Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 5 de julio de 2012

El traje para el santo cristo


400. Cuento popular castellano

Era un cura en un lugar donde los feligreses no echaban nada en el cepillo. Y un día el cura le dijo al sacristán:
-Mañana tengo que echar un sermón, porque veo con mucho disgusto que no hay nada en los cepillos.
Y dijo el cura el día siguiente en el sermón:
-Queridos feligreses: veo con disgusto que no podemos com­prar un traje al Santo Cristo. Veo poca vocación en vosotros. Tiene el mismo traje de cuando le hizon. Os ruego que echéis más en los cepillos para comprarle un traje.
La semana siguiente abren los cepillos, y hay mil quinientas pesetas. Y le dijo el cura al sacristán:
-Muchacho, ha dado resultado el sermón. Mil quinientas pe­setas tenemos en los cepillos. El sábado próximo iremos a Madriz a comprar el traje.
Ya llegó el sábado. Subieron en el tren y llegaron a Madriz.
Y el señor cura le gustaba bastante el juego, y le dijo al sacristán: -Pasa, que voy a jugar en esa casa de juego a ver si tengo suerte.
Y perdió mil pesetas. Y le dijo entonces al sacristán:
-Ten las quinientas pesetas que han quedado y cómprale un traje al Santo, que si no, no vamos a poder comprarle el traje.
Y le dio la cita de la hora a que tenía que ir a la estación para marcharse al pueblo juntos. Se sale de la casa de juego el sacris­tán y se encontró con un amigo sargento, que habían servido juntos.
-Muchacho, ¿qué traes por ahí?
-Soy sacristán de mi pueblo y vengo a comprar un traje al Santo Cristo.
-Pues, vente conmigo. Iremos juntos a comprarle.
Se fueron primero a echar unas copas, luego al café, luego a cenar, y luego al teatro, y todo lo pagaba el sacristán. Y ya le dijo el sacristán:
-Camarada, yo ya me retiro, que no me quedan más que cien pesetas. A ver si tengo bastante para el traje para el Santo. Y le dice el sargento:
-Te sobra mucho dinero. Yo me iré contigo al rastro, y com­praremos un traje que ha de resultar.
-El sacristán le dio el dinero, y fue el sargento y compró un traje de un soldado de caballería, con las espuelas correspondien­tes. Y le dice el sacristán:
-¡Hombre! ¿Qué has comprado aquí?
-Anda, muchacho -dijo el sargento. Va bien servido el Santo si el cura es listo.
Al llegar a la estación a la hora convenida con el señor cura, le dijo éste:
-¿Qué traes aquí, muchacho? ¿Qué traje has comprado?
-Pues, mire, señor. Me junté con un sargento amigo mío, y me ha dicho que está bien comprao el traje si ustez es listo. Pues, es un traje de un soldao de caballería.
El señor cura se dio una palmada en la frente y le dijo:
-Te voy a dar las instrucciones, y es que vistas al Santo Cris­to con el traje, con sus espuelas. Y cuando yo te diga que quites las cortinita, pues le has de tener entre cortinas, aparecerá el Santo Cristo en traje de marcha.
Llega el domingo, tocan a misa, y se presenta todo el pueblo en la iglesia. Ya empieza el cura su sermón:
-Queridos feligreses: el Santo Cristo tiene puesto el traje que hemos comprado. No sé si estará contento o no. Ahora le verán ustedes, cuando el sacristán corra las cortinas. Y veremos si el Santo Cristo está satisfecho.
Tira de las cortinas el sacristán, y se aparece el Santo Cristo deseando de escapar.
-Queridos feligreses: el Santo Cristo no está conforme con estar en este pueblo, y ¡se va voluntario al tercio extranjero!
Pues, desde aquel momento los cepillos rebosaban de dinero para comprar trajes al Santo Cristo.

Nava de la Asunción, Segovia. Pedro García de Diego.
15 de abril, 1936. Posadero, 75 años.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)


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