que insistía:
-Ven conmigo, ven conmigo.
Killiong siguió a la voz. Después de una buena caminata, llegó a la cumbre de la colina que rodeaba al pueblo. Sobre la colina vio volar muchas luces, que daban tanta claridad como si fuese de día. Killiong oyó de nuevo a la voz, que le decía:
-Todo lo que deseas se realizará. Basta con que vengas por la noche hasta aquí y golpees en la tierra con tu bastón.
Killiong se sorprendió mucho pero, de todos modos, decidió hacer una prueba. Y como tenía hambre y sed, golpeó la tierra con el bastón y dijo:
-Quiero comer y beber.
En el acto apareció frente a él una mesa preparada con toda clase de alimentos y bebidas, cosas muy buenas que Killiong no había probado en su vida. Comió y bebió hasta saciarse y volvió a casa.
Desde aquel día, vivió en la abundancia. Cada vez que necesitaba algo subía hasta la cumbre de la colina, golpeaba la tierra con su bastón y obtenía lo que deseaba. Construyó una hermosa casa nueva, salía de paseo en coche de caballos y cada semana ofrecía un gran banquete a todos los pobres del pueblo. Todos estaban perplejos pensando en cómo se había vuelto tan rico, y el primer sorprendido era su propio hermano Suriong. Un día, Suriong decidió hacer una visita a Killiong.
-Eres mi hermano -dijo Killiong, y por ello te diré la verdad. Cuando era pobre no querías siquiera reconocerme como hermano. Ahora sólo me reconoces porque soy rico, pero te perdono de corazón.
Y, en efecto, le contó toda la historia de la luz que lo guió hasta la cumbre de la colina y lo que le había ocurrido allí arriba. Suriong dijo:
-Querido hermano, no puedo creer eso, si no lo veo con mis propios ojos.
-Nada más fácil. Aquí tienes el bastón: ve a la colina, golpea la tierra con él y todos tus deseos se cumplirán.
Suriong cogió el bastón y fue a la cima de la colina. Dio un golpe en la tierra y exclamó:
-Quiero un lingote de oro grueso como mi puño.
Dijo estas palabras y sintió que su mano se ponía rígida. La miró y vio que se había vuelto de oro. Presa del terror, Suriong dejó caer el bastón y acudió a casa de su hermano. Killiong lo consoló:
-No te preocupes. Ahora iré a la cumbre de la colina, encontraré el bastón, daré un golpe en la tierra y expresaré el deseo de que tu mano vuelva a ser de carne y hueso.
Killiong volvió a la colina, pero qa no pudo encontrar el bastón. Cogió otro bastón y golpeó con él la tierra, pero todo fue inútil: sus deseos ya no se cumplían. Killiong le restó importancia al hecho, pues ya era bastante rico. Pero Suriong tuvo que resignarse durante toda su vida a ser un manco con puño de oro.

026. anonimo (corea)

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