-Se encontraron cuando
iban en dirección a un ashram [1]
para recibir instrucción de un sabio. Querían ser iniciados por él y recibir
los mantras sagrados.
-Yo he leído todo lo que
hay que leer en las escrituras. Lo sé todo, en realidad -comentó uno de ellos.
-A mí me pasa lo mismo.
La verdad es que yo podría dar instrucción mística incluso al más exigente. He
investigado en todas las filosofías y metafísicas. Poco debe haber que yo no
sepa.
-Dispongo de tantos
conocimientos que apabullo a los más doctos cuando hablamos de ello. He leído
sobre todos los santos, yoguis y maestros. ¿Qué me quedará por saber?
-Es curioso -repuso su
compañero-: también yo he leído a todos los santos. He adquirido los
conocimientos del Buda, Shankaracharya, Ramanuja y tantos otros grandes seres.
La verdad, yo podría iniciar a muchos aspirantes.
Llegaron hasta el ashram
y, por separado, se entrevistaron con el sabio. Después tuvieron ocasión de
encontrarse de nuevo. Uno preguntó al otro:
-¿Qué tal?
-Este hombre tendrá mucha
fama entre sus discípulos, pero es un verdadero ciego. Carece de visión clara.
Se ha negado a iniciarme y no ha querido proporcionarme el mantra.
-Lo mismo ha hecho
conmigo -repuso el otro. No tiene ningún discer-nimiento y no sabe por eso ver
a los auténticos buscadores.
El Maestro dice: No se te proporcionan enseñanzas y mantras
para robustecer tu ego, sino para caminar hacia tu Ser:
Fuente: Ramiro Calle
004. Anonimo (india),
No hay comentarios:
Publicar un comentario