Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 17 de junio de 2012

¿Por qué el búfalo es más listo que el tigre?

Un viejo campesino hacía ya un buen rato que trataba de arar su pequeño campo de arroz con la ayuda de un búfalo, pero era inútil; aquel animal no había manera de que se moviera, levantaba las patas tan despacio del suelo que el campesino se desesperaba y no cesaba de gritarle:
-Vamos, ya está bien. ¡Eh! A ese paso ni en cien años habrás arado este campo. ¡Maldito vago, no hay quien te mueva! Del tigre deberías aprender a moverte. ¿No lo has visto nunca saltar y correr? Él sí que es un animal fuerte y capaz, ¡no te vendría mal irlo a ver y aprender de él algunas cosas!
El búfalo callaba de momento y tra­taba con todas sus fuerzas de mover el arado, pero el terreno era pantanoso y se hundía irremisiblemente en el lodo sin poder avanzar; el aldeano entretan­to no cesaba de injuriar al pobre ani­mal y de cantarle las alabanzas de su gran enemigo el tigre. La paciencia del búfalo se acabó al final y dijo muy en­fadado:
-Bueno, tanto hablar, ya me gusta­ría ver de lo que es capaz el tigre si se enfrenta conmigo.
El campesino se echó a reír como un loco al oír aquello.
-Habráse visto un animal más ton­to, ahora me está diciendo que él es más fuerte que el tigre. No me extraña que tengas que tirar de un arado por­que tu cerebro todavía vale menos que tu corpachón.
-No crees que soy capaz de vencer al tigre, ¿verdad? Pues bien, llévame ante él y te lo demostraré; vamos a concertar un duelo para dentro de tres días.
El campesino aceptó. Rápidamente se encaminaron los dos hacia la guari­da del tigre. Éste en cuanto los vio llegar empezó a afilar sus garras cui­dadosamente, pero el búfalo desde le­jos le gritó:
-Óyeme bien, tigre; no nos acerca­remos más, hemos venido hasta aquí porque mi amo no quiere creer que yo soy capaz de vencerte en una lucha. Para que se convenza te reto a una pe­lea dentro de tres días en este mismo lugar.
El tigre al oír aquello empezó a ru­gir y a reírse como un mal espíritu.
-Un miserable búfalo atreverse a competir conmigo, ¡de una dentellada te sacaré las tripas! De acuerdo, dentro de tres días os espero aquí, a ti y a tu dueño. Este hombre será testigo de nuestra lucha y verá quién es él ven­cedor.
Tan pronto el búfalo y su amo se hubieron alejado el tigre empezó a agu­zar sus dientes; estuvo tres días pu­liéndolos hasta que los dejó como ver­daderos cuchillos. Tampoco descuidó afilar sus garras. Daba verdadero terror verlas.
El búfalo a su vez también empezó a prepararse, pero sólo dedicó un día a afilar sus cuernos, se pasó los otros dos revolcándose sobre barro, paja y hojarasca. El campesino lo miraba y le decía:
-Búfalo, eres tonto de remate, ¿te parece que ésta es manera de preparar­se para una pelea con el tigre revol­cándote en el barro y jugando como un cachorro? El tigre dará cuenta de ti en un abrir y cerrar de ojos.
-Ya lo veremos, ya lo veremos -decía el búfalo.
Llegó el día y el momento tan es­perado. El campesino empezó a andar en compañía de su búfalo. Por el cami­no le decía:
-Hay que ver qué facha tienes, pa­reces un tonel; tanto barro y tanta paja llevas encima que abultas el doble que antes; buena manera es ésta de ir a una pelea, no vas a poder ni moverte, y menos mal que por lo menos por en­cima no se te ve la paja, porque vas lleno de barro, si no el tigre tal vez te confundiría con un establo. -El cam­pesino tras haber dicho aquello se rió estrepitosamente.
El tigre ya estaba esperando al bú­falo. Al verlo se puso muy contento y le dijo desde lejos:
-¡Hola, búfalo! Buen almuerzo me espera, veo que has engordado mucho en estos tres días.
-Eso ya se verá -contestó el búfa­lo-; mira, la pelea va a consistir en lo siguiente, si te parece: yo me tenderé en el suelo y voy a permitir que tú me claves tus colmillos tres veces con to­das tus fuerzas. Si después de tus tres dentelladas no he muerto, entonces me habrá llegado a mí el turno de cornear­te a lo sumo tres veces.
El tigre se regocijó para sus aden­tros y pensó: «Este animal es tonto, soy el más fuerte y encima aún me da ventaja en la lucha.»
-Está bien -contestó el tigre-, túmbate en el suelo que voy a matarte ahora mismo.
El tigre clavó sus dientes en el bú­falo con todas sus fuerzas, pero con gran sorpresa sólo se encontró con la boca llena de paja; volvió otra vez a pegar dentellada a su enemigo con más fuerza todavía, pero en la boca sólo encontró barro sucio; de nuevo clavó sus colmillos con todas sus fuerzas en el búfalo, pero tuvo que escupir inme­diatamente el fango y la hojarasca que le quedó en la boca porque se ahogaba. Entonces se levantó el búfalo y le dijo:
-Ahora túmbate tú.
El tigre así lo hizo y el búfalo de una sola cornada le traspasó el co­razón.
El campesino que lo había visto todo no cesaba de exclamar, entre sa­tisfecho y admirado:
-¡Oh búfalo, amigo mío, y yo que te creía un tonto! Has demos-trado ser un animal listísimo, has engañado al tigre, te recubriste de este caparazón de barro y paja y el rey de la selva no ha podido clavarte ni un solo colmillo en la carne; desde ahora nunca más te llamaré tonto ni tendré de ti una mala opinión.

A veces, cuando el campesino de nuestra historia iba hasta el pueblo y se sentaba a tomar una taza de vino caliente en algún honorable pabellón de bebidas oía que alguno de sus compa­ñeros se reía de lo tonto que era su búfalo. Él entonces se levantaba, se acercaba al que así había hablado y le decía:
-No lo creas, hermano. Mira, yo tenía un búfalo que...
Y le contaba'toda la historia. Cuan­do terminaba su relato invariablemente siempre todos los presentes estaban con la boca abierta, tal era el asombro que aquella narración provocaba en toda la gente.
Y cuentan que fue tal la fama de la pelea del tigre y el búfalo que por eso, a partir de entonces, fue tan apre­ciado en China, aunque el búfalo no sea tan veloz como el tigre o el ca­ballo.

005. Anonimo (china),

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