Era un hombre mayor. Había decidido dejar su existencia familiar y sorial para dedicar los últimos años de su existencia a la genuina búsqueda espiritual. Había sido un hombre de hogar y ya había cumplido esa etapa de su vida. Era llegado el momento de comenzar con la rigurosa investigación de la última realidad y hallar la inefable paz interior. Ése era ahora el objetivo dé su vida. Si no encontraba la paz, sentiría su vida como un fracaso, a pesar de los logros ganados en la vida mundana. Pero había una cuestión que le inquietaba: ¿la liberación era el resultado del destino o del esfuerzo personal?
Como él mismo no lograba responderse, acudió a un maestro que todos tenían por muy sabio. Le expuso sus dudas, y el maestro dijo:
-Pues voy a decirte, amigo mío, que la liberación es el resultado del destino y del esfuerzo personal, o sea, del karma y de las condiciones que tú pongas para conseguir esa liberación. Tómate unos días para pensar en ello.
El hombre estuvo durante días y noches considerando las instrucciones del sabio, pero no lograba dilucidar su contenido. ¿No había una contradicción en tales instrucciones? Estaba tan confundido o más que al principio. ¿O la liberación es el resultado del destino o lo es del esfuerzo personal? ¿Cómo conciliar ambas actitudes?
Desolado, visitó al sabio de nuevo.
-Señor -dijo-, o la liberación es el resultado del karma, o la liberación es el resultado del esfuerzo personal, ¿no es así?
El maestro esbozó una sonrisa. Explicó:
-Está en el destino que tú hagas el esfuerzo personal para hallar la liberación; pero es haciendo el esfuerzo personal como logras que esté en el destino que encuentres la liberación. ¿Te das cuenta, amigo? No hay contradicción.
El Maestro dice: No te pierdas en abstracciones y persevera en la práctica, con genuina motivación. Si ello es tu destino o no, no te incumbe; pero lo que sí te incumbe es practicar espiritualmente y no cejar en el empeño.
Fuente: Ramiro Calle
004. Anonimo (india),
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