Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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viernes, 29 de junio de 2012

¿Quién debe agradecer a quién?


Se trataba de un rico y petulante comerciante. Tenía a gala ganar mucho dinero, pero también saber dar limosnas con amplia generosidad. Declaraba con orgullo: «Quiere el destino que mucho dinero llegue a mis manos, pero ayudo al destino dando mucho dinero a los pobres. Así, hago buenos méritos, como seguramente los hice en mi vida pasada y por ello soy tan afortunado.»
Cierto día hizo un negocio todavía más lucrativo de lo habitual. Ganó una gran cantidad de dinero. Se dijo: «El Señor es generoso conmigo, así que al pri­mer pobre que vea le voy a llenar bien los bolsillos.» El acaudalado comerciante salió a pasear por la ciu­dad. ¡Estaba tan orgulloso de sí mismo! «La verdad -se decía- es que soy un gran hombre de negocios y, por si eso fuera poco, soy un hombre de Dios y hago mucha caridad.» Así iba siendo asaltado por estos gratificantes pensamientos, cuando se topó con un hombre andrajoso donde los hubiera. Se detuvo y lo observó. Éste era su hombre, sin duda. ¿Lo podía haber con peor aspecto? Cogió una buena cantidad de rupias y las depositó en las temblorosas manos del pordiosero. Esperó unos instantes, en la confianza de recibir un efusivo agradecimiento. Esperó... Pasaron unos instantes que se le hicieron eternos. ¿No reaccio­naría aquel inculto y desagradecido pordiosero? Exas­perado ante el silencio del hara-piento, lo increpó:
-¡Mal nacido! Te doy más dinero que jamás ha­yas podido soñar y ni siquiera haces un gesto de agradecimiento.
Una leve sonrisa se dibujó en los labios del por­diosero. Rompió el silencio para decir:
-Señor, ¿no deberías ser tú el que me dieras las gracias?
Enfurecido, el comerciante gritó:
-¡Rufián!, ¿cómo me hablas de ese modo?
-Cálmate, señor -dijo apaciblemente el po­bre. Gracias a mí estás ganando méritos y estás pro­piciando un buen karma. ¿No es motivo más que sufi­ciente para que me estés agradecido?

El Maestro dice: No es el que recibe el que debe estar más agradecido, sino aquel que halla la oportunidad de dar y puede, gracias a ello, abrir su corazón y recrearse con el insuperable aroma de la compasión.

Fuente: Ramiro Calle

004. Anonimo (india)

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