Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 30 de julio de 2012

El lobo insaciable


Había una vez una zorra que, al ser más débil que el lobo, tra­bajaba para él como criada. Un día, iban por el bosque y el lobo le dijo a la zorra:
-¿Sabes lo que te digo? Que me traigas algo de comer; si no, te comeré a ti.
La zorra respondió:
-Enseguida, amo. Sé de una granja donde tienen dos estu­pendos corderitos. Podríamos coger uno.
-Magnífico -dijo el lobo y la siguió hasta la granja.
La zorra se deslizó sigilosamente por el redil, cogió un corde­rito, dejó al segundo de lado, y corrió a llevarle al lobo su presa. El lobo devoró el cordero de un bocado, pero no tuvo bastante y quiso también el segundo.
-Ése lo cogeré sin tu ayuda -le dijo a la zorra y se dirigió ha­cia la granja.
Esta vez, sin embargo, la oveja madre de los dos corderitos lo vio y baló con tanta fuerza que la oyeron por todas partes. Acu­dieron los criados, le cerraron el paso al lobo y le dieron una buena paliza. El lobo volvió al bosque, gimiendo y cojeando, y le contó a la zorra lo que le había ocurrido.
-Te lo tienes merecido, por ser tan insaciable -exclamó la zorra.
Al día siguiente, mientras andaban por el campo, el lobo dijo:
-¿Sabes lo que te digo? Que me consigas algo de comer; si no, te comeré a ti.
-Enseguida, amo -respondió la zorra. Sé de una granja don­de han horneado unas cuantas hogazas. Podríamos robarles aunque sea una media docena.
-Magnífico -dijo el lobo y la siguió hasta la granja.
La zorra entró en la despensa, cogió seis hogazas, sin tocar las otras seis, y corrió a llevarle al lobo su botín. El lobo devo­ró las hogazas de un bocado, pero no tuvo bastante y quiso co­ger también las que quedaban.
-Ésas las cogeré sin tu ayuda -le dijo a la zorra y se dirigió a la granja.
Pero esta vez lo vio la vieja cocinera que había horneado las hogazas y gritó tan fuerte que la oyeron por todas partes. Acu­dieron los criados, le cerraron el paso y le dieron una buena pa­liza. El lobo volvió al bosque, gimiendo y cojeando, y le contó a la zorra sus desgracias.
-Te lo tienes merecido -dijo la zorra, por ser tan insaciable.
Al tercer día, el lobo tuvo hambre de nuevo y dijo:
-¿Sabes lo que te digo? Consígueme algo de comer; si no, te comeré a ti.
-Enseguida, amo -respondió la zorra. Sé de una granja don­de hay un barril lleno de pescados. Podríamos sacar unos cuan­tos de allí.
-Pero esta vez iremos juntos -decidió el lobo.
La zorra estuvo de acuerdo y juntos fueron hasta la granja. La zorra entró en la bodega por un ventanuco y el lobo la siguió sin vacilar. Justo debajo del ventanuco había un barril lleno de pescados.
El lobo se abalanzó sobre él y comenzó a masticar a dos ca­rrillos. La zorra, en cambio, no comía casi nada, daba vueltas todo el tiempo por la bodega o entraba y salía de vez en cuando por el ventanuco.
El lobo alzó el hocico:
-Dime, ¿por qué estás todo el tiempo de un lado al otro de la bodega y entras y sales del ventanuco cada dos por tres?
-Hago la guardia por si viene alguien -respondió la zorra. Pero tú cuídate de no comer demasiado.
-No me moveré de aquí hasta que no vea el fondo del barril -exclamó el lobo.
El campesino oyó los saltos de la zorra, se levantó de la cama y fue a la bodega. La zorra, en cuanto lo vio, se escapó por el ventanuco como una flecha. Pero comenzaban las dificultades para el lobo. También él intentó huir por el ventanuco, pero fue en vano. Su panza estaba tan llena de pescados que le resultó demasiado pequeño. El campesino tuvo todo el tiempo a su favor para elegir el garrote más grueso y le dio tantos golpes al lobo que lo dejó muerto.
Así, la zorra se burló del lobo insaciable.

012. anonimo (alemania)

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