Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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miércoles, 4 de julio de 2012

El churrero

329 Cuento popular castellano

Diremos el cuento del churrero. Éstos eran unos churreros que ban una cañá alante, y se iban pegando. Y ya matan a uno, y dicen:
-¿Dónde le llevaremos? Nos matarán o iremos a presidio. Entonces dice uno:
-No. Ahí bajo hay una huerta. Le llevamos a la huerta y le onemos en un peral con la gorra en la mano y con el garrote apuntando, para que crean que está cogiendo peras.
Así hicieron y se marcharon. Ya llega el amo de la huerta. Em­pieza a mirar a todos los perales, y ve que en uno le están quitando las peras. Se acerca y grita:
-Pero hombre, ¿qué haces ahí? Bájate, que te tiro una piedra. ¿Te bajas?
El muerto, claro, no contestaba.
-¿Te bajas? ¿Te bajas? ¡Mira que te tiro una piedra!
Fue y cogió una piedra, y se la tiró, y cayó el muerto al suelo. Y va el amo del peral a un vecino y le dice:
-¡Ay, no sabes lo que me ha pasado! He ido a la huerta, había un hombre quitándome las peras, y le he tirado una piedra y le he matado.
Y dice el vecino:
-Calla, ¿pues sabes lo que vamos a hacer? Por ahí hay un caballo flaco que anda por las siembras y ha engordado bastante. Vamos por el muerto y le vamos a montar con el garrote en la mano, como si fuera unaa escopeta, le cinchamos bien, y le echa­mos a andar por ahí.
Hicieron lo que había dicho el vecino y el caballo echó a andar con el muerto. Y ya llegó el día de bendecir los trigos. Y era cos­tumbre de que salía el cura al campo montado en su yegua. El caballo, que vio a la yegua, ha principiado a correr detrás de ella. Y una vieja, que iba detrás, ha comenzado a gritar:
-¡Señor cura, arrea a correr, que le agarra el diablo! ¡Señor cura, arrea a correr, que le agarra el diablo! ¡Arrea a correr, que le agarra el diablo!
El cura volvió la cabeza y, muerto de miedo, dio la vuelta hacia su casa, gritando:
-¡El ama que tenga la puerta abierta! ¡El ama que tenga la puerta abierta! ¡El ama que tenga la puerta abierta!
Llegó y como el ama tenía la puerta abierta, se agachó el cura y entró; pero el otro, como no iba agachado, la cabeza se le ha cortado. Y todos decían:
-Ése majo se ha quedado. Ése majo se ha quedado. Y este cuento se ha acabado.

Matabuena, Segovia. Saturnina Gil. 27 de marzo, 1936. 13 años.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)


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