Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

8-2-2015 a las 21:47:50 10.000 relatos y 10.000 recetas

10.001 relatos en tiocarlosproducciones

10.001 recetas en mundi-recetasdelabelasilvia

Translate

jueves, 28 de junio de 2012

Los cisnes mensajeros


Prabhávati era la hija de Vajranabh, un rey-demonio del sur de la India, de extraordinaria crueldad, que se hallaba, a la sazón, en guerra con los reinos del nor­te.
Un día, la princesa escuchó que sus sirvientas habla­ban de un príncipe del ejército enemigo: Pradyumna, hijo del mismo Krishna. Las mujeres hablaban de sus virtudes guerreras y de su superioridad en comparación con otros hombres. La muchacha quedó impresionada por lo que oyó.
Como ya estaba en edad de contraer matrimonio, su pa­dre quiso buscarle un buen partido entre sus príncipes aliados; pero Prabhávati se negó a aceptar a ninguno.
En cierta ocasión, se dirigía a hablar con su padre, cuando escuchó voces en su habitación. Se escondió tras unas cortinas y pudo oír lo que éste le decía al sabio Narad, mensajero de los dioses. Su conversación versa­ba sobre Krishna.
-¿De dónde saca ese hombre las fuerzas? -quería sa­ber Vajranabh. Mis ejércitos son los mejores que exis­ten, pero nada pueden contra él.
-El secreto, majestad -reveló Narad, es que Krishna no es un mero mortal, sino una encarnación del mismo dios Vishnu. Creedme: debéis desistir de la guerra con­tra él, pues es verdaderamente invencible, debido a su condición divina.
-Sea quien fuere, no cederé ante sus ataques -afirmó el soberano.
Prabhávati, que escuchaba escondida, supo en aquel momento que Pradyumna, del que tanto había oído ha­blar, era hijo del propio Vishnu y decidió que nadie sino él conseguiría su mano. Pero guardó para sí este propó­sito pues, al fin y al cabo, Pradyumna era el hijo del ene­migo de su pueblo.
Mientras tanto, Vajranabh había decidido que era im­prescindible hacer algo para salvaguardar su reino. Se dedicó a severas penitencias para propiciarse al dios Brahma. Éste se sintió contento con su devoción y le concedió el don que se le pedía: que nadie pudiese entrar en su ciudad sin su consentimiento, cerrando así defi­nitivamente el camino a cualquier invasor.
En el instante en que Krishna supo esto, tuvo que imaginar un plan para convencer a su enemigo. Decidió mandar a su hijo, junto con algunos comediantes, para que entraran disfrazados en la ciudad de Vajranabh, con el propósito de acabar con él.
Para convencer a Pradyumna de que intentase la aven­tura, le habló de la belleza legendaria de Prabhávati y, para interesar a Vajranabh en el grupo de actores, se sir­vió de unos cisnes celestia-les, que llevaban y traían men­sajes.
Los cisnes llegaron al palacio de Vajranabh, cuando éste se encon-traba en los jardines, y se dirigieron a él:
-¡Os saludamos, majestad! -dijeron-. Verdaderamente es cierto lo que nos habían dicho y vuestra ciudad es una joya resplandeciente, un paraíso en la tierra.
El rey quedó asombrado de lo que escuchaba.
-Estoy presenciando una maravilla -afirmó sorpren­dido. ¡Cisnes que hablan!
-En un lugar tan maravilloso como vuestro reino, hasta los seres más necios se vuelven inteligentes, ma­jestad -fue la respuesta que le dieron los animales.
-Me complace lo que decís -declaró el rey. Quedad con nosotros, gozad de mis inmensos jardines y haced las delicias de mi corte con vuestra charla.
Así lo hicieron y pronto las aves divinas se granjea­ron el cariño y la admiración de todas las gentes de pa­lacio. Por fin, tuvieron ocasión de llegar a los aposentos de la princesa.
-¿Cómo es que vuestra bella princesa está aún solte­ra? -preguntaron a una de las sirvientes, en presencia de Prabhávati.
-Es totalmente por su gusto -contestó la sirviente. Pretendientes no le han faltado; y todos de muy buen lina­je. Pero nuestra princesa no ha querido ni oír hablar de ellos.
-Entonces -prosiguió uno de los cisnes- es inútil que yo trate de hablarle del valiente Pradyumna, ¿no es así?
Al escuchar este nombre Prabhávati cambió de acti­tud y se acercó al ave.
-¿Le conoces? -preguntó. Aunque nunca le he visto, él es mi elegido. Háblame de cómo es y de sus virtudes.
-Lo haré -aseguró el cisne. Te contaré mil historias sobre su carácter y sus aventuras. Pero, a cambio, ha­brás de hacerme un favor.
-Di -indicó la princesa.
-Cuenta a tu padre las maravillas que he visto. Quiero hablar con él y que se interese por lo que tengo que de­cirle.
-Así lo haré -accedió Prabhávati-. Ahora, háblame de mi amado.
De esta manera el cisne consiguió sus fines. Contó a Prabhávati muchos detalles de Pradyumna, que au­mentaron más si cabe el amor que por él sentía la joven y, al mismo tiempo, consiguió que Vajranabh se intere­sase por sus historias.
Cuando el monarca preguntó al cisne por esas mara­villas que había visto, el pájaro le describió paisajes y monumentos y, con gran habilidad, le informó de la exis­tencia de un grupo de actores que, con su interpretación, hacían las delicias de los mismos dioses. De inmediato, Vajranabh quiso ser testigo de su arte.
Algunos cisnes regresaron al norte a llevar la noticia y uno de ellos se encaminó a donde se encontraba Pradyumna.
-No tengo mucho tiempo, ¡oh, príncipe! -anunció al llegar. Pero he de comunicarte algo que te atañe direc­tamente. La bella Prabhávati, hija del rey Vajranabh, está enamorada de ti. Ha rechazado a muchos pretendientes y sólo te aceptará a ti por esposo.
Pradyumna quedó sorprendido al escuchar esto, pues ya conocía por referencias la belleza de la princesa.
"Me ha preferido a mi, al hijo de su enemigo, antes a que todos los príncipes de su raza", pensó. "En verdad, que es una mujer admirable."
-Cuando regreses a su lado -ordenó al cisne, di a Prabhávati que ahora sé lo que encierra su corazón y que no tendrá que aguardar mucho.
Pero quedó preocupado, pues no conocía aún el plan de su padre para apoderarse del reino de Vajranabh.
Entonces un criado le indicó que su padre le espera­ba para comunicarle algo importante.
En cuanto Pradyumna estuvo en su presencia, Krishna fue directamente al asunto.
-Hijo, es mi deseo que te dirijas a la ciudad de Vajranabh y que te unas a Prabhávati, su hija.
Pradyumna quedó sorprendido por el cariz que to­maban los acontecimientos.
-Pero, padre -preguntó, ¿cómo podré entrar allí sin el permiso de Vajranabh?
-Él desea presenciar la actuación de un grupo de ac­tores. Marcharás disfrazado, con guerreros de confian­za, y de esta manera lograrás llevar a cabo lo que te or­deno que hagas.
Los falsos actores marcharon a otra ciudad, donde actuaron durante varios días. La invitación de Vajranabh no se hizo esperar mucho.
Mientras tanto, el cisne informó a Prabhávati de que su amado Pradyumna vendría por ella, para que esca­paran juntos.
Los actores llegaron al palacio de Vajranabh y ac­tuaron en su presencia, deleitando al rey. Tras la repre­sentación, marcharon a unos aposentos especiales que se habían dispuestos para ellos.
Pradyumna quiso entonces asegurarse de que era cier­to el amor de Prabhávati y decidió penetrar en sus ha­bitaciones. Casualmente vio a una sirviente que llevaba una guirnalda de flores para la princesa. Haciendo uso de los poderes mágicos que le otorgaba el hecho de ser hijo de un dios, Pradyumna se convirtió en un insecto y voló hasta esconderse en la guirnalda de flores. De esta manera consiguió entrar en las habitaciones de Prabhávati.
Allí, la princesa, aguardaba el primer encuentro con su amado y su ansiedad le hacía hablar consigo misma.
-¿Cuánto más he de esperar? -se preguntó-. ¿Es cier­to que Pradumna vendrá a desposarse conmigo? Si no lo hace, si las palabras del cisne no son ciertas, de segu­ro que moriré de pesar.
El príncipe tuvo bastante con lo que había escucha­do y, recuperando su forma humana, se presentó ante la muchacha.
-Amada mía -le dijo, no necesito más pruebas de tu amor. He venido como te prometí y, si lo deseas, pode­mos efectuar aquí mismo nuestra boda.
Prabhávati, llena de emoción, no fue capaz de hablar y sólo pudo asentir con un movimiento de cabeza.
Usando el resplandor de una joya como fuego sagrado, ambos jóvenes llevaron a cabo los ritos que les unían en matrimonio.
Tras celebrar su noche de bodas, Pradyumna se con­virtió de nuevo en insecto y voló fuera de los aposentos de su esposa.
Ambos amantes se veían ahora en secreto, pero la si­tuación no tardó mucho en llegar a una crisis, pues los ejércitos de Krishna se aproximaron a la ciudad y la cer­caron.
Tuvo lugar entonces una cruenta batalla y Pradyumna, con sus fieles aliados, que seguían haciéndose pasar por actores, atacó a Vajranabh desde el interior de la ciu­dad, determinando así la victoria de los suyos en el com­bate.
Pradyumna fue el heredero de Vajranabh en su reino y lo gobernó con justicia durante muchos años, vivien­do feliz al lado de Prabhávati.

(Del Mahâbhârata de Vyâsa)

Fuente: Enrique Gallud Jardiel

004. Anonimo (india),

No hay comentarios:

Publicar un comentario